Sri V.K. Neelarao sopló el polvo de un DVD antes de ponerlo en el lector de discos de su televisor. El título de la canción de su última película suena desde la azotea de su casa en Jai Hindpuram, en el sur de la ciudad india de Madura. “Yo canté esa canción”, explica, “y el héroe de la película es mi hijo”.
Neelarao, un tejedor de seda y director de revistas retirado, es uno de los últimos guardianes de la ya casi desaparecida lengua saurashtra, un dialecto mayormente oral indoario. “Alrededor de un 80% de esta lengua ya ha sido olvidado”, cuenta. “Mi nieto no me entiende cuando le hablo en saurashtra. Mi familia, todos los que me rodean me hablan en tamil”, añade refiriéndose a la lengua dominante de Madurai.
En un intento por salvar esta lengua, Neelarao y otros lo están registrando en películas normalmente caseras financiadas de su bolsillo. En los últimos años, su cinta Hedde Jomai causó sensación después de ser proyectada en varias ciudades. En los próximos meses su última película estará en los cines del estado del sur Tamil Nadu.
Durante los títulos de crédito del principio al comienzo de la película, Neelarao explica cómo surgió su idea. “No hice esta película para hacerme famoso”, asegura. “Nuestro idioma está cerca de la extinción. Es la lengua de mi madre. No puedo explicarte por qué la adoro”.
En Tamil Nadu, la popularidad de las películas en las lenguas regionales drávidas (tamil, télegu y malabar) han eclipsado al idioma hindi de las películas de Bollywood. Neelarao ve sus películas como la última oportunidad de salvar su lengua. “Mucha gente había empezado a utilizar la palabra tamil maupillay para decir yerno, pero después de ver mi primera película saben que la palabra saurashtra es jomai”, apunta.
CS Krishnamoorthy, un historiador de la comunidad, dibuja el origen de la civilización de Harappa en su libro The Migrant Silk Weavers of Tamil Nadu. “Cuando los colonizadores británicos realizaron sus recuentos de la India, vieron que había tejedores de seda, y por eso etiquetaron a nuestra comunidad como si viniera de Surat, la cual era un centro textil en aquel momento. Pero aquello fue erróneo”.
Los palkars, o tejedores de seda, eran una selecta casta conocida tradicionalmente por producir los tejidos más finos para los marajás y nobles de India. Su artesanía era considerada tan noble y completa que muchas veces se utilizaba en los acuerdos comerciales como dote matrimonial o como regalo para reinos vecinos.
De tejer fina seda a trabajar el algodón
Krishnamoorthy asegura que el aumento del Raj británico en India vio la decadencia de este oficio. “Los británicos trituraron a la nobleza india, la cual componía la mayor parte de su clientela. En su lugar empezaron a exportar algodón indio a Manchester para su nueva industria textil. Nunca se interesaron por las sedas finas, y eso fue la ruina de nuestro sector artesanal. Muchos tejedores de seda empezaron a trabajar en la industria del algodón”.
Con el ascenso del movimiento por la independencia de India a principios del siglo XX, un esfuerzo por unir las diversas culturas indias bajo un único lenguaje nacional, el hindi, emergió en el norte, y los estados del sur de Tamil Nadu, Kerala y Andhra Pradesh respondieron defendiendo sus propias lenguas drávidas regionales.
La batalla por la dominación lingüística, acompañada por el aumento de los matrimonios entre castas en la recién independizada India, hicieron que las singulares costumbres ancestrales dieran paso hacia una nueva identidad nacional. La tendencia ahora es un empeño por aprender inglés en una India globalizada y el resultado de todo esto es la desaparición de 220 dialectos indios en los últimos 50 años, la mayor extinción lingüística del mundo.
Los saurashtras, sin embargo, están contraatacando. Se ha producido música y revistas, también películas, en un intento de prevenir la desaparición de este dialecto. El hecho de que la comunidad se haya mantenido un tanto aislada de otras culturas y el que tenga una vibrante tradición de canciones y poesía, ha hecho que su lengua se haya transmitido casi intacta. “Estamos acostumbrados a mantenernos al margen”, cuenta el historiador.
Las redes sociales también han ayudado. Los saurashtras han empezado a compartir películas y vídeos musicales. Neelarao, que viene de una época menos tecnológica, sopla de nuevo el DVD antes de guardarlo en su chaqueta. “No estoy seguro de si conseguiré cambiar algo, pero siento que es mi deber seguir con esto”.
Traducido por Cristina Armunia Berges