La campaña para persuadir a Barack Obama para permitir que Edward Snowden pueda volver a EEUU sin enfrentarse a una larga pena de prisión ha recibido un nuevo impulso por parte de algunos de los expertos con más experiencia en labores de inteligencia del país.
Un total de 15 antiguos miembros del comité Church, la investigación parlamentaria que se llevó a cabo en los años 70 sobre las actividades ilegales de la CIA y otras agencias de inteligencia, ha escrito conjuntamente a Obama pidiéndole poner fin “a su exilio insostenible que no beneficia a nadie”.
Durante las ocho páginas de argumentos cuidadosamente redactados, recuerdan al presidente el debate positivo que las revelaciones de Snowden han suscitado, provocando uno de los pocos ejemplos de cambio legislativo verdaderamente bipartidista en los últimos años.
También le han recordado a Obama el largo historial de clemencia que tanto su administración como las anteriores han mostrado hacia aquellos que han violado la legislación sobre secretos oficiales. Incluso han recordado cómo el propio comité Church reveló que seis presidente estadounidenses, desde Franklin Roosevelt hasta Richard Nixon fueron culpables de aprovecharse de los secretos oficiales.
“No cabe duda de que Snowden quebrantó la ley. Pero el estudio de casos anteriores en los que otros violaron la misma ley induce a la clemencia. Y lo más importante, las acciones de Snowden no fueron en su propio beneficio sino que fueron pensadas para instar una reforma. Y así lo hicieron”, apuntan los firmantes.
El comité Church, o Comité Selecto del Senado de Estados Unidos de las Operaciones Gubernamentales Respecto a las Actividades de Inteligencia (este es su nombre completo), estuvo operativo entre los años 1975 y 1976 en un momento en el que cundía una profunda ansiedad sobre el trabajo deshonesto de las agencias federales. Todavía podían sentirse las réplicas del Watergate y Symour Hersh había expuesto en el New York Times las actividades ilegales de la CIA, incluyendo la vigilancia continuada de grupos contrarios a la guerra.
Tal y como apuntan los 15 miembros del equipo, el comité de investigación condujo a la asombrosa divulgación de operaciones ilegales como la infiltración de un informante del FBI dentro del grupo pro derechos civiles NAACP, intentos para empujar a Martin Luther King a que se suicidase, y Cointelpro, un vasto programa dirigido secretamente por el FBI para obstaculizar a las organizaciones progresistas en EEUU.
Los principales firmantes de la carta para Obama son Frederick Schwarz, que fue el consejero principal del comité Church y que ahora forma parte del Brennan Center for Justice, y William Green Miller, jefe de personal del comité que se convirtió en el embajador estadounidense en Ucrania en 1990. Junto a sus antiguos compañeros, se suman a una campaña para perdonar a Snowden que ya ha conseguido el apoyo de figuras de peso como el cofundador de Apple Steve Wozniak, el filántropo George Soros y Tim Berners-Lee, que inventó la World Wide Web.
En su carta, que también la han enviado a la fiscal general de EEUU, Loretta Lynch, los 15 citan al exdirector de la CIA David Petraeus como un ejemplo del tipo de indulgencia oficial que hasta el momento Snowden no ha conseguido. Petraeus violó tanto la ley como la seguridad nacional revelando información confidencial a su biógrafa y amante, y después mintió sobre esto al FBI.
“Sin embargo se le permitió declararse culpable solo de un delito menor por el cual no fue condenado”, dice la carta. La referencia a Petraeus llega en un momento en el que Donald Trump baraja seriamente convertirlo en secretario de estado de EEUU.
Durante esta súplica a Obama, no hay ninguna mención directa a Trump, pero es algo que se deja entrever aunque no se hable de ello directamente. Los firmantes escriben: “Mientras que la relación de EEUU con Rusia se deteriora, aumenta el riesgo para todas las partes interesadas”. Los firmantes hacen hincapié en los cercanos vínculos entre Trump y Rusia, y su notoria adulación por Vladimir Putin, algo que podría poner en peligro el asilo actual de Snowden en el país.
Traducido por Cristina Armunia Berges