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Las jóvenes programadoras que abren camino a la innovación y a la igualdad en Senegal

Ruth Maclean

Dakar —

En Senegal, comprar tierra para edificar puede ser una pesadilla. Hay muchos terrenos disponibles en zonas muy atractivas, pero la desgracia acecha al comprador novel. Las estafas están a la orden del día y cada terreno puede tener hasta cinco “dueños” creyéndose a la vez los legítimos propietarios porque todos pagaron por el lugar.

El mensaje “no está a la venta” decora las paredes de todo el país como táctica rudimentaria de prevención. Pero muy pronto los compradores tendrán una manera más fácil de saber qué es lo que está realmente en venta, gracias a una app contra estafadores desarrollada por cuatro jóvenes programadoras.

Las “mujeres al mando”, como se hacen llamar las creadoras de Sigeste, suben los títulos de propiedad digitalizados en poder de las autoridades locales. Cuando observas el mapa de tu zona en la aplicación, puedes ver qué terrenos ya tienen propietario y cuáles siguen disponibles.

Nellya Maylis, de 24 años, ataviada con un tocado con un patrón de flores coloridas y gafas de estilo geek, muestra en su portátil cómo funciona la app. “Estos son terrenos libres y estos están ocupados; pero solamente el ayuntamiento puede ver quién es el dueño de cada terreno; nosotras protegemos la información de la gente y no la compartimos”, explica señalando zonas de color rosa y azul en el mapa.

Maylis y sus tres amigas son programadoras jóvenes y ambiciosas que estudian juntas en Saint-Louis, una ciudad al norte de Senegal. Forman parte de una iniciativa cada vez más grande para lograr que las mujeres desarrollen software en Senegal y otros países africanos.

Se han creado clubes de programación para mujeres de entre 5 y 24 años como parte de la campaña #RewritingTheCode. Esta iniciativa la puso en marcha la ONG Theirworld, que fue fundada por Sarah Brown, la esposa del exprimer ministro británico Gordon Brown. La idea es que las mujeres nacen con un código: un conjunto de expectativas según las cuales deben quedarse en casa y las carreras profesionales, sobre todo las tecnológicas, no son para ellas. Según la ONG Theirworld, hay que reescribir ese código.

Para Bitilokho Ndiaye, asesora de tecnología y género en el Ministerio de Correos y Telecomunicaciones de Senegal, las mujeres del país tienen mucho que ofrecer pese a esas barreras culturales. Ella también las vivió: desde su juventud, su familia esperaba de ella un buen desempeño en los estudios y en las tareas del hogar, algo de lo que sus hermanos estaban exentos. La frustración de querer tener éxito profesional y contar con tan poco tiempo la llevó a intentar luchar por una mayor igualdad para las mujeres. “Me puedo imaginar a una senegalesa como jefa de Google sin ningún problema”, afirma.

Formación digital para mujeres senegalesas

El gobierno senegalés está tan empeñado en lograr que las mujeres desarrollen carreras en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas que ha abierto nuevas universidades y ha organizado concursos de tecnología y jornadas de puertas abiertas en organismos del gobierno para mostrarles cómo es trabajar en tecnología. Cada vez se crean más puestos de trabajo en estos sectores. El gobierno quiere asegurarse de que las mujeres tengan la posibilidad de hacerse con esos empleos.

“Empezamos un programa para garantizar la formación de las mujeres en tecnología y en todo lo relacionado con lo digital, ya que nos dimos cuenta de que no hay muchas mujeres, jóvenes o adultas, en el sector. Además, estamos intentando inculcarles el espíritu emprendedor y darles herramientas para que se conviertan en empresarias tecnológicas”, dice Ndiaye.

“En cuanto a la infraestructura, no hay ningún obstáculo en Senegal. Los únicos obstáculos son los estereotipos socio-culturales y los prejuicios contra la presencia de mujeres en el sector tecnológico. Estamos tratando de terminar con ese estereotipo”, señala.

Todos los años, el Ministerio realiza un encuentro de emprendedoras donde cien mujeres jóvenes del sector de las telecomunicaciones exponen todo tipo de proyectos de tecnologías de la información y la comunicación, desde temas de salud y educación hasta de medio ambiente y derechos de las mujeres. El Ministerio elige las mejores ideas y las financia.

Se está construyendo un parque digital de 26 hectáreas en Diamniadio, la nueva “ciudad inteligente” de Senegal, en la que buscan atraer a empresas de todo el mundo para hacer crecer los negocios digitales locales y aumentar los servicios de administración electrónica del gobierno. Con los 80 millones de dólares de financiación procedentes del Banco Africano de Desarrollo, el gobierno espera crear al menos 35.000 puestos de trabajo para 2025.

Del intercambio de libros a la limpieza urbana

El impulso hacia el sector de la tecnología no viene solo del gobierno. La UNESCO en Dakar está ayudando a las mujeres jóvenes a desarrollar aplicaciones móviles como Sigeste. Las soluciones que se están desarrollando suelen dirigirse a resolver los problemas más locales.

Una de las apps ayuda a la gente a intercambiar libros, que son caros y escasos en Senegal, y además ofrece clases online. Otra ayuda a las mujeres a controlar la salud de sus bebés, compartiendo información con su médico y recordándoles las fechas de controles y vacunas.

Otra aplicación, aún en desarrollo, permitirá que los usuarios informen a las autoridades locales si ven basura en la calle. Y hay una que ayuda a encontrar a niños perdidos.

Según Moussoukoro Diop, una famosa bloguera senegalesa especializada en tecnología, el enfoque local es muy importante. Ingeniera electrónica, Diop se describe a sí misma como “un espíritu abierto, pero muy atada a la tradición”, que echa de menos su hogar y a su madre cada vez que viaja y que quiere detener el flujo de senegaleses que se van del país en busca de trabajo en Occidente: “Por encima de todo, quiero mostrar a los niños y a los jóvenes que, para tener éxito, no necesitan irse del país”.

De acuerdo con esta bloguera, “puedes quedarte en Senegal y que te vaya bien”. “Este es un tema muy importante para nosotros; la gente se va para probar suerte, pero pueden quedarse, ser felices y tener éxito; no quiero decir que el próximo Mark Zuckerberg o el próximo director de Google vaya a salir de Senegal, sino que podemos crear nuestras propias herramientas y exportarlas a todo el mundo”, asegura.

Diop cree que, para lograrlo, el país necesita prepararlos mejor para la realidad del mercado laboral actual y ayudarlos a emprender. “El espíritu emprendedor es realmente importante aquí porque es difícil encontrar exactamente el trabajo que uno quiere, e incluso si uno tiene un título, es posible que no encuentre trabajo”, explica.

“La gente se va de Senegal para buscar trabajo como empleados asalariados, pero hay muchas oportunidades para los emprendedores aquí. Es más importante prepararlos para eso que para ser simples empleados. El mercado laboral está cambiando, y la tecnología y el espíritu emprendedor van de la mano”.

Un camino que, de acuerdo con Ndiaye, las mujeres jóvenes senegalesas ya han comenzado, aunque tal vez pasen desapercibidas. “Las mujeres son dinámicas, crean cosas que tal vez aún no puedan percibirse, pero la contribución a la tecnología que harán las mujeres de aquí en Senegal y en el mundo va a sorprender. Cuando escuchas hablar a las mujeres, te das cuenta de que están de hecho más allá de lo que el Estado esperaba de ellas”.

Traducción de Francisco de Zárate