El derrumbe del puente de Génova pone en el punto de mira a todas las infraestructuras italianas
El derrumbe del Puente Morandi que este martes provocó la muerte de 39 personas en Génova es el último síntoma de los problemas de infraestructura italianos. Según las cifras del instituto de estadísticas de Italia, hay más de dos millones de hogares inestables en el país. En los últimos cinco años, más de 156 techos de colegios se han venido abajo.
Considerado una joya de la ingeniería cuando se inauguró en 1967, el Puente Morandi es el duodécimo en derrumbarse desde 2004. Solo en los últimos cinco años han caído cinco.
Muchos de los problemas vienen de los años 60, cuando durante el auge de la construcción se levantaron puentes, carreteras, edificios y escuelas. A menudo, con la intervención de la mafia, que usaba materiales débiles o baratos para maximizar los beneficios.
Para Maurizio Carta, profesor de planificación urbana en la Universidad de Palermo, “no hay duda de que el auge de la construcción de la década de los 60 contribuyó a exacerbar la situación”: “Se construyó mucho en esa época, en todos lados y no siempre con los estándares adecuados (…) Construimos en áreas frágiles, en cauces de ríos, en zonas propensas a deslizamientos de tierra, en acantilados y en áreas de alto riesgo hidrogeológico y sísmico, por no hablar de zonas con infraestructura pesada cerca… Eso aumentó el riesgo para las personas que vivían allí, lugares donde para empezar no deberían estar viviendo”.
La tragedia en Messina
Uno de esos grupos de personas es el formado por los que viven bajo el Puente Morandi. Como ha dicho el alcalde de Génova, sus hogares peligran y deben ser evacuados. Los que no tuvieron tiempo para la evacuación fueron los residentes de Messina, una provincia en el norte de Sicilia, cuyos hogares fueron arrastrados por inundaciones y deslizamientos de tierra en 2009. Las casas habían sido edificadas en una zona de alto riesgo hidrogeológico que llevaba años con repetidos corrimientos de tierra. La tragedia dejó 37 muertos y 95 heridos.
Los edificios y las carreteras del sur de Italia son las que más riesgo tienen. Según los expertos, no es ninguna coincidencia. En esa zona, las constructoras trabajaron durante décadas en connivencia con la mafia y usando “cemento sin fortificar” (con muy poco hormigón y una cantidad desproporcionada de agua y arena). El beneficio por cada pilón o kilómetro estaba garantizado. El problema vendría después, cuando esos puentes y carreteras comenzaron a desmoronarse a medida que pasaba el tiempo.
De los doce puentes que se cayeron en los últimos años, cuatro estaban en Sicilia y dos han sido investigados por los fiscales debido al uso de cemento sin fortificar. En Calabria, decenas de puentes y túneles están bajo escrutinio por el mismo motivo. El último de ellos es un puente en una salida de la carretera 106, cerca de Germaneto, que ha sufrido varios derrumbes parciales.
“Analizando el núcleo en las muestras de túneles y puentes, he encontrado bloques de cemento cuya resistencia es tres veces inferior a la norma”, dijo al periódico The Guardian el fiscal jefe anti mafia de Catanzaro, Nicola Gratteri. “Fueron obras públicas llevadas a cabo por la ’Ndrangheta. Aquí en Calabria la mafia ha controlado el sector de la construcción desde los años sesenta y hoy controla todo el negocio del hormigón. Después del tráfico de drogas, la construcción es la segunda actividad más rentable para la ’Ndrangheta”.
Vito Ciancimino, jefe mafioso del clan Corleonesi, se convirtió en responsable de obras públicas de Palermo en 1959 y ordenó la demolición de espléndidas mansiones del siglo XIX para sustituirlas por grises y lúgubres construcciones de bajo coste. Las heridas que la mafia infligió en la arquitectura de la ciudad son profundas y visibles. A ese período arquitectónico hoy se le conoce como el del “saqueo de Palermo”.
Como dice Carta, “con el paso de los años, las construcciones levantadas por la mafia comienzan a derrumbarse, las estructuras de apoyo empiezan a desmoronarse”: “El yeso se desmorona y las estructuras más altas se desploman”.
¿Qué pasa con las viviendas?
De acuerdo con un estudio de la asociación de comerciantes y artesanos italianos Confartigianato, una quinta parte de las viviendas italianas está en malas condiciones o corre riesgo de derrumbarse igual que el edificio de apartamentos que se cayó la noche del 7 de julio de 2017 en la ciudad de Torre Annunziata (cerca de Nápoles), provocando la muerte de ocho personas.
Pero el cemento sin fortificar no es la única causa de los desastres. El puente que se derrumbó en Lecco en octubre de 2016 y provocó la muerte de un hombre que conducía a casa desde el trabajo, no tenía cemento sin fortificar. Tampoco hubo ningún jefe mafioso detrás de la construcción del puente de Fossano, caído en abril de 2017.
Hay unos 300 puentes en riesgo de derrumbe en Italia y todos requieren una gran cantidad de dinero para un mantenimiento que, de acuerdo con los expertos, podría no resolver nunca los problemas estructurales. La empresa a cargo del Puente Morandi, Autostrade per l'Italia, había lanzado en mayo un concurso público de 20 millones de euros para reparaciones de seguridad, el último en una serie de trabajos de mantenimiento que llevaba años.
Según el Consejo Nacional de Investigación [el organismo público de investigación científica y tecnológica italiano], gran parte de la infraestructura construida en Italia en los años cincuenta y sesenta está en peligro simplemente por los años que tiene. De acuerdo con los expertos, la vida útil de los materiales usados, como el hormigón armado o como el hormigón pretensado, es de entre 50 y 60 años. Toda una paradoja que haya estructuras de 40 años desmoronándose en el país del Coliseo, los acueductos romanos y las iglesias de 1.000 años.
“Hemos usado materiales destinados a deteriorarse rápidamente, como los del puente de Génova”, dice Antonio Bercich, profesor de la Universidad de Génova. Hace dos años, Bercich advirtió por primera vez por los riesgos del Puente Morandi. “Los expertos en ingeniería de las décadas pasadas creían que el hormigón armado permitiría construir pequeños coliseos que durasen para siempre. No ha sido así. Hay estructuras de esos años que ahora deberían ser demolidas”.
Construido en torno al 440 antes de Cristo, el Templo de Concordia es uno de los templos griegos mejor conservados del mundo. Está localizado en la ciudad de Agrigento, al sudoeste de Sicilia, a pocos kilómetros de un puente de cuatro mil metros que hubo que cerrar el año pasado por riesgo de derrumbe. La construcción del puente terminó en 1970. El ingeniero se llamaba Riccardo Morandi.
Traducido por Francisco de Zárate