“Un desastre anunciado”. Así describe el arquitecto y experto en incendios Sam Webb cientos de edificios en todo Reino Unido, tras el incendio en la Torre Grenfell en Kensington que ha matado al menos a 17 personas. “Todavía hay edificios altos construidos durante la posguerra recubiertos con materiales muy inflamables y sin sistemas de detección de humo. Luego nos sorprendemos cuando se incendian”, añade.
Webb investigó cientos de edificios de pisos residenciales en todo el país a principios de los años 90 y presentó un informe concluyente al Ministerio del Interior revelando que más de la mitad de los edificios no cumplían con las medidas básicas de prevención de incendios: “Descubrimos que las medidas de seguridad en general no se cumplían, pero nos dijeron que no se podía hacer nada porque si no, muchas personas se quedarían sin casa”.
“Realmente creo que la industria de la construcción no comprende cómo se producen los incendios en los edificios y lo peligrosos que pueden llegar a ser. La manía del Gobierno de no regular nada se traduce en que vivimos en edificios que no cumplen con las medidas de seguridad”.
Webb fue asesor del equipo de abogados que representó a las familias que sufrieron uno de los últimos grandes incendios en un edificio de Londres, en julio de 2009, cuando el fuego arrasó Lakanal House, un edificio de 14 plantas construido en 1958 en Camberwell, en el sureste de Londres. En el incendio murieron seis personas, entre ellos dos niños y un bebé. El fuego se había iniciado por un cortocircuito en un televisor en la novena planta y el edificio quedó reducido a cenizas.
La investigación reveló que el fuego se propagó de forma inesperadamente rápida, tanto a nivel lateral como vertical, atrapando a las personas en sus hogares. A los cuatro minutos y medio, el revestimiento metálico exterior ya estaba ardiendo por completo. Igual que ha sucedido con Grenfell Tower, a la gente se le recomendó quedarse dentro del piso en caso de incendio.
La investigación concluyó que en el edificio se habían realizado renovaciones mal hechas que habían quitado el material ignífugo entre los pisos y en los pasillos comunes, favoreciendo la propagación del fuego. El problema no se había detectado en las inspecciones de seguridad que realizaba el consejo local de Southwark, en Londres. El consejo fue investigado por posible responsabilidad civil en las muertes, pero finalmente sólo recibió una multa de 650.000 euros por incumplimiento de las leyes de prevención de incendios.
Una normativa desfasada
La prevención de incendios en los edificios de Reino Unido está regulada por la sección B de la Normativa de Edificios, un documento que no se ha revisado a fondo desde 2006 (en cambio, otras partes de la normativa se revisan cada dos años). Un estudio de 2015 realizado por la Federación del Sector Contra Incendios, un foro de las organizaciones antiincendios y de rescate, concluyó que el 92% de los miembros de la federación cree que las normativas están “muy atrasadas” y que hay que “revisarlas”. El informe argumenta que la normativa no refleja los diseños y métodos de construcción actuales y que las investigaciones en las que se basaron las normativas están obsoletas.
El investigador en el caso del incendio de Lakanal House también instó a las autoridades a revisar la sección B, ya que las pruebas apuntaban a que podría haber más muertes si no se hacían cambios en la normativa. Unos 4.000 edificios residenciales en Reino Unido continúan sujetos a esta normativa desfasada.
Arnold Tarling, un supervisor contratado en Hindwoods y experto en prevención de incendios, dice que el problema principal son los paneles aislantes que se usan para revestir edificios de la posguerra con el propósito de actualizarlos a nivel térmico. Una renovación reciente de Grenfell Tower, que costó casi 10 millones de euros, implicó el revestimiento del edificio con paneles ventilados de un material compuesto de aluminio que cubrían los paneles aislantes, que podrían haber favorecido a la propagación del fuego en la fachada del edificio.
“El problema es que, según la normativa, sólo la superficie del revestimiento debe ser ignífugo”, explica Tarling. “Lo que va detrás no, y es esto lo que se incendia”. Afirma que hace poco tiempo inspeccionó un edificio nuevo de ocho plantas en el sureste de Londres que no tenía ninguna protección antiincendios en las paredes externas. “El aislante detrás del revestimiento externo es poliuretano inflamable. Lo sé porque quité un pedazo y le prendí fuego”.
Scott Sanderson, director del despacho de arquitectos PRP, ha trabajado en el revestimiento de varios edificios residenciales de la posguerra, como por ejemplo Hamlets Towers, en el este de Londres, donde se recubrieron tres torres de 25 plantas de los años 60 con enlucido aislante.
“El tema es la compartimentación –dice–. Con cualquier sistema de revestimiento que se elija, hay que incorporar material ignífugo a nivel de cada base y de cada bloque de pared alrededor de una vivienda para prevenir que el fuego pueda propagarse por la fachada. La normativa actual es lo suficientemente completa, pero hay que cumplirla, y se tienen que seguir las indicaciones de los arquitectos durante la construcción”.
Jim Glocking, director técnico de la Asociación de Protección Antincendios (FPA, por sus siglas en inglés), cree que la normativa debe ser revisada. Dice que hace años que está luchando para que se mejoren los estándares de seguridad contra incendios y no ha logrado grandes avances.
“Nos preocupa mucho ver que se han empezado a utilizar productos muy inflamables en la construcción de edificios”, asegura. “A menudo se utilizan por razones de sostenibilidad, pero muchas veces se utilizan de forma imprudente, sin mirar las posibles consecuencias. Es común que a los edificios les coloquen bloques de poliestireno de más de 30 centímetros de profundidad en el exterior, lo cual es una cantidad extraordinaria de material inflamable. Muchas veces hay vacíos de ventilación entre el revestimiento y el aislante para prevenir la humedad, pero esto también aumenta el peligro de la propagación del fuego”.
Glocking afirma que las normativas británicas sólo se enfocan en la evacuación de las personas antes de que se caiga el edificio, pero no sirven en caso de que el fuego ingrese desde fuera. “Nuestras normativas son generalmente muy buenas protegiendo a las personas”, dice. “Pero presuponen que el fuego se inicia dentro del edificio y que el método para proteger a la gente es asegurarse de que el fuego se quede donde se inició, que no se propague a otras habitaciones o a otras plantas superiores. Esto no funciona si el fuego entra al edificio desde fuera o si se propaga por el revestimiento externo, que parece que fue el caso en Grenfell Tower”.
“Nos estamos olvidando de lo que nos ha enseñado el pasado”, añade. “Creo que el elemento imperdonable es que hay muchas opciones de revestimiento externo. Se podrían utilizar perfectamente materiales ignífugos, pero alguien no está tomando esa decisión. Es una tragedia que los cambios en las normativas solamente lleguen cuando ya hemos perdido muchas vidas”.
La oposición exige respuestas
El Partido Laborista ha exigido al Gobierno que responda “algunas preguntas serias” sobre por qué no tomó medidas respecto a las preocupaciones que expresaron los autores de las investigaciones sobre dos incendios de edificios ocurridos antes que este último en Grenfell Tower, que ha matado a 17 personas.
John Healy, portavoz de vivienda en el Partido Laborista, ha acusado a ministros de rechazar o ignorar recomendaciones clave de los informes de los investigadores en los incendios de una torre en el sur de Londres y de otra en Southampton. En 2009, un incendio en el edificio Lakanal House, situado en Camberwell, acabó con la vida de seis personas e hirió al menos a 20. En 2010, un incendio en el edificio de apartamentos Shirley Towers, en Southampton, mató a dos bomberos.
El Gobierno rechazó las recomendaciones de instalar información para los bomberos en edificios complejos y fomentar el uso de detectores de humo en este tipo de construcciones.
“Los ministros tienen serias preguntas que responder ahora que los residentes están preguntando sobre Grenfell Tower e importantes garantías que dar a mucha, mucha gente que vive en edificios similares en todo el país”, ha señalado. “Cuatro años después de los informes de los investigadores, seguimos esperando el plan prometido para revisar las regulaciones de los edificios”, ha añadido.
La política de “no tocar nada”
La política de “no tocar nada” ha sido la base de los consejos de seguridad contra incendios en los edificios de viviendas como Grenfell Tower desde los años 50. Las directrices oficiales establecen que los residentes solo deben evacuar si su propio apartamento está en llamas. Se cree que el resto, por lo general, está lo suficientemente seguro como para quedarse.
Darren Baird, un destacado exagente de prevención contra incendios en el servicio de la zona de Gran Manchester y director ejecutivo de Total Fire Services, dice que esperaba que se renovase la política de “no tocar nada” para los edificios que se han reformado, como Grenfell Tower.
Baird, que asesora a siete grandes grupos de viviendas sobre prevención de incendios, señala que los principios de esta política están basados en pisos que pueden contener un fuego durante al menos 60 minutos, a veces incluso hasta tres horas, hasta la llegada de los bomberos.
Sin embargo, indica que las reformas podrían desbaratar este principio de “caja de 60 minutos”. Baird explica que las reformas pueden dejar un edificio “como un queso suizo”, lleno de agujeros que podrían acelerar la propagación de las llamas.
Poner toallas húmedas en la puerta principal ayuda a mantener fuera del piso el humo de las llamas, señala Baird, pero esta táctica resultaría inútil si el edificio tiene un sistema común de ventilación entre pisos.
En su experiencia, Baird describe este último incendio como “sin precedentes” y señala que ha recibido correos electrónicos de cinco de sus clientes, los cuales tienen edificios de viviendas como el de Grenfell Tower, preguntando sobre los consejos que deben dar a sus residentes.
Traducido por Javier Biosca y Lucía Balducci