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Diez cosas que hemos aprendido de las elecciones francesas

1.- Ahora mismo poco importa quién obtuvo más votos en la primera ronda. Ahora mismo Marine Le Pen es tratada como la candidata que conquistó la recta final de esta elección presidencial. Si echamos un vistazo a muchos de los periódicos británicos podríamos llegar a pensar que es la ganadora o la candidata preferida –cuando, de hecho, el candidato perfecto parece ser Emmanuel Macron. La táctica llevada a cabo por nuestra prensa de derechas a favor de una fascista es más que alarmante. Simplemente la describen como a una política culturalmente y económicamente proteccionista. Pero en realidad es una candidata profundamente anti inmigración, que incluso llega a hablar de un choque de civilizaciones. Hace poco negó la participación de Francia en la captura de judíos en tiempos de guerra, judíos que después fueron asesinados en campos de concentración. Esto suena a las palabras de su propio padre describiendo el Holocausto como un “detalle” de la historia.

2.- La narrativa de la oleada de extrema derecha que recorre Europa puede ser, sino irreversible, sí alterada. La candidata favorita de Donald Trump y Nigel Farage no ganó. Geert Wilders no ganó. La extrema derecha austriaca no ganó. Macron ha ganado, poniendo en marcha otro partido. Con una falta de experiencia clara, puede que le resulte difícil dirigir la Asamblea: algunos dicen que Francia será ingobernable. Pero su victoria, efectivamente, anima a los globalistas pro europeos.

3.- Las encuestas estaban más o menos muertas. ¿Nos reconciliaremos con ellas, perdonaremos y olvidaremos?

4.- Macron hizo una importante diferenciación entre patriotismo y nacionalismo. Tú puedes amar a tu país sin querer ser un partido racista y contrario a la inmigración. Este tipo de populismo centrista, a imagen y semejanza del estilo Blair, es descaradamente liberal, hasta la médula. Y, por lo tanto, es una refutación del escenario que nos habían vendido como inevitable: el viraje de un continente entero hacia la derecha.

5.- El rechazo a las élites se manifiesta de diferentes formas. En Francia se ha manifestado con un claro rechazo a los partidos tradicionales. La pasokificación de la izquierda continua. Y los laboristas británicos tienen que tomar nota. Hace tiempo que vemos que los grandes partidos pueden perder su arraigo muy deprisa. La fantasía de un Macron británico –descrito a veces como un centrista, a veces como un centrista de izquierdas, a veces rechazado por ser una especie de banquero de la élite– es poderosa. ¿Se trata de un nuevo tipo de populismo centrista? 

6.- Parece que los franceses no van a ceder ante los últimos ataques terroristas. Solo Le Pen ha intentado utilizarlos para apuntalar sus apoyos. Los votantes franceses parecen ser capaces de razonar y matizar. Para ser honestos, no es así como vemos muchos al electorado británico, por ejemplo.  

7.- Puede que a Jean-Luc Mélenchon le haya ido bien con sus hologramas, pero su rápido rechazo a apoyar a Macron fue chocante y lamentable. La dura indecisión de la izquierda a pedir a sus votantes que dejen a los fascistas fuera de la carrera electoral deja un mal sabor de boca.

8.- Los británicos envidiamos un poco su sistema electoral. Ellos lo tendrán todo hecho en dos semanas. Nosotros seguiremos sumidos en esta elección eterna todavía unos meses más.

9.- Las amplias generalizaciones sobre el voto joven ya no sirven. La narrativa que apunta a que el voto Ukip/Brexit/Tory es cosa de generaciones más mayores no se repitió en Francia. Le Pen consiguió un razonable número de votos procedentes de votantes jóvenes. Estos estarán allí en las próximas elecciones. Así que mientras hay algún consuelo con la probable victoria de Macron, el Frente Nacional se ha convertido en una opción respetable.

10.- Los franceses son, simplemente, franceses. Son más sofisticados. Me encanta cuando Macron se define a sí mismo como un hombre “cultivado”. Esto significa que lee libros y que tuvo un romance con su profesora de francés y de teatro cuando él tenía 16 años. Ella se divorció de su marido y padre de sus tres hijos. Macron es un hombre que sabe lo que quiere. Esperemos que lo consiga. Vive la differénce.

Traducido por Cristina Armunia Berges