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Los ejércitos de trolls se convierten en un factor imprescindible de la política de Indonesia

Kate Lamb

Yakarta —

Para que parecieran reales, Alex les daba a sus cuentas falsas un toque de humanidad. Entre los tuiteos políticos, sus avatares –la mayoría representados por hermosas jóvenes indonesias– se lamentaban por problemas amorosos o subían fotos de sus desayunos.

Pero estas cuentas falsas no estaban hechas por diversión. A Alex y su equipo les decían que era parte de una “guerra”.

“Cuando estás en guerra, usas cualquier cosa que tengas disponible para atacar a tu oponente”, afirma Alex en una cafetería en el centro de Yakarta, “pero a veces me daba asco de mí mismo”.

En 2017, durante varios meses, Alex, cuyo nombre ha sido cambiado para preservar su identidad, alega haber sido uno de las más de 20 personas que trabajaban dentro de un ejército secreto de trolls que publicaban mensajes desde cuentas falsas de redes sociales para ayudar a que el entonces gobernador de Yakarta, Basuki Tjahaja Purnama, conocido como Ahok, fuera reelegido.

“Nos dijeron que creáramos cinco cuentas de Facebook, cinco de Twitter y una de Instagram”, explicó a the Guardian. “Y nos dijeron que todo debía ser secreto, que estábamos en medio de una ‘guerra’ y que teníamos que cuidar el campo de batalla y no decirle a nadie qué hacíamos en nuestro trabajo”.

Las elecciones de Yakarta –en las que el gobernador en funciones Ahok, chino y cristiano, competía contra Agus Yudhoyono, hijo del expresidente, y el exministro de Educación, Anies Baswedan– generaron divisiones religiosas y raciales que culminaron en manifestaciones islámicas masivas y la acusación de que se estaba utilizando a la religión para sacar provecho político. Los manifestantes pedían que Ahok fuera enviado a la cárcel por blasfemar.

Las manifestaciones fueron promovidas por un sospechoso cibermovimiento conocido como el Ejército Cibernético Musulmán, o MCA (por sus siglas en inglés), que utilizaba cientos de cuentas falsas o anónimas para difundir contenido racista o extremista islámico con el fin de impedir que los votantes musulmanes apoyaran a Ahok.

Alex dice que su equipo fue contratado para contrarrestar ese aluvión de sentimiento antiAhok, incluyendo hashtags que criticaban a candidatos de la oposición o ridiculizaban a sus aliados islámicos.

El equipo de Alex, compuesto de seguidores de Ahok y estudiantes universitarios que eran atraídos por el generoso salario de 240 euros al mes, supuestamente trabajaban en una “casa de lujo” en Menteng, en el centro de Yakarta. Cada uno debía publicar entre 60 y 120 veces por día en sus cuentas falsas de Twitter, y un par de veces al día en Facebook.

“Fuerzas Especiales”

In Indonesia – which ranks among the top five users of Twitter and Facebook globally – they are what are known as a “buzzer teams” – groups which amplify messages and creates a “buzz” on social networks. While not all buzzer teams use fake accounts, some do.

En Indonesia –que está entre los cinco países del mundo con más cuentas de Twitter y Facebook– existen lo que se conoce como “ejércitos de trolls”, grupos que amplifican mensajes y  generan “alboroto” en las redes sociales. Si bien no todos utilizan cuentas falsas, algunos sí lo hacen.

Alex dice que su equipo de 20 personas, cada uno con 11 cuentas en redes sociales, genera hasta 2.400 publicaciones en Twitter por día.

Se dice que la operación estaba coordinada a través de un grupo de WhatsApp llamado Pasukan Khusus, que significa “Fuerzas Especiales” en indonesio, que Alex calcula que constaba de 80 miembros. Al equipo le suministraban contenido y los hashtags que debían promocionar aquel día.

“No querían que las cuentas fueran anónimas, así que nos hacían utilizar fotos para los perfiles. Las fotos las cogíamos de Google, o a veces utilizábamos fotos de nuestros amigos, de Facebook o de grupos de WhatsApp”, afirma Alex. “También nos decían que utilizáramos imágenes de mujeres hermosas para que el material resultara más atractivo, así que muchas cuentas eran así”.

En Facebook incluso montaron cuentas utilizando como foto de perfil imágenes de actrices extranjeras famosas, que inexplicablemente aparecían como fanáticas de Ahok.

Supuestamente, al equipo de trolls le dijeron que “sólo era seguro” publicar desde Menteng, donde operaban desde diferentes habitaciones.

“La primera sala era para contenido positivo, donde publicaban contenido positivo sobre Ahok. La segunda era para contenido negativo, donde difundían contenido negativo y discurso de odio contra la oposición”, relata Alex, que dice que eligió estar en la sala positiva.

Muchas de las cuentas sólo tenían unos cuantos cientos de seguidores, pero al lograr que sus hashtags fueran tendencia, a menudo a diario, lograban aumentar artificialmente la visibilidad de la plataforma. Al manipular Twitter podían influenciar a los usuarios reales y en los medios de comunicación indonesios, que suelen analizar los hashtags que hacen tendencia como un barómetro del humor nacional.

Pradipa Rasidi, que en ese momento trabajaba en el ala juvenil de Transparencia Internacional en Indonesia, notó el fenómeno cuando estaba estudiando las redes sociales durante la campaña.

“A primera vista, parecen cuentas normales pero sus tuiteos son casi exclusivamente políticos”, dijo.

Rasidi entrevistó a dos trolls de Ahok, que le detallaron el mismo uso de cuentas falsas que describió Alex. Ninguno de ellos aceptó hablar con the Guardian.

Un estratega de las redes sociales que trabajó en la campaña de un oponente de Ahok afirmó que la industria de los trolls es enorme.

“Algunas personas que tienen cuentas muy influyentes pueden recibir hasta 1.200 euros por un solo tuiteo. O, si quieres tener un tema en tendencia en un par de horas, eso cuesta entre 60 y 235 euros”, explicó Andi, que sólo quiso ser identificado con su primer nombre.

Utilizando un estudio sobre la industria de los trolls en Indonesia, investigadores del Centro para la Innovación e Investigación Política (CIPG) dicen que todos los candidatos de las elecciones de Yakarta de 2017 utilizaron ejércitos de trolls y al menos uno de los oponentes de Ahok hábilmente creó “cientos de bots” que se conectaban para apoyar a determinados sitios web.

La campaña de Baswedan negó haber utilizados trolls o bots. Un portavoz de Yudhoyono aseguró que no violaron ninguna ley de campaña.

Calumnias, odio y engaños

Las autoridades han tomado medidas contra las noticias falsas y la difusión de discurso del odio en internet, pero los trolls, que operan en una zona ambigua, se han escurrido por grietas legales.

Incluso el gobierno utiliza estás tácticas. La cuenta de Twitter @IasMardiyah, por ejemplo, que Alex dice que fue utilizada por su equipo de trolls proAhok, ahora publica constantemente mensajes a favor del gobierno y propaganda del presidente Joko Widodo, en general retuiteos sobre infraestructura indonesia y éxitos diplomáticos, o la necesidad de proteger la unidad nacional.

Utilizando el avatar de una mujer joven con un pañuelo en la cabeza y gafas de sol, la cuenta tuitea casi exclusivamente contenido a favor del gobierno con los correspondientes hashtags.

Recientemente, la cuenta ha publicado sobre la elección de Indonesia para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la lucha contra el terrorismo, el aumento de las exportaciones agrícolas, un aeropuerto nuevo en Java Occidental, los Juegos Asiáticos que se celebran el mes próximo, pero también sobre temas sensibles como Papúa Occidental.

The Guardian pidió un comentario al portavoz presidencial, pero éste no respondió.

Un portavoz de Twitter se negó a detallar exactamente cuántas cuentas falsas han identificado en Indonesia o eliminado de su plataforma el año pasado. La empresa afirmó que ha “desarrollado técnicas y patentado un software que detecta los mensajes automáticos maliciosos”.

Alex dice que no puede decir con seguridad si su equipo tuvo éxito, dado que Ahok perdió las elecciones y acabó en la cárcel.

Ulin Yusron, portavoz del equipo de campaña de Ahok, se negó a hacer algún comentario sobre las acusaciones específicas, pero sí aseguró que la campaña fue “muy dura”.

“El uso de calumnias, odio y engaños [noticias falsas] fue enorme,” le dijo a the Guardian. “Naturalmente, el equipo se fortaleció con un equipo que cubría además las redes sociales. Esto no es algo nuevo en política”.

El investigador Rasidi dijo que los ejércitos de trolls operan de la misma forma que el cotilleo.

“Cuando todos están hablando de lo mismo, puedes llegar a pensar que quizás es cierto, que quizás haya algo de verdad en ello. Así funciona el impacto que generan”.