Una planificación urbana caótica y las construcciones ilegales en Atenas han jugado un papel crucial en las mortales inundaciones repentinas que mataron a 20 personas la semana pasada, aseguran expertos griegos, mientras que las autoridades han prometido financiación de emergencia para las víctimas que se han quedado sin hogar por el desastre.
Alrededor de 1.000 propietarios de casas y empresarios cumplen los requisitos para recibir la asistencia, según los ingenieros del gobierno que se han encargado de inspeccionar los edificios.
“Todos los edificios que han sufrido daños recibirán fondos de emergencia de 5.000 euros, mientras que los negocios en la misma situación recibirán una suma de 8.000”, ha explicado este lunes el portavoz del gobierno, Dimitris Tzanakopoulus.
Cinco días después de que las inundaciones convirtiesen las carreteras de la ciudad en furiosos torrentes de barro y desechos, los equipos especializados en rescate continúan buscando a personas desaparecidas.
Aun no se han contabilizado a dos conductores que, según se cree, quedaron atrapados dentro de sus vehículos cuando se produjeron las lluvias torrenciales. La cifra de muertos aumentó el domingo cuando las unidades de socorro para situaciones de desastre encontraron dos cuerpos en un almacén de Mandra, en el barrio del oeste donde los daños fueron más generalizados.
La mayoría de los muertos eran personas mayores encontradas en sótanos que se habían inundado. Dos hombres fueron arrastrados por el mar en la bahía de Eleusis, a 18 kilómetros del centro de Atenas, por la fuerza de la lluvia.
Las pobres infraestructuras, entre lo que se incluyen los sistemas de drenajes, a menudo hacen que Atenas se inunde. Pero muchos creen que las carreteras de los barrios de Mandra, Megara y Nea Peramos se inundaron por culpa de la intervención del hombre.
La construcción descontrolada en las afueras de la capital griega ha hecho que muchos arroyos hayan sido sepultados por cemento, dejando ríos sin salida natural al mar. La falta de medidas contra inundaciones exacerbó el desastre.
Los geólogos describen las inundaciones como una tragedia que esperaban que pasase. En las últimas décadas se ha pavimentado una red de arroyos en las faldas de la montaña en la que se encuentran los vecindarios, incluyendo un tramo del lecho fluvial en el que las autoridades municipales han construido edificios.
“La tragedia es que en 1996 tuvimos dos víctimas en la misma zona [la de Mandra] precisamente porque el curso del agua había sido bloqueado”, recuerda Dimitris Papanikolaou, profesor emérito de Geología en la Universidad de Atenas.
Añadió que los peligros de inundación eran tales en Mandra, que habían sido un curso de estudio para sus doctorandos. “La naturaleza ya había alertado de que tal intervención era desastrosa, que no mantener el flujo natural de agua era desastroso”.
Aliki Mouriki, una importante socióloga, añade que las inundaciones habían sido muy reveladoras porque habían expuesto todas las “debilidades y patologías” del estado moderno griego. “De la manera más triste posible, no solo pone de relieve la falta de planificación urbana sino también de políticas urbanas para los pobres en zonas obreras”.
“Cuando las necesidades acuciantes de la gente no son satisfechas, recurren a sus propias soluciones –en este caso la construcción ilegal– sin tener en cuenta los aspectos medioambientales o el respeto a las normas y regulaciones”.
Traducido por Cristina Armunia Berges