Los escándalos no tumban a la extrema derecha alemana antes de las citas electorales
Según los analistas, los escándalos que azotan a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) difícilmente serán lo suficientemente perjudiciales como para que el partido pierda el rumbo en su camino a las elecciones cruciales de este año, pero los comicios ofrecerán datos cruciales sobre si el centro político es capaz de hacer frente a una embestida antidemocrática.
Las incómodas acusaciones de espionaje para China y de connivencia con Rusia, tras la revelación en enero de un “plan maestro de remigración” masiva para deportar tanto extranjeros como a ciudadanos alemanes, respaldado por varios miembros del partido, han hundido a AfD en los sondeos, hasta caer a un apoyo del 15% a nivel nacional. Son sus peores números desde abril de 2023.
Este revés ha dado esperanzas a las fuerzas políticas moderadas de que todavía se puede poner un freno a la previsible buena actuación de AfD en las elecciones al Parlamento Europeo de junio y las tres votaciones estatales de septiembre, y de que quizás incluso sea posible detener, al menos en parte, el ascenso global de la derecha populista.
Pero una alarmante ola de violencia en la campaña electoral, en algunos casos atribuida a conocidos ultras de derechas, ha complicado el panorama, mientras que AfD está usando un lenguaje cada vez más combativo para presentar sus argumentos a los votantes.
“Muchos escándalos no calaron”
“Sería un error depositar demasiadas esperanzas en la caída de las encuestas”, dice Benjamin Höhne, politólogo de la Universidad Tecnológica de Chemnitz, en Sajonia, uno de los tres estados del este que celebrará elecciones en septiembre.
Para Höhne, la estrategia de “normalización” de AfD, es decir, la popularización de posturas que antes eran tabú, ha tenido éxito entre un sector significativo del electorado alemán que probablemente no se dejará influir por los titulares negativos.
“Ya hemos visto que muchos escándalos [de AfD] no calaron y que no les votó menos gente, sino más, tanto en el este como en el oeste del país, porque sus votantes no están buscando un partido que busque soluciones constructivas en el Parlamento, sino uno que quiere socavar el sistema actual”, dice Höhne. “Hablamos de gente de extrema derecha comprometida que ha dado la espalda a la democracia”.
Sin embargo, según Höhne, los votantes más ideologizados y nacionalistas podrían verse ahuyentados por las acusaciones de traición.
El pasado lunes, una sentencia histórica desestimó un intento de AfD de poner fin a la vigilancia del partido por parte de la agencia de inteligencia BfV, que clasificó al partido como presunta organización extremista. Probablemente la decisión del Tribunal Superior Administrativo de Münster, a la que se espera que AfD apele, reavivará las peticiones de prohibir el partido por completo. Según los analistas, tal medida tendría que sortear obstáculos legales de enormes proporciones para llegar a buen puerto.
Anna-Sophie Heinze, investigadora de la Universidad de Tréveris, dice que, si bien el voto protesta aún forma parte del electorado de AfD, hace tiempo que el partido ha desarrollado un núcleo duro de votantes, por lo que muchos de sus simpatizantes “dicen que no pueden imaginarse votando a otro partido”.
“Cazar” a los oponentes
Heinze dice que los brotes de violencia en la política alemana, inéditos desde las últimas elecciones generales de 2021, marcan una ruptura “aterradora” con la actual tendencia europea hacia campañas más pacíficas.
Los críticos culpan a AfD de azuzar la agresividad con su retórica: a menudo, referentes del partido hablan de “cazar” a sus oponentes. El partido ha respondido que varios de sus candidatos también han sido atacados en los mítines y apunta a los “radicales de izquierdas”.
En declaraciones a la televisión pública, la politóloga Herfried Münkler dijo que las agresiones ya no son “excepcionales”, sino una tendencia alarmante “que pone nuestra democracia en tela de juicio”.
Heinze cuenta a The Guardian que los resultados de su investigación muestran una notable resiliencia entre los representantes políticos, a los que compara con la desafiante reacción de muchas mujeres destacadas que “ahora más que nunca” se enfrentan a incesantes ataques online.
Ese tira y afloja se pudo ver en las protestas callejeras que estallaron en respuesta a las informaciones sobre “remigración”, en las que cientos de miles de personas se manifestaron en defensa de la democracia. Miles de personas volvieron a manifestarse el pasado fin de semana en Berlín y Dresde contra los ataques a políticos. El canciller Olaf Scholz hizo un llamamiento a las personas “decentes y razonables” para que sigan oponiéndose a la violencia en el “debate democrático”.
Höhne y Heinze se muestran bastante seguros de que el “cordón sanitario” contra la cooperación con AfD se mantendrá firme entre los principales partidos democráticos, impidiendo en la práctica su acceso al poder. Sin embargo, advierten contra la tentación de apropiarse de las posturas del partido en lo que respecta a cuestiones candentes, como la inmigración, porque tiende a ser contraproducente.
“Muchos estudios muestran que la extrema derecha es la que acaba beneficiándose porque lo que los votantes quieren es el original y no la copia”, explica Heinze.
Nueva competencia y voto joven
Hay varios factores impredecibles que podrían convertir las próximas elecciones en un hueso duro de roer tanto para AfD como para sus oponentes. Uno de ellos es el nuevo partido fundado por la “conservadora de izquierdas” Sahra Wagenknecht, que amenaza con alterar la aritmética electoral para la formación de coaliciones.
La Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, por sus siglas en alemán) ha presentado una plataforma ecléctica, que va desde ampliar los derechos de los trabajadores y frenar drásticamente la inmigración hasta oponerse enérgicamente a los envíos de armamento occidental a Ucrania.
Höhne cree que esta singular coincidencia de polos opuestos del espectro político podría restar apoyos a AfD en el este, lo que le privaría de obtener el primer puesto en al menos una de las elecciones estatales.
Otro comodín es el voto joven. Kilian Hampel, politólogo y coautor del estudio Juventud en Alemania, descubrió un aumento del apoyo a AfD entre los votantes jóvenes. Lo atribuye a la desafección y la ansiedad generalizadas tras la crisis del coronavirus. “Los jóvenes no se sienten realmente representados por la clase política y tampoco sienten que tengan voz y voto”, dice Hampel.
La inflación galopante de los dos últimos años, una economía débil, el encarecimiento de los costes de vivienda, la guerra en Ucrania, la crisis climática y el temor a la pobreza en la tercera edad preocupan a los jóvenes alemanes.
Hampel dice que AfD ha sacado partido de estas cuestiones en plataformas que atraen a los jóvenes, como TikTok, que los políticos convencionales como Scholz, del Partido Socialdemócrata, y Robert Habeck, de los Verdes, apenas acaban de empezar a utilizar. “Puede que ya sea un poco tarde para ellos”, dice Hampel. “Pero recomendaría a los demás partidos que escuchen a los jóvenes sobre lo que les preocupa y entonces vean si, juntos, pueden cambiar algo”.
Traducción de Julián Cnochaert.
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