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Brasil sufre su peor ola de la pandemia: “Es como si hubiera caído una bomba atómica”

Tom Phillips

3 de marzo de 2021 22:08 h

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Los expertos en salud pública y legisladores brasileños advierten que el país se dirige hacia la etapa más oscura desde el comienzo de la pandemia. El número de muertos debido al coronavirus alcanza cifras récord. Un político importante ha llegado a comparar la crisis con una bomba atómica.

Políticos de todo el espectro ideológico han mostrado públicamente su enfado ante una situación que no deja de empeorar. La media semanal de fallecimientos por Covid en Brasil alcanzó su mayor cota desde el comienzo de la epidemia el pasado febrero y hospitales de todo el país informan de que está repletos.

Según el periódico O Globo, las unidades de cuidados intensivos de 17 de los 26 estados están a punto de agotar sus plazas y en seis estados, además de la capital, Brasilia, ya no disponen de camas de terapia intensiva. 

“Vivimos uno de los peores momentos de nuestra historia” dijo Tasso Jereissati, influyente político de centro derecha e integrante de un grupo de senadores que pide se abra una investigación de la cámara sobre la gestión de la pandemia del presidente Jair Bolsonaro, condenada tanto dentro como fuera del país. 

Renato Casagrande, gobernador del estado Espírito Santo, que defiende posiciones de izquierda, declaró al portal de noticias UOL que, en su opinión, el comportamiento irresponsable de Bolsonaro ha costado vidas de conciudadanos. 

“Hemos perdido la guerra… es como si hubiera caído una bomba atómica sobre Brasil”, dijo Casagrande, señalando el elevado número de muertos en Brasil que ya supera los 257.000. Tras Estados Unidos, Brasil es el país en el que han fallecido más personas debido a la Covid. Este miércoles Sanidad anunció un nuevo récord de muertes diarias registradas: más de 1.641.

El fracaso de la gestión brasileña

Luiz Henrique Mandetta, que ejerció como ministro de Sanidad de Bolsonaro hasta que fue despedido en abril de 2020, dijo a O Globo que el fracaso brasileño a la hora de diseñar un sistema de vacunación rápido ha tenido como consecuencia que la media de muertes diarias podría llegar pronto a las 2.000. 

“No sé dónde terminará esto… el país corre el riesgo de convertirse en un gran Manaos”, advirtió Mandetta en referencia a la capital amazónica que saltó a las portadas internacionales en enero cuando sus hospitales se quedaron sin oxígeno debido a un fuerte aumento de casos de Covid.  

Ha pasado poco más de un año desde que Brasil detectara su primer caso oficial de Covid, el 26 de febrero de 2020. La primera muerte fue registrada a mediados de marzo. 

Mandetta perdió su puesto por cuestionar la estrategia de Bolsonaro frente a la pandemia y ha dicho que antes de abandonar el gobierno advirtió al presidente de que podrían morir 180.000 personas antes de que llegara la vacuna. 

Pero Bolsonaro, que trivializó la Covid hace un año afirmando que era “una gripecita”, ignoró las advertencias y se resistió a aplicar cuarentenas. Cuando la pandemia lleva ya un año golpeando al país, sigue dinamitando lo esfuerzos para controlar la pandemia despreciando el uso de mascarillas y promocionando los eventos públicos masivos.

En diciembre, Bolsonaro afirmó falsamente que Brasil estaba ante “los últimos coletazos de la pandemia”. 

La irresponsabilidad de Bolsonaro

El viernes pasado, cuando Brasil batía un nuevo récord de muertos (ya superado por el de este miércoles), Bolsonaro viajó al estado de Ceará, al noroeste del país, un lugar bajo toque de queda impuesto por un gobernador de izquierda y celebró un mitin político al estilo de Donald Trump. Allí, ante una multitud de partidarios, atacó medidas como las aprobadas por el gobierno estatal. Su argumento, que la gente no soportaba más quedarse en casa.  

Ese discurso desató la indignación de sus oponentes políticos y alimentó las llamadas a abrir una investigación sobre las medidas aprobadas por Bolsonaro este último año. 

Jereissati, senador por el estado de Ceará, dijo que la manera imprudente en que el presidente ha desvirtuado las medidas de contención ante la pandemia “roza la locura”. “Creo que lo que ha hecho constituye un crimen contra la salud pública”, dijo.  

“Fue uno de los actos más irresponsables que he visto nunca por parte de un presidente brasileño. Hemos experimentado un periodo de gobierno militar duro, yo lo viví, pero nunca he visto nada tan irresponsable y estúpido como lo sucedido aquí, en Ceará”. 

“El presidente parece creer que puede comportarse de cualquier modo sin afrontar consecuencia alguna. Una investigación permitiría, esperamos, mostrarle al presidente que debe rendir cuentas, incluso penales, que tiene una responsabilidad… Lo que hace tiene consecuencias y debe tener consecuencias también para él”, dijo el senador.

Jean Paul Prates, senador del Partido de los Trabajadores, dijo que una investigación podría evitar que aumente el número de muertos aún más. “Todavía estamos a tiempo de salvar vidas y de presionar al gobierno para que cambie de rumbo, para que no continúe aferrándose a ciertas posturas sólo por dogmatismo o pseudo-ideología”.

La posición de Bolsonaro se vio reforzada el mes pasado gracias a la elección de candidatos de su entorno para las presidenciales del Senado y la Cámara Baja. Algunos analistas creen que es probable que eso frene la posibilidad de que el presidente sea sometido a un juicio político. Al menos por ahora. 

En todo caso, la extrema derecha populista se enfrenta a una opinión pública cada vez más indignada por un número de muertes que no deja de aumentar y por una campaña de vacunación chapucera. 

Por ahora sólo está vacunado el 3,8% de la población. Algunas ciudades, capitales de estados, como Río de Janeiro, Salvador, Cuiabá, Porto Alegre y Florianópolis han tenido que suspender temporalmente las vacunaciones por falta de suministros. 

En muchas ciudades las paredes amanecen llenas de pintadas que piden el juicio político al hombre a quien sus oponentes llaman “Bozo”. Los carteles propagandísticos de la extrema derecha aparecen “tuneados” con pintura roja y últimamente sus detractores ya salen a la calle a protestar. 

El panorama, visto desde el presente, es oscuro. Una asociación de consejeros de salud locales acaba de pedir que se apruebe un toque de queda desde las 8 de la tarde hasta las 6 de la mañana para frenar los contagios. Para todo el país y desde ya. 

“Estamos en nuestro peor momento con el peor presidente posible”, dijo Jereissati. “No tenía por qué ser así. Tenía que haber sido todo lo contrario”.

Traducido por Alberto Arce.