Gianfranco Formenton, cura en Umbria, región del centro de Italia, predica desde hace mucho contra el racismo y en defensa de los migrantes. Formenton sabe lo que es chocar con Matteo Salvini, el recién nombrado ministro de Interior y líder de la Liga, la formación de extrema derecha.
En respuesta a la retórica xenófoba del partido en 2015 –el año en que llegaron a Europa más de un millón de migrantes y 150.000 lo hicieron en las costas del sur de Italia–, Formenton puso un cartel en la puerta de su iglesia en San Martino di Trignano, una aldea en el pueblo de Spoleto, que rezaba lo siguiente: “Prohibida la entrada a racistas. ¡A vuestra casa!”.
El cartel desató inmediatamente la ira de Salvini, que escribió en Twitter: “¿Quizá el cura prefiere traficantes, dueños de esclavos y terroristas? Lástima para Spoleto y esta iglesia si este hombre [se llama a sí mismo] sacerdote”.
Se cree también que Formenton ha sido objeto de intimidaciones de simpatizantes de extrema derecha cuando su vicaría y su casa fueron asaltadas a principios de febrero, unos días después de que Luca Traini, un candidato fracasado de la Liga, hiriera a seis africanos en un tiroteo en la ciudad de Macerata.
Con el Partido Democrático, la mayor fuerza de izquierdas de Italia, asustado ante la postura mordaz de Salvini en inmigración y temiendo perder apoyo, los oponentes más fuertes al ministro de Interior son los sacerdotes como Formenton.
En un contexto de creciente adulación a Salvini, un católico que supuestamente va a misa, estos sacerdotes están luchando por convencer a los feligreses para que den la bienvenida a los migrantes.
“Tenemos una población que quiere la bendición de la Iglesia, procesiones y ritos religiosos, pero cada vez que el papa Francisco se acuerda de los migrantes o de los pobres, ellos dejan de escuchar”, señala Formenton a The Guardian.
“Hay una fuerza maligna de racismo y Salvini ha contribuido a ello. Ha sido un mago cultivando odio y manipulando la ira. Gente de todas las edades se ha vuelto racista por el clima en el que viven”, añade.
Consciente de que muchos de sus seguidores son católicos devotos, Salvini ha explotado la religión para aumentar su apoyo. El pasado domingo, el joven de 45 años volvió a rezar un rosario y juró por el Evangelio para ser “leal a su gente” mientras se dirigía a miles de votantes eufóricos en el mitin anual de la Liga, celebrado en Pontida, un pueblo en la región de Pontida, al norte del país.
Su discurso, durante el cual prometió crear una alianza europea contra la “inmigración masiva”, se produjo unos días después de que Mario Delpini, el arzobispo de Milán, pidiese más humanidad a los cristianos.
“¿Pueden ir a misa cada domingo e ignorar el drama que está ocurriendo frente a sus ojos?”, señaló Delpini.
En los pocos días transcurridos desde el discurso de Salvini, más de 200 personas se han ahogado en el Mediterráneo.
El papa Francisco también se manifestó después de que Salvini, que también es viceprimer ministro, impidiese en junio atracar al Aquarius en Italia, un buque de rescate con más de 600 personas a bordo. “Animo a quienes les brindan ayuda y espero que la comunidad internacional actúe de una manera unida y eficaz para prevenir las causas de la migración forzada”, afirmó el pontífice.
Al mismo tiempo, Salvini ha estado alimentando una relación con el cardenal estadounidense Richard Burke, un firme crítico del papa Francisco y defensor de Donald Trump, mientras este intenta construir un consenso dentro de la Iglesia.
“Me recuerda a los jefes mafiosos”
Cosimo Scordato, sacerdote en la iglesia de San Franceso, en Ballarò, un barrio de Palermo y hogar de muchos inmigrantes recién llegados a Sicilia, compara la utilización de Salvini de la imaginería religiosa con la que también hacían los jefes de la mafia.
“Sujetar un rosario frente a miles de seguidores me recuerda a los jefes mafiosos sosteniendo la Biblia”, afirma Scordato, que ha sido intimidado por la mafia. “Los mafiosos se creen portavoces de los valores cristianos, se sienten protegidos por la Iglesia y quieren demostrar a la gente que tienen a Dios de su lado”, añade.
Scordato señala que hace poco escribió una carta a Salvini animándole a ver a los inmigrantes como una oportunidad en un país con un índice de natalidad bajo y una población envejecida. No obtuvo respuesta.
Enzo Volpe, cura salesiano en Palermo, señala que los cristianos se han “olvidado del buen samaritano, que curaba y cuidaba a los pobres”.
“Jóvenes italianos se están mudando a Estados Unidos e Inglaterra en búsqueda de trabajo y oportunidades”, afirma Volpe. “¿Qué ocurriría si estos países parasen a los italianos en la frontera como Italia está haciendo con los africanos? ¿Cuál es la diferencia? ¿Es porque los africanos son negros?”, añade.
Luigi Ciotti, uno de los curas más famosos de Italia, organizó una protesta este fin de semana en la que invitó a la gente a llevar una camiseta roja, el mismo color que llevaba el niño de tres años Aylan Kurdi cuando su cuerpo ahogado fue arrastrado hasta una playa en Turquía en 2015.
“Rojo también significa parar”, señala. “Y nosotros tenemos que parar ahora mismo. Parar, reflexionar y mirar dentro de nosotros mismos. Tenemos que preguntar a nuestros corazones y conciencias: ¿en qué nos estamos convirtiendo?”.
A principios de esta semana, Alex Zanotelli, miembro de los misioneros combonianos en Verona, instó a los periodistas a informar sobre las tragedias de África y sensibilizar a los italianos sobre la difícil situación de los migrantes, que ahora son percibidos por muchos como “parásitos” e “invasores”. “Si los italianos no saben lo que está ocurriendo en África, no pueden entender por qué tanta gente huye de sus hogares arriesgando su vida”, señala Zanotelli.
Pero con un Partido Democrático que no expresa una firme oposición, la responsabilidad de luchar contra Salvini recae en los sacerdotes.
“El partido está dividido y no sabe cómo hacer frente a Salvini ni en que asuntos”, afirma Mattia Diletti, profesor de Políticas en la Universidad Sapienza de Roma. “Como la gente está tan conectada a él y al tema de la inmigración, existe el temor de que [oponerse a Salvini] podría ser peligroso”, añade.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti