Las autoridades en la república rusa de Chechenia han lanzado una campaña antigay que ha llevado a la policía a detener a decenas de hombres sospechosos de ser homosexuales, según informa el periódico ruso Novaya Gazeta y activistas pro derechos humanos.
La noticia publicada en esee medio, firmada por un autor que se considera un experto sobre Chechenia, asegura que más de 100 personas han sido detenidas y que tres hombres murieron durante una redada. Confirma también que entre los detenidos hay conocidas personalidades de la televisión local y figuras religiosas.
Alvi Karimov, el portavoz del líder checheno Ramzan Kadyrov, asegura que tal información es “completamente falsa y producto de la desinformación”. Karimov dice que es falsa porque en Chechenia no hay personas homosexuales. “No puedes detener o perseguir a gente que simplemente no existe en esta república”, dijo a la agencia de noticias Interfax.
“Si hubiera gente de ese tipo en Chechenia, la policía no tendría que hacer nada con ellos puesto que serían sus familiares los que les mandarían a un lugar del que jamás podrían regresar”, agregó. Un portavoz del Ministerio de Interior de la región dijo en el periódico ruso RBC que la información era algo así como “una inocentada”.
Sin embargo, Ekaterina Sokirianskaia, directora del programa para Europa de The International Crisis Group, cuenta a the Guardian que ha estado recibiendo información muy preocupante sobre este problema procedente de varias fuentes en los últimos diez días. “He escuchado que esto está sucediendo en Grozni (capital de Chechenia) y fuera de Grozni, y entre personas de edades y profesiones muy diferentes”, apunta.
Se trata de un tema tabú en esta sociedad, lo que se traduce en que gran parte de la información que está llegando es de segunda o de tercera mano, y todavía no hay casos completamente verificables. “Es casi imposible obtener información de las víctimas o de sus familias, pero el número de indicios que estoy recibiendo de diferentes personas hace muy complicado no creerse las detenciones y la violencia que efectivamente se están produciendo”.
Formalmente, Chechenia es parte de Rusia pero funciona casi como un Estado independiente en el que la palabra de Kadyrov a menudo parece que supera a la legislación rusa. El líder checheno ha supervisado la reconstrucción de la república con el dinero de Moscú después de dos guerras devastadoras. En varias ocasiones, Kadyrov ha respaldado la poligamia, que las mujeres lleven hiyab obligatoriamente en lugares públicos y el castigo colectivo para los familiares de aquellas personas que tengan algo que ver con islamistas clandestinos.
La sociedad chechena es muy conservadora, lo que significa que a diferencia de otros casos en los que los familiares o activistas pro derechos humanos pueden ejercer presión sobre las autoridades cuando un familiar homosexual desaparece, lo más probable es que sus propios familiares los repudien. Algunos vecinos cuentan si se conoce que en una familia uno de los miembros es homosexual, el resto de familiares van a encontrar dificultades para casarse debido a la “vergüenza”.
En Rusia, la actitud hacia el colectivo LGTB es variada. En el país existe una ley infame que prohíbe “la propaganda a favor de la homosexualidad entre los menores” en los libros. Pero Moscú y otras grandes ciudades tienen una próspera escena gay, aunque gran parte permanece en la clandestinidad. En Chechenia y en otras repúblicas musulmanas del Cáucaso norte, no hay debate sobre el tema: los hombres no dicen nada sobre su orientación ni a los amigos más cercanos.
El artículo de Novaya Gazeta informa de que tres personas han muerto y apunta a que otras podrían haber sido entregadas a sus familias a la espera de que sean los propios familiares los que realicen un asesinato por cuestión de honor.
Una organización que lucha por los derechos del colectivo LGTB en San Petersburgo ha creado un servicio de atención anónimo para las personas que necesiten ayuda para ser evacuadas de Chechenia. Después de años de amenazas y represión, no quedan apenas periodistas o activistas capaces de seguir trabajando en la región. Aquellos que realizan trabajos relacionados con los derechos humanos en la república tampoco creen las informaciones aparecidas.
“Nadie me ha pedido información sobre este tema, pero si la tuviera, ni siquiera la consideraría”, dice en una emisora rusa Kheda Saratova, una activista chechena que está en el consejo de derechos humanos de Kadrov. “En nuestra sociedad chechena, toda persona que respete nuestras tradiciones y nuestra cultura va a ir a por este tipo de personas sin ayuda de las autoridades y hará lo que sea necesario para asegurarse de que este tipo de personas no existan en nuestra sociedad”.
Traducido por Cristina Armunia Berges