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The Guardian en español

El expresidente de Colombia acusa al MI6 británico de conspirar en su contra en el caso de los escuadrones de la muerte

El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe.

Joe Parkin Daniels

Bogotá —

El poderoso expresidente de Colombia Álvaro Uribe ha anunciado que renunciará a su escaño en el Senado para centrarse en la lucha contra una investigación del Tribunal Supremo que cada vez es más amplia.

Uribe, un político de línea dura que dirigió una campaña brutal contra los rebeldes izquierdistas entre 2002 y 2010, ha esquivado durante mucho tiempo las acusaciones que le vinculan a masacres paramilitares ocurridas antes y durante su mandato.

Sin embargo, nuevas acusaciones de soborno e intimidación de testigos relacionados con esos casos de escuadrones de la muerte pueden suponer un gran revés para el expresidente.

Este miércoles, Uribe acusó a la agencia de inteligencia británica MI6 de conspirar con su antiguo ministro de Defensa y sucesor, Juan Manuel Santos, para proporcionar grabaciones que le implican en delitos. “Hay reiteradas denuncias de que las grabaciones las hizo la agencia británica MI6, amigos de Juan Manuel Santoss”, tuiteó Uribe. “Autoridades extranjeras en una treta en mi contra”.

No está claro a qué grabaciones se refiere, aunque los investigadores se han referido a llamadas telefónicas pinchadas.

Uribe y Santos fueron aliados, pero se separaron cuando Santos se convirtió en presidente y buscó llegar a un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La repentina dimisión de Uribe el martes fue una sorpresa para muchos colombianos, que el mes pasado vieron la estrella de Uribe elevarse una vez más gracias a la elección de su protegido, Iván Duque, para suceder a Santos. Los resultados de las elecciones marcan una vuelta a atrás a las políticas conservadores de línea dura que definieron la presidencia de Uribe.

Esta victoria –que muchos atribuyen al poder carismático que mantiene el expresidente sobre sus bases– se produce tras la exitosa campaña de Uribe en el referéndum de 2016 para rechazar el acuerdo de paz con las FARC. El acuerdo, posteriormente ratificado en el Congreso, ha acabado con 52 años de guerra civil que han dejado al menos 220.000 muertos y siete millones de desplazados.

Uribe ha sido acusado durante mucho tiempo por grupos de derechos humanos de utilizar escuadrones de la muerte de derechas durante su presidencia para ayudar a combatir a las FARC. También se le acusa de haber conspirado con paramilitares para organizar una masacre en su provincia natal de Antioquia en 1997, cuando era gobernador.

En la masacre de El Aro murieron 15 personas y cerca de 1.000 fueron desplazadas. Además, un número desconocido de residentes locales fue víctima de violaciones.

Otro escándalo llevó al cierre de la agencia de inteligencia doméstica en 2011 tras revelarse que Uribe la había utilizado para espiar a miembros de la oposición y periodistas. Varios testigos en otros casos han aparecido muertos.

Uribe ha negado todas las acusaciones y ha afirmado que las últimas acusaciones tienen una motivación política. Pero las nuevas de manipulación de testigos parecen haberle irritado lo suficiente como para dimitir de su cargo.

Sus batallas legales actuales vienen de otra contienda con el senador de izquierdas Iván Cepeda, que lleva tiempo intentando llevar adelante la presunta implicación de Uribe en los escuadrones de la muerte. Uribe ha acusado al senador de intimidar y sobornar a testigos en sus investigaciones, algo que el Tribunal Supremo rechazó antes de lanzar las mismas acusaciones contra el expresidente.

El hermano de Uribe, Santiago, está actualmente a la espera de juicio por supuestamente dirigir su propio escuadrón de la muerte conocido como los 12 Apóstoles.

Donde los críticos de Uribe ven una falta de respeto por los derechos humanos manchada de sangre, otros ven una estrategia de guerra sensata que al final llevó a las FARC a la mesa de negociaciones.

“Es el mejor presidente que ha tenido Colombia”, señaló a The Guardian el mes pasado José Botero, un joven seguidor del expresidente y cuyo padre fue asesinado por las FARC.

Duque, que en la campaña electoral presentó la idea de reestructurar el poder judicial sin el Tribunal Supremo, apoyó a su mentor tras las consecuencias de los acontecimientos del martes. “Somos testigos de su honor, su corrección, su patriotismo y su incuestionable servicio al país y al Estado de derecho”, afirmó el presidente electo ante los periodistas el martes por la noche. Duque asumirá la presidencia el 7 de agosto.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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