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The Guardian en español

La impunidad y la falta de leyes contra sus símbolos fortalecen a los grupos fascistas en Italia

El líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, durante una rueda de prensa en Milán (Italia)

Lorenzo Tondo

Palermo —

Más de 70 años después de la muerte de Benito Mussolini, miles de italianos se están uniendo a grupos que se autodenominan fascistas. Grupos antifascistas explican este resurgimiento de la ideología fascista por la forma en la que los medios de comunicación presentan la crisis de refugiados, el aumento de noticias falsas y el fracaso del país para lidiar con su propia historia.

El último de los ataques perpetrados por personas relacionadas con la extrema derecha ocurrió el sábado en Macerata y dejó a seis africanos heridos de bala. Según la organización antifascista Infoantifa Ecn, desde 2014 se han registrado 142 ataques realizados por grupos neofascistas.

Mientras la policía interrogaba a Luca Traini, de 28 años, por el ataque de Macerata, el domingo en Pavia cuatro inmigrantes originarios del norte de África contaban a las autoridades que durante la noche un grupo de 25 cabezas rapadas les había dado una paliza. El 13 de enero, en Nápoles, docenas de personas pertenecientes a la asociación de extrema derecha Forza Nuova (Fuerza Nueva) entraron a un bar donde se estaba realizando una reunión sobre cultura romana, lo destrozaron todo e hirieron a una mujer.

En 2001, Forza Nuova tenía sólo 1.500 miembros. Hoy tiene más de 13.000 y su página de Facebook tiene más de 241.000 seguidores, casi 20.000 más que el Partido Democrático, el partido de izquierdas más grande de Italia. El partido de tinte fascista CasaPound tiene casi 234.000 seguidores. Su secretario, Simone Di Stefano, se presentará como candidato a primer ministro en las elecciones generales del próximo 4 de marzo.

“Hemos crecido solos, sin ninguna ayuda de los medios de comunicación”, aclara a the Guardian Adriano Da Pozzo, un líder de Forza Nuova. “Los otros partidos buscan promover a sus candidatos, en cambio nosotros buscamos promover nuestras ideas”. El grupo de extrema derecha ha ofrecido ayuda legal a Traini.

¿Por qué no se toman medidas?

Los grupos antifascistas denuncian que existe una aparente reticencia a tomar medidas contra los grupos fascistas, lo cual permite su crecimiento. El año pasado el diputado Emanuele Fiano presentó en la Cámara Baja del Parlamento un proyecto de ley que buscaba prohibir la propaganda fascista y habría condenado con dos años de prisión a aquellos que vendieran objetos fascistas o realizaran el saludo romano, que es ilegal tanto en Alemania como en Austria. Gracias a Forza Italia, el partido de Berlusconi, y a la Liga del Norte, el proyecto fue bloqueado en el Senado.

“Estamos muy preocupados”, dice Carla Nespolo, presidenta de la Asociación Nacional de Partisanos Italianos (ANPI), un grupo fundado por miembros de la resistencia italiana contra Mussolini. “Estos fascistas nuevos atacan nuestras oficinas y no parece existir ninguna voluntad de detenerlos. Le hemos pedido al gobierno que impida la participación de partidos de extrema derecha en las próximas elecciones, porque son inconstitucionales, y no hemos tenido respuesta alguna”.

La Constitución italiana prohíbe la “promoción de cualquier asociación que persiga los objetivos del partido fascista y de cualquier persona que exalte estos principios”. Sin embargo, las autoridades no han intervenido nunca contra CasaPound o Forza Nuova, cuyos miembros exhiben esvásticas y banderas fascistas durante sus manifestaciones.

El año pasado, la ANPI confeccionó una lista de 500 sitios web que promueven el fascismo en Italia, reclamando que sean bloqueados. No se ha hecho nada.

Propaganda de la extrema derecha

“Estos sitios web promueven el odio entre la población, especialmente contra los inmigrantes”, afirma Nespolo. “Y lo hacen difundiendo noticias falsas sobre los refugiados en las redes sociales”. En Facebook y Twitter, miles de personas comparten información falsa sobre violaciones perpetradas por solicitantes de asilo.

“Las noticias falsas han jugado un papel clave en la propaganda de extrema derecha”, explica Francesco Pira, sociólogo de la Universidad de Messina, especializado en comunicación y experto en noticias falsas.

“Parece que nadie las controla. El problema no son sólo las noticias totalmente falsas, sino nuevos elementos como la utilización de la palabra ”clandestino“ para describir a los inmigrantes, que marcan a los solicitantes de asilo como delincuentes, una noción que parece ser protagonista de la propaganda de extrema derecha”.

Laura Boldrini, presidenta de la Cámara de Diputados italiana, es blanco habitual de las noticias falsas: ella ha propuesto multas e incluso penas de prisión para aquellos que difundan noticias falsas y, como exportavoz para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, se sabe que tiene una perspectiva humanitaria de la crisis de refugiados. Inmediatamente después de los ataques en Macerata, apareció una foto de Boldrini “decapitada” con la inscripción: “Decapitada por un nigeriano: este es el final que necesitaba para poder apreciar las costumbres de sus amigos”.

Los ataques se produjeron días después de que un hombre nigeriano fuera arrestado en conexión con la muerte de Pamela Mastropietro, una joven italiana de 18 años, cuyo cuerpo desmembrado apareció escondido en dos maletas cerca de Macerata. Los líderes de extrema derecha han utilizado su muerte para promover su mensaje contra los inmigrantes.

Mientras avanza la derecha, Benito Mussolini está presente en los cines italianos en la película satírica He regresado, que imagina que el dictador vuelve a Italia en 2018. “Los italianos, a diferencia de los alemanes, nunca se han hecho cargo de su dictador, nunca lo han eliminado por completo”, explica el director Luca Maniero. “Al ver lo que está sucediendo hoy en nuestro país, estoy convencido de que si volviera Mussolini, ganaría las elecciones”.

Traducido por Lucía Balducci

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