Las ciudades alemanas están apagando los focos de los monumentos públicos, desconectando las fuentes e imponiendo duchas frías en las piscinas municipales y los pabellones deportivos, mientras el país se apresura a reducir su consumo de energía ante la inminente crisis del gas ruso.
Hannover, en el noroeste de Alemania, se convirtió este miércoles en la primera gran ciudad en anunciar medidas de ahorro de energía, como el corte del agua caliente de las duchas y los baños de los edificios municipales y los centros de ocio.
Los edificios municipales de la capital del estado de Baja Sajonia, donde se ubica Hannover, solo contarán con calefacción del 1 de octubre al 31 de marzo, a una temperatura ambiente no superior a los 20 ºC, y se prohibirá el uso de aparatos móviles de aire acondicionado y calefactores. Las guarderías, las escuelas, las residencias de ancianos y los hospitales quedarán exentos de las medidas de ahorro.
“La situación es imprevisible”, dijo el alcalde de la ciudad, Belit Onay, del Partido Verde. “Cada kilovatio hora cuenta, y proteger las infraestructuras críticas tiene que ser una prioridad”, aseguró.
El objetivo de ahorro del 15% de Hannover está en consonancia con las reducciones que la Comisión Europea ha instado esta semana a los Estados miembros a hacer para garantizar que puedan hacer frente a un corte total de gas procedente de Rusia. Alemania, que depende más de las importaciones de gas ruso que otros países europeos, se ve presionada para liderar el camino.
Monumentos apagados
En Berlín, la capital alemana, unos 200 monumentos históricos y edificios municipales quedaron envueltos en la oscuridad este miércoles por la noche, cuando la ciudad apagó los focos para ahorrar electricidad. Entre los monumentos que antes se iluminaban por la noche, se encuentran la Columna de la Victoria en el parque Tiergarten, la Iglesia Memorial en Breitscheidplatz y el Museo Judío.
“Ante la guerra contra Ucrania y las amenazas energéticas de Rusia, es vital que gestionemos nuestra energía con el mayor cuidado posible”, dijo la senadora berlinesa de Medio Ambiente, Bettina Jarasch.
Un ahorro más indoloro
Alemania utiliza la mayor parte de sus importaciones de gas para calentar los hogares y alimentar su gran industria. Sin embargo, aunque un plan de emergencia energética que empezó a aplicarse en junio permite a las empresas de servicios públicos cargar los altos precios del gas a los clientes, la mayoría de los hogares alemanes pagan sus facturas de gas en cuotas fijas por adelantado y aún no han experimentado directamente los aumentos drásticos que pueden cambiar el comportamiento de los consumidores.
Este jueves, el Gobierno alemán confirmó que el recargo previsto para los clientes del gas podría ser mucho mayor de lo esperado para evitar que las empresas energéticas quiebren en los próximos meses. “Todavía no podemos decir cuánto costará el gas en noviembre, pero la mala noticia es que definitivamente serán unos cientos de euros por hogar”, dijo el ministro de Economía, Robert Habeck.
Alemania también utiliza el gas para satisfacer alrededor del 15% de sus necesidades de electricidad, que es donde las autoridades municipales han decidido ahorrar de forma relativamente indolora.
La ciudad de Múnich, en el sur de Alemania, ha anunciado esta semana que apagará los focos de su ayuntamiento en la plaza Marienplatz, que suele estar iluminada hasta las 23:00 horas, y que solo tendrá agua fría en las oficinas municipales. Las fuentes también se apagarán por la noche.
Núremberg cerrará tres de sus cuatro piscinas cubiertas municipales y mantendrá abiertas las que son al aire libre hasta el 25 de septiembre. En abril, Berlín anunció medidas para mantener sus piscinas exteriores climatizadas -en algunas se calienta el agua con gas- dos grados por debajo de la temperatura estándar durante toda la temporada de verano.
Traducción de Lara Lema.