Dvornikov, el general ruso que cambió el rumbo de la guerra en Siria y ahora dirigirá la invasión en Ucrania
Descrito como un general de la “vieja escuela” y como un “nacionalista de sangre y tierra”, Aleksander Dvornikov, de 60 años, se formó en las doctrinas militares soviéticas que consideran la destrucción de objetivos civiles como una forma de ganar impulso en el campo de batalla
Descrito como un general de la “vieja escuela” y como un “nacionalista de sangre y tierra”, Aleksander Dvornikov, de 60 años, se formó en las doctrinas militares soviéticas que consideran la destrucción de objetivos civiles como una forma de ganar impulso en el campo de batalla.
Dvornikov es un oficial de carrera que ha ido ascendiendo desde sus comienzos en 1982 como comandante de pelotón. Antes de ser colocado al frente de las tropas rusas en Siria, luchó en la segunda guerra de Chechenia y ocupó varios puestos de alto nivel. En septiembre de 2015, Putin le encomendó la misión urgente de estabilizar la posición del Ejército del régimen sirio, que Moscú y Teherán creían a punto de caer ante la oposición.
En Ucrania, la decisión de imponer un nuevo liderazgo en el campo de batalla llega tras el fallido intento de las tropas invasoras de tomar Kiev y cuando Rusia prepara el que se espera sea un intento mayor y más centrado en ampliar el dominio ruso en la región del Donbás, al este del país.
Bombardeos sobre infraestructura civil
En Siria, una de las primeras acciones de Dvornikov fue montar una base aérea cerca de la costa noroeste desde la que los bombarderos arrasaron pueblos y ciudades de la provincia de Idlib. En gran medida, la caída de Alepo, la segunda ciudad Siria, se debió a los ataques de la aviación rusa desde esta base de Jmeimimy tuvieron como objetivo habitual hospitales, colegios, colas del pan y otros puntos clave para la población civil.
Dvornikov instaló baterías antiaéreas que dieron a los aviones rusos y sirios la supremacía aérea sobre Idlib, y se llevaron a cabo bombardeos destructivos durante los últimos cinco años. Varios de los militares que pilotaban cazas rusos en la guerra de Siria han sido derribados en Ucrania.
El general también es responsable de la campaña rusa contra el ISIS en el este de Siria. La propaganda rusa trató de fusionar los dos conflictos, afirmando que estaban luchando contra el mismo enemigo en ambos lados del país.
Putin intervino en Siria con el pretexto de luchar contra los terroristas que acechaban el país. Pero sus primeros ataques aéreos no tuvieron como objetivo al ISIS ni a Jabhat al-Nusra, otro grupo terrorista que operaba en Idlib. Fueron más bien contra los grupos de la oposición que habían atacado a las columnas de blindados sirios debilitando gravemente el control de Bashar al-Asad sobre el feudo alauita y, por extensión, sobre Damasco.
La supremacía y la guerra de la narrativa
La ofensiva rusa cambió el rumbo de la guerra en favor de Asad. La guerra del mensaje público también se inclinó parcialmente hacia el líder sirio, con mucho menos escrutinio de la postura oficial rusa, que negaba los ataques contra infraestructuras civiles como medio para llevar a la población hasta la rendición por terror, y de la simpatía de muchos sectores por las afirmaciones de Putin y Asad de que la lucha no era contra disidentes, sino contra terroristas.
Para Putin, la campaña rusa en Siria fue un éxito y concedió a Dvornikov la medalla de héroe de Rusia, uno de las principales condecoraciones del país. Rusia perdió pocos soldados y pocos aviones en el conflicto y en todo momento mantuvo la supremacía aérea.
Dvornikov, que desde 2016 ha ejercido como comandante del distrito militar sur, afronta retos muy diferentes en Ucrania: los aviones rusos no controlan hasta el momento el espacio aéreo y sus fuerzas terrestres se han visto seriamente mermadas por el suministro periódico de un armamento avanzado del que los rebeldes sirios no disponían.
También será difícil contrarrestar la enorme cantidad de información que está emergiendo de la zona del conflicto y desmiente lo que Rusia dice sobre sus éxitos en el campo de batalla. Se considera que Siria es el conflicto mejor documentado de la era moderna, pero en ese aspecto se queda corto al lado del nivel de detalle con que el mundo está conociendo el conflicto de Ucrania gracias a los smartphones y a la tecnología digital.
Traducción de Francisco de Zárate.
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