Tras cinco agitados años en la política eslovaca, el país celebra este domingo unas elecciones legislativas inciertas con mucho en juego. La mayoría de las encuestas pronostican que el ganador será un antiguo primer ministro populista, Robert Fico, que ha prometido acabar con el incondicional apoyo de Bratislava a Ucrania y que tiene una estrecha ventaja sobre el segundo.
Fico ha dicho que no enviará “otra bala” al Este para ayudar a su país vecino a defenderse de la agresión rusa, ha calificado las sanciones contra Moscú de “inútiles” y ha prometido vetar cualquier solicitud de entrada de Ucrania en la OTAN.
Sin embargo, no es seguro que vaya a ganar. Aunque lo hiciera, no tendría la mayoría en un Parlamento de 150 escaños y podría tener grandes dificultades para formar una coalición. Muchos expertos dudan, además, de que se muestre tan radical estando al mando como sugiere la retórica de su campaña.
Dado su esfuerzo por mantener un frente unido y sostener el apoyo financiero y militar a Ucrania, Europa y el resto de socios occidentales permanecen expectantes.
Panorama político y sistema electoral
La política eslovaca ha sido especialmente volátil y virulenta desde 2018, cuando el periodista Ján Kuciak y su prometida, Martina Kusnírová, fueron asesinados tras haber investigado casos de evasión de impuestos, fraude y corrupción en las altas esferas de la política eslovaca.
Los asesinatos provocaron la repulsa pública y protestas en masa, que forzaron al entonces primer ministro, Fico, a dimitir en cuestión de semanas. Desde entonces, este país de cinco millones de habitantes ha sufrido cinco años de graves turbulencias políticas, incluidos cuatro primeros ministros.
El número dos de Fico, Peter Pellegrini, le sustituyó como primer ministro, y las elecciones de 2020 las ganó Igor Matovic, de la formación de centro-derecha OL’aNO, en medio de una ola de indignación contra la corrupción. Éste formó una coalición con tres partidos minoritarios libertarios, nacionalistas y de derechas.
Pellegrini abandonó rápidamente el Partido Socialdemócrata (SMER) de Fico para formar su propio partido socialdemócrata, Hlas; y el estilo rudo y caótico de Matovic y su desastrosa gestión de la crisis del coronavirus fueron el empujón que hizo caer en picado a la nueva coalición y que sus miembros empezaran agrias luchas internas.
En marzo de 2021, tanto el partido libertario SaS como el de centroderecha Za l’udí amenazaron con irse si Matovic no se echaba a un lado, lo que le llevó a intercambiar papeles con su ministro de Economía, Eduard Heger, que se convirtió en primer ministro –pero también fracasó en su intento de estabilizar el barco–.
El Gobierno de Heger se hundió finalmente en septiembre de 2022, después de que los ministros del SaS, que habían pedido que Matovic renunciara también a su nuevo cargo, dejaran el Ejecutivo. Heger perdió una moción de censura en diciembre del año pasado, lo que abrió el camino a un primer ministro interino, L’udovít Ódor.
El sistema eslovaco para listas proporcionales en los partidos y los severos umbrales electorales complican todavía más las cosas. Los votantes pueden expresar sus preferencias por hasta cuatro candidatos en la única circunscripción electoral existente para todo el territorio nacional.
Sin embargo, para obtener escaños, los partidos –que pueden presentarse solos o en coalición– deben superar una barrera considerable: el 5% del voto a nivel nacional para un único partido, un 7% para coaliciones de dos o tres partidos y un 10% para aquellas compuestas por cuatro formaciones o más.
Principales actores y partidos
Quizá sea revelador que ninguno de los políticos a los que les fue bien en las últimas elecciones de Eslovaquia aspiren a primer ministro en estos comicios.
Fico, de 59 años, fundó SMER en 1999 como un partido socialdemócrata que ofrecía nuevas caras y una forma distinta de hacer las cosas. Con el paso de los años, y especialmente ahora en la oposición, él y su partido han pasado a ser progresivamente más nacionalistas, radicales y conservadores en lo social, incluso aunque su visión económica sea de izquierdas.
Durante la campaña electoral, ha dicho que la guerra de Rusia la iniciaron “ucranianos nazis y fascistas” en 2014. Desde hace tiempo es admirador del húngaro Viktor Orbán y ha atacado a sus rivales ferozmente; afirmó falsamente que había una conspiración para un golpe de Estado y aseguró que los comicios estarían amañados.
En anteriores ejercicios, no obstante, ha demostrado ser pragmático al llevar a Eslovaquia al euro y al evitar durante mucho tiempo enfrentamientos dañinos con Bruselas. Muchos sospechan que, dada la gran dependencia eslovaca de los mercados de la Unión Europea y su apoyo financiero, volvería a ser así.
El principal rival de Fico es el partido liberal social y reformista económico Eslovaquia Progresista (PS) de Michal Simecka, licenciado en Oxford y vicepresidente del Parlamento Europeo. Su grupo es marcadamente prooccidental, pro-UE y pro-OTAN.
El Hlas de Pellegrini podría ser decisorio, actualmente en tercer puesto y con quien el SMER podría forjar una alianza. También ha criticado, si bien haciendo mucho menos ruido, la decisión de Eslovaquia de enviar cazas MiG-29 y sistemas de misiles a Ucrania.
Los resultados de media docena o más partidos minoritarios, que en las encuestas permanecen alrededor del umbral electoral, serán cruciales para ver posibles coaliciones.
Los asuntos de campaña
Los votantes eslovacos están cansados del sufrimiento económico provocado por las restricciones del coronavirus, la alta inflación por la guerra en Ucrania y el aumento de la inmigración irregular. Fico lleva cinco años haciendo campaña contra la caótica gobernanza del país.
A pesar de haber varios políticos clave del SMER que se enfrentan a cargos por corrupción, el mensaje central del partido es una promesa de orden y estabilidad, pues Fico argumenta que tiene experiencia en superar grandes retos en sanidad e infraestructuras.
Además, explota el sentimiento prorruso (solo un 40% de los eslovacos consideran a Rusia el principal responsable de la guerra, la proporción más baja de Europa central y oriental); también ha cedido ante votantes socialmente conservadores al convertir los valores progresistas en general, y los derechos LGTB en particular, en un asunto central.
Si bien no es un asunto político, la campaña ha estado caracterizada por la desinformación en un país receptivo a los relatos prorrusos desde hace tiempo debido a una afinidad histórica, un bajo nivel de confianza en los organismos públicos y con los políticos normalizando posiciones antes marginales.
Qué puede pasar
SMER lidera la mayoría de las encuestas, casi a la par que el PS en un 18% y Hlas ocupa el tercer puesto con un 14% aproximadamente. El partido de extrema derecha Republika y OL’aNO esperan conseguir un 8%, seguido de media docena de partidos minoritarios, incluidos el SaS con entre el 5% y el 6%.
Si Fico formara una coalición, podría incluir a sus antiguos aliados del Hlas –muchos de los cuales dudarían si unirse a él– junto a un partido nacionalista conservador, el populista partido de derechas Sme Rodina (Somos Familia), y quizá los liberales en lo económico del SaS.
Podría haber una opción más radical a través de Republika, ampliamente considerada una escisión de un partido neonazi a menudo acusado de antisemitismo; y el partido Nacional Eslovaco (SNS), acusado también de racismo contra la comunidad romaní.
Al otro lado del espectro político, los potenciales socios de coalición para el PS podrían incluir a OL’aNO, Za L’udí (Por el Pueblo) y Krestanska Únia (Unión Cristiana), todos ellos prooccidentales, junto a âposiblementeâ Hlas, SaS, Sme Rodina y partidos más pequeños.
Varias combinaciones, sin embargo, y aunque puede que estén de acuerdo en una línea pro-UE y pro-Ucrania, tendrían dificultades para encontrar políticas económicas y sociales comunes, con algunos partidos a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y su derecho a tener hijos mientras otros se oponen a las uniones civiles.
Con tantos partidos alrededor del umbral del 5% en las encuestas, puede haber muchos cambios a las encuestas. Puede que ni SMER ni PS sean capaces de formar una coalición, lo que llevaría a otras elecciones el próximo año. E incluso aunque puedan, la historia indica que, en una Eslovaquia de política polarizada y partidista, posiblemente no dure mucho.
Traducido por María Torrens Tillack.