Los problemas de Denise Ho con el Partido Comunista de China empezaron un domingo por la tarde; concretamente a las 17.58 horas.
En ese preciso instante, la reina de la música popular cantonesa, un género que se conoce coloquialmente como “cantopop”, vio imágenes en directo de cómo la policía lanzaba 87 proyectiles de gases lacrimógenos contra una marea humana que se manifestaba a favor de la democracia.
“No podía seguir de brazos cruzados mientras los demás luchaban”, explica la estrella, de 39 años. Recuerda las protestas estudiantiles de setiembre de 2014, que dieron lugar a la llamada Revolución de los Paraguas. Estas protestas fueron organizadas por el movimiento Occupy Central, que ha ocupado las calles de la antigua colonia británica. “Tenía que alzar mi voz y decir algo”, afirma.
Y así lo hizo.
En el transcurso de los 79 días siguientes, Ho visitó a diario el campamento levantado por el movimiento Occupy en Admiralty, el distrito financiero de Hong Kong, y se convirtió en una de sus defensoras más celebres y glamurosas.
Ho se ha transformado en la animadora más famosa del movimiento y no ha dudado en arriesgar su fama y defender el sufragio universal en Hong Kong y pedir al gobierno autoritario de Pekín que haga más concesiones.
“Estos estudiantes no piden cosas sin importancia para ellos; están luchando para defender los derechos del pueblo de Hong Kong”, explicó en una entrevista. “Los adultos también debemos unirnos a esta lucha”.
De artista a activista
Han pasado dos años y Ho –una estrella cuyas actuaciones sobre el escenario no dejan a nadie indiferente y que ha lanzado éxitos tan sorprendentes como Angel Blues y We Stand as One–, se ha instalado como una respetada defensora de los valores democráticos. Sus seguidores veneran su discurso sin tapujos, mientras que en el Partido Comunista sus palabras han provocado reacciones de ira.
“No forma parte de ninguna estrategia”, explicó la cantante a The Guardian en una entrevista que se llevó a cabo en su estudio de grabación, situado en el sur de la isla de Hong Kong. Ho reflexionó sobre su transformación de artista a activista.
Denise Ho Wan-sze nació en Hong Kong en 1977 pero creció en Quebec, ya que su familia emigró a Canadá cuando ella tenía 11 años.
“Creo que les daba miedo que Hong Kong volviera a pertenecer a China”, indica en referencia a la decisión de sus padres de dejar la colonia británica en vísperas de este momento histórico que tuvo lugar en 1997: “Muchas personas optaron por irse”.
Meses antes de que Hong Kong volviera a pertenecer a China, la aspirante a cantante regresó a su ciudad natal porque soñaba con convertirse en una artista famosa. Participó en un concurso para cantantes en televisión y una de las juezas, la cantante pop Anita Mui, conocida como “la Madonna de Asia”, reparó en su talento.
“Se convirtió en mi mentora”, indica. Recuerda que Mui, una artista muy proactiva que en su momento apoyó a los manifestantes de la plaza Tiananmen y falleció de cáncer en 2003, la ayudó a impulsar su carrera.
Han pasado casi veinte años y Ho ha formado un ejército leal de seguidores en su ciudad natal, ha grabado más de una veintena de discos y también se ha labrado una carrera como actriz de cine y de televisión. En 2007, se convirtió en la voz cantonesa de Bart Simpson en el film sobre Los Simpsons.
Hasta no hace mucho, también tenía una base de seguidores en la China continental, y en 2010 lanzó su primer disco en mandarín, El poema anónimo. La cantante ha explicado que desde 2014 el 80% de sus ingresos proceden de la China continental.
La aparición del movimiento de los paraguas, así como la decisión de Ho de unirse a este grupo, pueden acabar por socavar los esfuerzos de la cantante por hacerse un hueco en el mercado de la China continental.
“No muerdas al que te da de comer”
Indignada por los intentos de la policía de silenciar estas protestas, Ho se ha convertido en un rostro habitual en los campamentos de los manifestantes. Junto con otro conocido cantante pop, Anthony Wong, grabó la canción Raise Your Umbrellas (alzad vuestros paraguas), que se ha convertido en el himno del movimiento.
“Estamos en primera línea de fuego, llenos de coraje aunque el futuro sea sombrío”, cantan en una de las estrofas. “Quién nos hubiera dicho que para ver deberíamos abrir nuestros ojos en una nube de gas lacrimógeno”.
En su libro “Umbrellas in Bloom” (paraguas que florecen), Jason Ng habla de las protestas y recuerda que muchos otros cantantes pop se negaron a unirse al movimiento de protesta por miedo a las represalias del gobierno y a perder la posibilidad de triunfar en la China continental.
“Sin embargo, Wong y Ho mostraron sus agallas, arriesgaron sus carreras y defendieron la justicia social, y al hacerlo se hizo todavía más evidente el silencio de los otros cantantes que optaron por esconderse”, escribe Ng.
El precio a pagar por quien critique abiertamente al Partido Comunista es muy elevado. El periódico de Hong Kong South China Morning Post advirtió a Ho de que se estaba suicidando profesionalmente.
Efectivamente, las reacciones contra las críticas de Ho no se hicieron esperar. Xinhua, la agencia de noticias del gobierno de Pekín, publicó un editorial en el que abogaba por boicotear a artistas que, como Ho, se muestran contrarios al gobierno. “No muerdas al que te da de comer”, sentenciaba.
A principios de año los ataques subieron de tono después de que la cantante se reuniera con el Dalai Lama, el principal azote de Pekín, y publicara una fotografía del encuentro en las redes sociales. Los medios de comunicación progubernamentales reaccionaron con agresividad y la acusaron de “dañar la imagen de China”.
Fuego cruzado
Ho se encoge de hombros cuando le preguntan si le afectan los insultos. “La verdad es que no mucho”, afirma entre risas. “Me he convertido en el blanco de ataque de mucha gente, no solo del Partido Comunista de China”.
Ho explica que los manifestantes más radicales también están enfadados con ella por haber mostrado su compromiso con la lucha pacífica y defender que ésa es la mejor vía para luchar contra la opresión del gobierno.
“Recibo puñaladas de ambos lados”, indica Ho, que hizo pública su homosexualidad en 2012 en el transcurso de una actuación y que cree que el hecho de que la prensa sensacionalista hubiera estado especulando sobre su orientación sexual durante años la ha ayudado a ser impermeable a las críticas.
Han pasado dos años desde que Ho se uniera a la lucha por conseguir el sufragio universal en Hong Kong. La cantante señala que todos aquellos que afirmaron que su carrera se hundiría se han equivocado.
Tras unirse al movimiento de los paraguas, terminó su relación con la compañía discográfica que había tenido hasta ese momento. “El responsable de la compañía estaba en contra de mi decisión”, señala: “Así que decidimos tomar caminos distintos”.
Ahora son escasas las invitaciones para que actúe en China continental y algunas plataformas de streaming chinas, entre ellas iTunes, filtran o borran sus canciones.
A pesar de todo ello, Ho continua con su carrera musical, ahora a través de su propio sello discográfico, Goo Music, y dará cuatro conciertos en el Hong Kong Coliseum en octubre. Este espacio tiene un aforo para más de 12.000 personas y las entradas están agotadas.
“Al final, no fue un suicidio”, concluye: “Yo diría que más bien ha sido como volver a nacer y empezar una carrera musical completamente distinta”.
El rechazo de Lancôme
Sin embargo, una reciente polémica, que ha salpicado a la empresa de cosméticos Lancôme, ha mostrado las consecuencias que tiene plantar cara a Pekín. En junio, la empresa de cosméticos decidió cancelar un concierto en el que iba a actuar Ho después de que un periódico progubernamental insinuara que sus productos podrían ser boicoteados si la activista se convertía en el rostro de la compañía.
Lancôme se deshizo de la cantante y canceló el concierto “por motivos de seguridad”. “Mi opinión es que lo hicieron por miedo a perder el mercado chino”, explica Ho. La cantante critica a Lancôme por el hecho de haber propagado la noción de que la sociedad debe rendirse y no dar su opinión para evitar ser víctimas de lo que ella llama “el terrorismo de guante blanco”. “Me parece inaceptable”, afirma.
Cuando se acerca el XX aniversario de la devolución de Hong Kong a China, Ho explica que su principal preocupación es la ira que van acumulando los jóvenes activistas.
“Se sienten desesperanzados”, lamenta. También menciona el presunto secuestro de un vendedor de libros por parte de las autoridades chinas y la decisión de impedir que seis políticos que defienden la independencia de Hong Kong puedan convertirse en parlamentarios.
“Esto no debería tener cabida en Hong Kong. Se está convirtiendo como la China continental, ya que así es como funcionan las cosas allí. En Pekín las autoridades no dan explicaciones”, indica.
Ho no duda en publicar columnas de opinión en periódicos que defienden la democracia, como el Apple Daily, e insta a sus seguidores y a los lectores a defender sus derechos civiles. “Tenemos la responsabilidad de defender los valores que son la esencia de nuestra ciudad, no digan que no tienen opción porque todos la tenemos”, sentencia.
También se acerca el segundo aniversario del movimiento de los paraguas y Ho admite sentirse frustrada por el hecho de que muchos afirman que esta revolución ha fracasado. Atribuye esta percepción al hecho de que el sistema educativo de Hong Kong siempre se ha centrado en los resultados cuantificables.
“Esto es lo que nos enseñan, que si haces algo y no obtienes un resultado inmediato, has fracasado. Lo cierto es que esta no es la percepción que tienen otros países del mundo, y más si tienes en cuenta que nos enfrentamos a una maquinaria gigantesca, el Partido Comunista de China”.
Ho cree que los tres meses de protestas estudiantiles sirvieron para que los más jóvenes tomaran conciencia, y representa un primer paso hacia la democracia. “El movimiento de los paraguas ha conseguido cambiar a toda una generación, en los últimos 30 o 40 años esto era inimaginable en Hong Kong”, afirma.
Tras las protestas, Ho estuvo sopesando la posibilidad de entrar en política y presentarse como candidata al parlamento de Hong Kong, que ya cuenta con varios integrantes del movimiento de los paraguas, entre ellos el líder estudiantil Nathan Law, cuya victoria fue percibida como un voto de castigo.
Sin embargo, la estrella decidió que lo suyo no era redactar discursos sino componer canciones y usarlas para difundir un mensaje de esperanza y solidaridad que pueda calmar la creciente frustración que sienten los jóvenes de Hong Kong.
“Debemos reflexionar sobre qué hacer con la rabia que sentimos”, indica: “En mi caso, debo canalizarla y utilizarla para componer canciones, creo que esta es mi misión”.
Traducción de Emma Reverter