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The Guardian en español

Corea del Norte, al borde de una catástrofe humanitaria por la COVID-19

Kim Jong-un en una visita a una farmacia en Pyongyang

Justin McCurry

Tokio —
18 de mayo de 2022 09:24 h

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Corea del Norte se encuentra al borde de una catástrofe por la COVID-19 a menos que se tomen medidas rápidas para suministrar vacunas y tratamientos farmacológicos, dicen los expertos, ya que el número de personas contagiadas parece llegar a casi 1,5 millones.

El aislado país ha informado de otro gran incremento en los casos de lo que sigue denominando “fiebre”, días después de admitir que se han identificado contagios por COVID-19 por primera vez desde el inicio de la pandemia.

Corea del Norte registró el martes 269.510 nuevos casos y seis muertes más, lo que eleva a 56 el número de fallecidos desde finales del mes pasado. Alrededor de 1,48 millones de personas en el país han contraído el virus desde que se notificara el primer caso el jueves pasado y al menos 663.910 personas están en cuarentena, según las cifras oficiales. Es casi seguro que el brote sea mayor que el recuento oficial, dada la falta de tests y recursos para controlar y tratar a los enfermos.

Un brote importante de COVID-19 podría desencadenar una crisis humanitaria en Corea del Norte, cuya economía ha sido golpeada por el cierre de su frontera con China —su principal socio comercial—, por los desastres naturales y por los años de sanciones económicas internacionales en respuesta a las pruebas de misiles balísticos.

Se cree que el Gobierno no ha vacunado a nadie y que tampoco tiene acceso a los medicamentos antivirales que se han utilizado para tratar la COVID-19 en otros países. Sus hospitales tienen pocos recursos de cuidados intensivos para los casos graves y la desnutrición generalizada ha hecho que los 26 millones de habitantes sean más propensos a contraer enfermedades graves.

“Tiene muy mala pinta”, dice Owen Miller, profesor de estudios coreanos en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres. “Se enfrentan a la propagación desenfrenada de ómicron sin la protección de las vacunas, sin mucha —o ninguna— inmunidad en la población y sin acceso a la mayoría de los medicamentos que se han utilizado para tratar la COVID en otros lugares”, explica.

Hasta ahora, las ofertas de ayuda exterior han sido contestadas con silencio. En su lugar, existe la preocupación de que el líder del país, Kim Jong-un, esté dispuesto a aceptar un número grande pero “manejable” de casos y muertes para evitar la apertura de su país al escrutinio internacional.

Desde que se informó de los primeros casos la semana pasada, la maquinaria propagandística de Corea del Norte ha presentado el virus como un enemigo al que se puede derrotar mediante cierres, cuarentenas y una mayor vigilancia. La agencia de noticias estatal KCNA ha informado de la entrega de medicamentos no especificados —“el elixir de la vida”— a las farmacias por parte de las unidades médicas del ejército. Asimismo, ha difundido campañas de salud pública en las que se llama a usar mascarillas e implementar el distanciamiento social.

Pero los niveles de tests están muy por debajo de lo necesario para hacerse una idea precisa del alcance del brote y para identificar y aislar rápidamente a los contagiados. Algunos analistas sospechan que las autoridades están deliberadamente reportando menos casos de los verdaderos para aliviar la presión sobre Kim. Según la Organización Mundial de la Salud, Corea del Norte solo ha realizado tests a 64.200 personas desde el inicio de la pandemia, frente a los 172 millones de la vecina Corea del Sur.

“Estimábamos una tasa de mortalidad de ómicron del 0,1% en Corea del Sur, pero va a ser significativamente mayor en Corea del Norte. Posiblemente llegue al 1%, aunque es difícil hacer predicciones precisas en este momento”, dice Jung Jae-hun, profesor de medicina preventiva en la Universidad de Gachon. Kim, que dice que el brote está causando una “gran confusión”, se ve obligado a equilibrar las medidas de salud pública con los esfuerzos por reactivar la maltrecha economía.

Un miembro del partido gobernante en la provincia de Hamgyong del Norte dijo que la gente seguía yendo a trabajar y que los mercados permanecían abiertos, informa la agencia japonesa Asia Press. “No hay prohibiciones para salir al exterior. Sin embargo, se nos ha ordenado usar doble mascarilla”, dijo el funcionario no identificado al sitio web, que recibe información de periodistas ciudadanos equipados con teléfonos móviles chinos de contrabando.

No interrumpir el trabajo

“La gente está yendo a las fábricas y a sus lugares de trabajo con normalidad. Las autoridades no quieren que el trabajo se vea interrumpido. La gente se somete a controles de fiebre cuando va y cuando vuelve del trabajo”, dice. La fuente señala que la gente estaba más preocupada porque le cerraran la puerta y le impidieran trabajar que por contraer la COVID-19: “A la gente le preocupa cómo sobrevivir”.

En un comienzo, algunos interpretaron la admisión por parte de Corea del Norte, que reconoció estar luchando contra el virus tras dos años negando haber identificado casos, como una petición de ayuda. Pero ya ha rechazado millones de dosis de vacunas a través de COVAX, un programa respaldado por la ONU, mientras que Corea del Sur dice que aún no ha recibido respuesta a su oferta de vacunas, medicamentos y personal médico realizada esta semana.

“Estoy seguro de que los norcoreanos seguirán siendo muy cautelosos a la hora de aceptar una ayuda internacional importante y de volver a la situación de los años 90, cuando había múltiples agencias de ayuda diferentes operando en el país y esto era percibido por los dirigentes como algo humillante y potencialmente desestabilizador”, dice Miller, y añade que es más probable que el régimen acuda a China en busca de ayuda médica.

La variante ómicron ha causado un número significativamente menor de muertes y casos graves que las cepas anteriores en países con altas tasas de vacunación, servicios médicos adecuados y exposición previa a la COVID-19. Sin embargo, es poco probable que ese patrón se repita en Corea del Norte, dice Kim Sin-gon, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Corea en Seúl. “Corea del Norte tiene muchas personas vulnerables que carecen de un sistema inmunitario fuerte”, dice. “Su tasa de inoculación oficial es cero y no tiene pastillas para el tratamiento de la COVID-19”, agrega.

Sin una ayuda internacional urgente, añade Kim, “Corea del Norte puede terminar con las peores tasas de mortalidad e infección registradas en todo el mundo durante la pandemia para el tamaño de su población”.

Este artículo fue escrito con información adicional de teletipos desde Seúl.

Traducción de Julián Cnochaert.

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