El final de las evacuaciones empuja a los afganos a las rutas más peligrosas para llegar a la UE
Es un viaje traicionero de miles de kilómetros que atraviesa desiertos áridos, montañas escarpadas, ríos, puestos de control armados, alambres de cuchillas y muros de cemento de varios metros de altura. Pero para los afganos que escapan de los talibanes, esta ruta inhóspita –que atraviesa Pakistán, Irán, Turquía y los Balcanes– es el sendero, según creen, a la libertad.
Tras la caída de Kabul ante los talibanes este mes, después de semanas de una rápida sucesión de victorias en todo el país, el instinto de muchos afganos ha sido escapar de cualquier forma posible.
Algunos trabajaron para el gobierno anterior o para las fuerzas de los EEUU o la OTAN y creen que solo sería cuestión de tiempo antes de que los talibanes comiencen a perseguirlos. Otros temen que los talibanes impongan la misma interpretación dura de la ley sharia que antes, y recluyan a las mujeres en sus hogares, apunten contra las minorías y realicen ejecuciones públicas. También crece la preocupación de que Afganistán se encamine a una crisis humanitaria, con escasez de alimentos, sequías y sin dinero en los bancos.
Pero el mensaje de todos los países vecinos de Afganistán y buena parte de Europa, que es donde la mayoría quiere llegar, ha sido que los refugiados afganos no son bienvenidos. Pakistán ha casi terminado un muro sobre su porosa frontera con Afganistán, Turquía ha construido un muro de 150 kilómetros sobre su frontera con Irán y Grecia también ha construido un muro fronterizo. “Nuestro país no será la puerta de entrada a Europa para los migrantes ilegales afganos”, dijo el ministro griego de migraciones Notis Mitarachi.
Sin embargo, los Afganos insisten. Desde el retiro de las tropas estadounidenses en mayo, la agencia migratoria de la ONU ha informado de un incremento del 40% en los cruces a Pakistán, que suele ser la primera etapa del viaje. Las organizaciones locales en Afganistán esperan que comience un éxodo masivo en las próximas semanas, cuando cada vez más afganos desesperados se arriesguen a intentar llegar a Europa, pagando grandes sumas de dinero a contrabandistas de personas.
Astrid Sletten, la directora nacional para Afganistán en el Consejo Noruego para Refugiados, dice que el caos de multitudes en el aeropuerto de Kabul en las últimas dos semanas, con miles de afganos –muchos de ellos sin pasaportes o papeles– clamando por subir a los vuelos de evacuación, eran un indicador del “nivel de desesperación por irse”.
“Preveo que esto será una catástrofe humanitaria, y cuando eso suceda, la gente huirá”, dijo Sletten. “Y cuando la gente se desespere así, las fronteras con Irán y Pakistán no significarán nada”.
La ruta más frecuente
La ruta ilegal terrestre más frecuente para el contrabando de personas es conocida como la media luna de oro, que también es usada para el narcotráfico. Los afganos son llevados a través de los desiertos de la provincia de Nimruz para cruzar la frontera hacia la región de Baluchistán en Pakistán.
Desde allí van hacia el sur, luego cruzan a Irán desde pueblos como Mashkel, viajando a través del terreno montañoso y hostil entre los dos países. Hay múltiples puntos de entrada a Irán, pero todos llevan a Iranshah, donde los refugiados emprenden un arduo viaje de 2.200 kilómetros atravesando el país y son dejados cerca de la frontera con la región de Van en Turquía.
Dos contrabandistas de personas han confirmado a The Guardian que hubo un fuerte aumento en la demanda. “Hemos visto una explosión en el tráfico de personas desde que los talibanes tomaron el poder”, dijo uno de ellos. “Antes, eran al menos 50 vehículos los que transportaban refugiados a Pakistán desde la provincia de Nimruz. Pero ahora al menos 150 vehículos o más entran a Pakistán a través de la ruta de la media luna de oro”.
A pesar de las promesas del gobierno paquistaní de mantener lejos a los refugiados, algunos han logrado entrar por el paso fronterizo Spin Boldak-Chaman, que han dejado abierto para quienes viajen como pacientes o visiten a familiares, y es atravesado por 6.000 personas por día.
Cruces a Pakistán
Cerca de 10.000 personas de la comunidad minoritaria Shia Hazara de Afganistán, cuyos miembros han sido torturados y asesinados recientemente por los talibanes, han cruzado a Pakistán en los últimos días según Raza Royesh, un activista Hazara. La mayoría vive ahora en mezquitas, salas de casamiento y casas de parientes en la ciudad de Quetta, y muchos contemplan intentar llegar a Europa.
Otro contrabandista han afirmado que los esfuerzos de Pakistán por cercar su frontera con Afganistán no han hecho mucho para detener los cruces ilegales, que suelen hacerse a pie. “Es imposible cercar las montañas y los desiertos”, sostiene. “Tenemos gente en todos los puntos de acceso para recibir a los refugiados y llevarlos a su próximo destino”.
Una ruta más traicionera para los refugiados afganos cruza directamente a Irán desde las provincias de Nimruz y Herat. Pero está fuertemente vigilada y es mucho más peligrosa; en mayo, los guardias fronterizos de Irán fueron acusados de ahogar a 50 refugiados afganos. Irán ha sido acusado en los últimos días de colaborar con los talibanes para detener el flujo de afganos que intentan ingresar al país, capturando docenas y deportándolos de regreso a Afganistán.
El muro de Turquía
Turquía, vista desde hace mucho como el punto de entrada a Europa, también se ha embarcado en una represión violenta contra los refugiados afganos que intentan cruzar desde Irán. El país ya alberga a 4 millones de refugiados sirios y el estado de ánimo en contra de los refugiados es palpable. Los afganos que han alcanzado el muro fronterizo de cemento, de tres metros de altura, construido recientemente están siendo detenidos violentamente y empujados de regreso a Irán.
“En los últimos dos meses hubo una campaña mediática enorme en contra de los refugiados afganos en Turquía, que apela al gobierno para que los detenga. Así que ahora el gobierno ha enviado muchas fuerzas a la frontera con Irán, e incluso quienes ya lograron entrar a Turquía están siendo capturados y enviados de regreso al lado iraní”, dice Ali Hekmat, coordinador de la Asociación para la Solidaridad con los Refugiados Afganos en Turquía. “Incluso los refugiados afganos en Estambul están siendo detenidos y deportados. Es muy difícil cruzar ahora”.
Los migrantes más ricos que llegan a Turquía pueden elegir embarcarse en un velero desde algún pueblo turco al oeste de Izmir hacia las costas orientales de Sicilia y Puglia, pero el coste puede superar los 8.000 euros por pasajero.
El difícil paso a Grecia
Con la finalización de un gran muro y el fortalecimiento de los recursos fronterizos en Grecia, la única opción para la mayoría de los refugiados afganos es la ruta balcánica, una de las travesías más peligrosas y duras hacia Europa. Los lleva a través de Bulgaria, luego Macedonia del Norte o Serbia, luego Bosnia, Croacia y Eslovenia, desde donde pueden finalmente llegar a Italia o Austria.
Es un viaje que puede tomar meses y está asolado por temperaturas heladas y la represión ilegal de la policía fronteriza en Croacia, que en los últimos años ha sido acusada de golpear, torturar e incluso de abusar sexualmente de los migrantes.
“Los afganos son actualmente la segunda nacionalidad más presente en la ruta balcánica”, dijo Laura Lungarotti, la jefa de la misión de la agencia migratoria de la ONU en Bosnia y Herzegovina y coordinadora para los Balcanes occidentales. “Después de lo que está sucediendo en Kabul, esperamos que los números crezcan en las próximas semanas y meses”.
Traducción de Ignacio Rial-Schies
2