El presidente de Turquía, Recep Tayyip ErdoÄan, ha acusado al clérigo Fethullah Gülen, que reside en Estados Unidos, de estar detrás del golpe de Estado que tuvo lugar el viernes. Este discurso resulta familiar ya que la rivalidad entre ambos viene de lejos. ¿Qué hay de cierto en esta acusación?
Tal vez lo primero que deba destacarse es que en la sociedad turca siempre ha existido una brecha entre los laicos y los islamistas. Entre los primeros, que siguen el ejemplo del fundador del Estado moderno, Kemal Atatürk, se encuentran miembros del ejército, mientras que entre los islamistas destaca el AKP, el partido de Erdogan.
A lo largo de la historia del país, el AKP ha orquestado varios golpes de Estado. En muchos aspectos, el golpe del viernes se enmarca en esta tradición; un golpe de Estado auspiciado por los militares turcos. El sábado por la mañana, ErdoÄan ya se había hecho con el control de la situación y había anunciado la destitución de decenas de generales y coroneles.
Desde siempre los militares se han considerado los guardianes de la Turquía moderna, y el movimiento que lidera Gülen se sitúa en la brecha existente entre los dos lados, el laico y el islamista.
Gülen, un clérigo que vive recluido y exiliado en Pennsylvania, lidera un movimiento popular denominado Hizmet. Este movimiento, de composición bastante heterogénea y en ocasiones sectario, abarca grupos de estudio, negocios, centros educativos y publicaciones de distintas partes del mundo. A lo largo de los años ha conseguido amasar dinero e influencia.
Según algunos informes, el 10% de la población turca apoya este movimiento. En los últimos años ha generado mucha tensión el hecho de que ErdoÄan y el AKP acusaran a los policías y a los jueces que integraban una operación anticorrupción y que investigaban a importantes políticos del partido y al hijo del presidente, Bilal, de ser partidarios de Gülen. Consideraban que se trataba de un acto de represalia en respuesta a las medidas impulsadas por ErdoÄan contra las escuelas “gulenistas”; unas medidas que tenían el objetivo de evitar que este movimiento creciera (con este mismo propósito ErdoÄan invitó a Gülen a volver del exilio).
Esta rivalidad culminó con una “limpieza” cuyo objetivo era apartar a los altos mandos del ejército y de la policía que eran considerados partidarios de Gülen. También arrinconaron a aquellos profesionales de los medios de comunicación con supuestos vínculos con el movimiento.
Tras el golpe de Estado del viernes por la noche, un abogado del gobierno turco, Robert Amsterdam, señaló que todo apuntaba hacia “una participación directa” de los partidarios de Gülen, y añadió que tanto él como su bufete de abogados han intentado en repetidas ocasiones advertir al gobierno de los Estados Unidos de la amenaza que representan Gülen y su movimiento. Amsterdam indicó que “fuentes de los servicios de inteligencia apuntan hacia la posibilidad de que Gülen estuviera colaborando estrechamente con algunos miembros de las fuerzas armadas para conspirar contra el gobierno elegido democráticamente por el pueblo”.
La Alianza para los Valores Compartidos, el brazo del movimiento Hizmet en Estados Unidos, ha reaccionado de inmediato, ha negado haber participado en el golpe de Estado y ha señalado que estas acusaciones son profundamente irresponsables. Ha insistido en el hecho de que el grupo no ha apoyado la intervención militar.
En un comunicado, el grupo ha indicado que “en el terreno la situación evoluciona rápidamente y sería muy irresponsable por nuestra parte especular”. También ha señalado que sigue preocupado “por la seguridad de los ciudadanos, tanto de la población turca como de aquellos extranjeros que se encontraban en el país en el momento de los hechos”.
“Durante más de 40 años, Fethullah Gülen y los integrantes de Hizmet han defendido la paz y la democracia y han demostrado su compromiso con estos valores”.
“Siempre nos hemos mostrado en contra de la injerencia militar en los asuntos políticos del país. Se trata de una creencia fundamental de los integrantes del movimiento. Condenamos cualquier injerencia militar en los asuntos políticos de Turquía”.
¿Quién dice la verdad? Los detractores del movimiento señalan que en 1999 Gülen insinuó en un video la conveniencia de que sus seguidores se infiltraran en las instituciones del Estado.
“Debéis operar desde las arterias del sistema, sin que nadie se percate de vuestra existencia, hasta que lleguéis a los centros de poder…debéis esperar hasta que tengáis el control del Estado, hasta que tengáis poder sobre todas las instituciones del país”.
Gülen afirma que este video ha sido manipulado.
En el contexto del aumento de la tensión entre ErdoÄan y Gülen en 2013, Dorothée Schmid, una analista del Instituto Francés de Relaciones internacionales (IFRI) hizo unas declaraciones a France 24 y resumió las contradicciones de esta rivalidad.
“La democracia turca peligra si consideramos que un movimiento opaco y que no tiene legitimidad política es la fuerza apropiada para cuestionar las tendencias autoritarias del partido en el poder”, señaló.
El viernes por la noche, en la localidad de Saylorsburg, situada a miles de kilómetros de distancia del golpe en Turquía, reinaba la paz. En este pueblo de Pennsylvania se encuentra el centro de culto y de retiro del movimiento; la residencia de Fethullah Gülen.
Los guardas de seguridad impedían la entrada al complejo, repetían que Gülen no estaba disponible y pedían a los periodistas que regresaran al día siguiente.
Traducción de Emma Reverter