Los ocho candidatos presidenciales de los dos partidos del país competían por los corazones, mentes y votos en Carolina del Sur y Nevada. Y si han servido de algo los resultados de la noche del sábado, es para que los estadounidenses empiecen a ver la campaña presidencial de 2016 como una oportunidad revolucionaria.
Recogemos unas cuantas claves que explican los acontecimientos que tuvieron lugar en la tercera ronda de la carrera hacia la Casa Blanca.
Los valores de la familia Bush no son suficientes
Casi cada candidato republicano a la presidencia ha aplaudido la campaña llevada a cabo por Jeb Bush, quien ha tirado la toalla después de hacerse con un amargo y decepcionante cuarto puesto en Carolina del Sur, un Estado que representó un feudo importante para la dinastía Bush.
Ted Cruz se refirió a él como “el hombre que impulsó una campaña basada en ideas y en la política y con sustancia - un hombre que no fue a la yugular ni participó en insultos y ataques”, en clara referencia a Donald Trump.
“Es el mejor gobernador de la historia de Florida, y rezo por que su servicio a nuestro país no haya terminado”, dijo Marco Rubio. El que fuese discípulo de Jeb Bush desbancó a su mentor y quedó segundo con un pequeño margen de diferencia frente a Cruz.
Ahora bien, a pesar de enarbolar unos principios contrarios a los de Trump –Bush afirmó, en repetidas ocasiones, ser el único candidato dispuesto a enfrentarse al multimillonario neoyorquino–, los votantes no quisieron, o pudieron, abrazar su causa. El triunfo de la estrategia de Cruz en los caucus de Iowa y, en cierta forma, en Carolina del Sur enfatizan la realidad de que jugar fuerte e incluso sucio es el arma más eficaz en una campaña como esta.
Clinton aplaca -por ahora- el efecto Bernie
Desde hace meses parecía seguro que Hilary Clinton se alzaría con facilidad en los caucus de Nevada. Una derrota el sábado habría supuesto una crisis existencial para la candidata, pero la victoria por menos de 10 puntos en un Estado heterogéneo de clase obrera como Nevada no era el precisamente el resultado que esperaba la exsecretaria de Estado.
Carolina del Sur y las primarias que se celebrarán en el llamado “supermartes” en las regiones del sur profundo pueden ser un terreno más hospitalario para la campaña de Clinton. Pero eso requiere el tipo de campaña que habitualmente ya no se repite tras las primarias de New Hampshire. Conclusión: ya se verá.
El establishment republicano aún no tiene candidato
Bush fue criticado con frecuencia por su egoísmo al usar su cueva de oro de Smaug para financiar su guerra particular contra Marco Rubio, el candidato preferido por el establishment del Partido Republicano para hacerse con la Casa Blanca en las elecciones generales.
Si Bush se retiraba, se asumía que el camino hacia la nominación de Rubio parecía expedito gracias al apoyo del establishment republicano. Pero aunque Bush haya abandonado, el gobernador de Ohio, John Kasich continúa en la carrera, impulsado por el sorprendente segundo puesto en las primarias de New Hampshire y preparado para una campaña de larga distancia hasta las votaciones en su Estado natal el 15 de marzo.
Incluso si Rubio hubiese conseguido todos los votos de Bush en Carolina del Sur, el senador de Florida se habría mantenido en un segundo puesto por detrás de Trump, quien ha conseguido un 32,5% de los votos. Rubio necesita cada voto que el electorado del establishment pueda ofrecer y Kasich no tiene intención de cederlos sin pelear. Mientras, el número de delegados para el magnate no para de crecer.
Trump facilita su camino hacia la elección
Sí, lo han leído bien. Con la excepción de las primarias en 2012, cada candidato que ha ganado dos de las tres primeras rondas ha asegurado su elección por el Partido Republicano.
Trump se ha asegurado una cifra de 29 delegados tras la victoria del sábado en Carolina del Sur y, con toda seguridad, obtendrá la mayoría de los otros 21 delegados de distrito del Estado. Como proclamó el empresario: “Ganar es precioso”.
Trump está a punto de hacerse con el doble de delegados que su rival republicano más inmediato. Cruz y Rubio quizá se burlen de los “expertos” que anuncian que Trump ganará, pero las matemáticas no mienten.
¿Quieres una revolución? Pues casi
Hace dos meses, el liderazgo de Clinton en Nevada se antojaba invencible. Hace seis meses, la sospecha de que el millonario Donald Trump pudiese vencer en dos primarias habría hecho que te encerraran en la habitación de un manicomio.
Y aquí estamos. El descontento con la clase política ya no se puede considerar como el enfado caprichoso de los eternos decepcionados. Ahora es la fuerza motriz que impulsa a las dos campañas en alza del panorama nacional.
Ah, y esperen la retirada de Ben Carson después de los caucus del martes en Nevada, o antes si tiene que pasar por casa para coger una muda de ropa limpia.
Traducción de Mónica Zas