Los cinéfilos franceses están que echan humo ante peticiones para prohibir el tabaco en pantalla

Kim Willsher

París —

El actor francés Jean-Paul Belmondo se pasa casi toda una película –el clásico de los ‘60 Al final de la escapada– con un cigarro en la boca. Audrey Tautou interpretó a Coco Chanel poniendo alfileres en piezas de alta costura sin dejar de fumar. Jacques Tati casi nunca abandonaba su pipa y Brigitte Bardot, Jeanne Moreau, Catherine Deneuve, Gérard Depardieu y Alain Delon pasaron décadas en pantalla entre caladas.

No es de sorprender que la llamada a que los directores franceses extingan el humo en sus producciones se haya recibido con una mezcla de incredulidad y absoluto ridículo. También ha llevado a una pregunta existencial: ¿qué sería del cine francés sin el tabaco?

El debate se encendió después de que la senadora socialista Nadine Grelet-Certenais acusara a los realizadores de cine de seguir publicitando la industria tabacalera.

“El 70% de las películas francesas nuevas tienen al menos una escena con alguien fumando. Esto más o menos ayuda a hacer su uso banal, incluso a promoverlo entre niños y adolescentes”, dijo Grelet-Certenais en la Cámara Alta francesa.

Sus observaciones, durante un debate sobre el plan gubernamental de subir el precio de los cigarillos y el tabaco, llamó la atención de la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, que hablará con su compañera de gabinete, la ministra de cultura, Françoise Nyssen.

“No entiendo por qué los cigarros son tan importantes en el cine francés”, dijo Buzyn prometiendo medidas firmes para luchar contra el tabaco.

Un estudio publicado hace cinco años por un grupo francés anticáncer descubrió que el 80% de 180 películas analizadas por la organización presentaban una referencia a fumar –alguien encendiendo un cigarro, un cenicero, un paquete de tabaco– y que un 10% tenía más de diez escenas de este tipo.

FranceTV señaló que si la prohibición de fumar en escena tiene efecto retroactivo significará que sólo se emitirá un puñado de películas de Delon o Belmondo, ninguna biografía de conocidos fumadores como el cantante Serge Gainsbourg –un consumidor frenético de Gitanes sin filtro–. También habría que dejar de lado películas de espías como las de James Bond y cortar muchas escenas de la mayoría de clásicos franceses de los años 50 y 60.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamamiento el año pasado para que las películas en las que aparezca tabaco sólo sean aptas para adultos. Alegó también que un 44% de todas las películas de Hollywood estrenadas en 2014 contenían escenas en las que se fumaba y que las películas son la “última frontera” en la promoción del tabaco. La OMS afirmó que un 37% de adolescente empezó a fumar después de verlo en una película.

Los críticos de la propuesta han reaccionado en las redes sociales. Un programa de la emisora de radio CanalB, Le Cinéma est mort, dijo en Twitter: “Al mismo tiempo, las estrellas del cine francés tendrán que comer a partir de ahora cinco raciones de frutas y verduras al día”.

Una página web de historia del arte, La Tribune de l’Art, tuiteó: “Espero que ahora se prohíba en las películas tomar drogas, exceder el límite de velocidad, cruzar la calle fuera de los pasos de cebra y obviamente matar a todo el mundo....¿están locos?”.

El filósofo Raphaël Enthoven en la radio Europe1 dijo que la idea puede que se concibiera con buenas intenciones pero que era poco más que “censura bajo el pretexto de la salud pública”.

“Inyectar moralidad en el Séptimo Arte es como echarle Coca-Cola a un Château Lafite”, dijo el filósofo en alusión al viñedo de Burdeos.

Traducido por Marina Leiva