El número de niños reclutados para luchar en conflictos de Oriente Medio y el Norte de África se ha duplicado en un año, según ha revelado un análisis de la ONU. El incremento de niños soldado en Siria, Yemen, Irak y otros países proviene de años de violencia, desplazamientos y falta de servicios básicos, reduciendo así las posibilidades de salir adelante para las familias, según Unicef.
Al menos uno de cada cinco niños en la región –28 millones en total– necesitan asistencia humanitaria de inmediato. Más del 90% de estos niños viven en países afectados por conflictos, y en algunos casos las familias mandan a sus hijos a luchar.
“Sin un fin a la vista para estos conflictos, y con el declive de los recursos económicos de las familias, muchos no tienen otra alternativa que enviar a sus hijos a trabajar o casar pronto a sus hijas”, explica Geert Cappelaere, director regional de Unicef. “El número de niños afiliados a la lucha ha hecho más que duplicarse”.
La agencia ha dicho que ha presenciado anteriormente casos en los que niños han trabajado de porteadores, guardas, o de paramédicos, pero que ahora está viendo cómo ocupan roles más activos, llevando armas, encargándose de puestos de control y siendo entrenados como soldados asalariados. El número de niños reclutados para luchar creció de 576 en 2014 a 1.168 en 2015, según cifras verificadas por la ONU.
La situación en Yemen es particularmente grave, con cinco veces más niños reclutados para conflictos armados en 2015 en comparación con el año anterior, aunque en Unicef creen que esta cifras son una estimación a la baja. En Sudán y en Libia también estaban siendo reclutados niños como soldados.
Años de violencia, desplazamientos y falta de servicios básicos han afectado principalmente a los niños y amenazan con afectar su desarrollo normal, según Unicef. “El conflicto sigue privando de su infancia a millones de niños y niñas”, afirma Cappelaere. “Décadas de progreso están en peligro de verse revertidas a lo largo de Oriente Medio y el Norte de África.”
Las infraestructuras civiles –incluidos hospitales e instalaciones sanitarias, de agua, y de energía– han sido objeto de ataques en países como Yemen, Siria, e Irak. Millones de familias se han visto obligadas a huir de sus hogares, algunas de ellas en repetidas ocasiones, y bajo fuego.
La semana pasada, la ONU comunicó que 1.700 niños, algunos de hasta 10 años, han sido reclutados para luchar en el conflicto de Yemen que ya va por su tercer año. La deteriorada situación del país lo convierte en la peor crisis humanitaria del mundo, con casi 18,8 millones de personas necesitadas de ayuda y siete millones al borde de la hambruna.
Más de la mitad de las instalaciones médicas del país están fuera de servicio, las instalaciones de agua han sido destruidas y más de 15 millones de niños carecen de infraestructuras sanitarias y de agua. El país se encuentra asolado por el peor brote de cólera del mundo, con más de 610.00 casos hasta la fecha. Más de 2.000 personas han muerto desde abril del año pasado de esta infección bacteriana –muy contagiosa pero curable–, con miles de casos nuevos cada día.
Dentro de Siria y de otros países receptores de refugiados, como el Líbano o Jordania, alrededor de 12 millones de niños sirios precisan de ayuda humanitaria, según Unicef. Aproximadamente dos millones de niños en Siria viven en zonas de difícil acceso o sitiadas, que han recibido asistencia humanitaria escasa en los últimos años.
En Irak, más de cinco millones de niños necesitan asistencia al intensificarse las luchas, como en los casos de Tel Afar y de Mosul. Necesitan comida, refugio y educación.
En la franja de Gaza, la actual crisis energética ha reducido el acceso al agua en un 30%. Se han duplicado en tres meses los casos de diarrea en niños, según ha comunicado la agencia de la ONU.
“Los niños en Oriente Medio y el Norte de África han sufrido niveles de violencia sin precedentes y han sido testigo de horrores que nadie tendría que presenciar. Si la violencia y las guerras continúan, las consecuencias –no sólo para la región sino para el mundo en general– serán nefastas. Los líderes mundiales tienen que esforzarse mucho más para poner fin a la violencia por el bien de los niños y las niñas y de su futuro,” afirma Cappelaere.
La semana pasada, cifras de Unicef mostraron cómo está afectando la guerra a las oportunidades educativas de la infancia. Los conflictos en Irak y en Siria han significado que 3,4 millones de niños más no puedan ir a la escuela, haciendo que el número de menores no escolarizados en Oriente Medio y el Norte de África vuelva a niveles del año 2007: 16 millones de niños.