Colombia y Brasil están reforzando sus fronteras. Esta es la respuesta de los dos países a la crisis económica de Venezuela y a la escasez de alimentos que ha provocado un éxodo de migrantes desesperados. Brasil anunció el jueves que mandará más tropas a vigilar la frontera y comenzó a reubicar a miles de refugiados venezolanos, que han desbordado los servicios sociales de zonas fronterizas, hacia ciudades y pueblos del interior de Brasil.
“Esto es un drama humanitario. Los venezolanos están siendo expulsados de su país por el hambre y la falta de trabajos y medicinas”, dijo el ministro de Defensa de Brasil Raul Jungmann a los periodistas durante una visita en Boa Vista, que se encuentra en la zona norte de Brasil y hace frontera con Venezuela. “Estamos aquí para dar ayuda y para reforzar la frontera”.
Durante una visita a Cúcuta, que se encuentra en la frontera del noreste con Venezuela, el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció medidas para hacer más difícil a los venezolanos cruzar la frontera de manera ilegal o permanecer en el país como migrantes sin papeles. También envió 3.000 miembros más de seguridad a las regiones fronterizas.
En la segunda mitad de 2017, el número de venezolanos que se trasladaron a Colombia aumentó en un 62%, en torno a 550.000, según las autoridades de migraciones. Pero como resultado de las migraciones ilegales, algunas autoridades del país estiman que más de un millón de venezolanos han llegado al país desde que estalló la crisis económica de Venezuela en el año 2015.
“Colombia nunca antes ha vivido una situación como esta”, aseguró Santos durante la visita a Cúcuta, una ciudad fronteriza con 670.000 habitantes que es el principal centro receptor de migrantes venezolanos.
Santos culpó sin vacilar a Nicolás Maduro y a sus políticas socialistas que, según él, han provocado escasez de alimentos, hiperinflación, y un derrumbe de la moneda. Ahora, muchos venezolanos ganan el equivalente a unos euros al mes y tienen problemas para conseguir productos básicos como leche y pasta.
“Quiero decirle directamente al presidente Maduro: este es el resultado de tus políticas. No es culpa de los colombianos y es el resultado de tu negativa a recibir ayuda humanitaria, que ha sido ofrecida, y no solo por Colombia sino por parte de la comunidad internacional”, protestó Santos.
Según van llegando a Cúcuta, los venezolanos cansados y hambrientos a menudo venden sus pertenencias, entre las que se incluyen anillos de boda e incluso su pelo. Lo hacen para poder comprar comida. Algunos se trasladan a centros de acogida temporales, a los bancos de parques o dependen de los comedores vecinales de las iglesias.
Uno de los recién llegados, Jesús García, cuenta que renunció a su trabajo de mecánico industrial en la petrolera estatal de Venezuela en diciembre. La hiperinflación en Venezuela, que según el FMI alcanzará el 13.000% este año, hizo que no pudiera permitirse comprar comida para su mujer y sus dos hijos.
García llegó a Cúcuta el mes pasado y está buscando empleo en el campo del petróleo. Mientras tanto, ofrece música en un parque de la ciudad, tocando una armónica y cantando temas folclóricos con un compañero venezolano, que lo acompaña a la guitarra. Los transeúntes les lanzan a la funda abierta de la guitarra unos 10 euros cada día, que es más de lo que García ganaba en la petrolera de Venezuela.