En la frontera finlandesa con Rusia: “La guerra de Ucrania lo ha cambiado todo, ya no hay vuelta atrás”

Pjotr Sauer

Lappeenranta (Finlandia) —

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En una soleada mañana de primavera, pocos lugares pueden parecer tan apacibles como Lappeenranta, una pequeña ciudad finlandesa en la frontera con Rusia situada a orillas de uno de los mayores lagos de Europa. Sin embargo, esta primera impresión es engañosa. Para los 70.000 habitantes de la ciudad, el ambiente es más sombrío desde que estalló la guerra en Ucrania.

“Siempre me he sentido muy segura, he crecido en esta ciudad, pero desde el inicio de la guerra la situación ha cambiado”, dice Nora Ikonen, que trabaja como barista en una cafetería de la ciudad. “Me ha sorprendido ver que estoy intranquila”.

Los enfrentamientos a los que se refiere se libran en zonas de Ucrania situadas a casi 1.600 kilómetros de distancia. Pero Finlandia comparte una frontera terrestre con Rusia de más de 1.300 kilómetros, y Lappeenranta está a solo 30 kilómetros del límite, más cerca de la ciudad natal de Vladímir Putin, San Petersburgo, que de la capital de Finlandia, Helsinki.

“Como es lógico, los vecinos están preocupados. Todos nos quedamos en shock cuando Rusia invadió Ucrania. Estábamos acostumbrados a trabajar y convivir con Rusia”, explica el alcalde de la ciudad, Kimmo Jarva, en un encuentro en su oficina con vistas a la bahía congelada del lago Saimaa.

“Puerta de entrada” a Rusia

Tras la caída de la Unión Soviética, Lappeenranta encarnó la relación pragmática de Finlandia con Rusia, que se centró en el desarrollo de relaciones comerciales con Moscú. Desde entonces, los distintos mandatarios finlandeses han tenido relación con Putin.

Según las estimaciones de Jarva, 1,5 millones de rusos visitaban anualmente la ciudad antes de la pandemia, lo que les reportaba millones de euros en ingresos. De hecho, algunos establecimientos comerciales se dirigían específicamente a ellos. Lappeenranta también estableció su propia oficina en San Petersburgo y se promocionó entre los turistas occidentales como “puerta de entrada” a Rusia.

“Siempre hemos estado abiertos a trabajar con los rusos. Pero todo ha cambiado desde el estallido de la guerra en Ucrania”, dice Jarva.

Ahora son muy pocos los coches que circulan por la autopista que lleva a la frontera entre Finlandia y Rusia, ya que los dos países han prohibido prácticamente todo el tráfico privado y comercial en el territorio del otro.

“Esta ciudad ha elegido ahora un camino diferente. No hay vuelta atrás”, explica Jarva. Ese camino podría llevar pronto a Finlandia, y a la vecina Suecia, a unirse a la alianza militar de la OTAN, en lo que sería un cambio de política histórico para los dos países del norte de Europa. La decisión se considera crítica, sobre todo porque la posible pertenencia futura de Ucrania a la OTAN fue utilizada como una razón de peso por Moscú para justificar la invasión.

Cambio en la opinión pública

El miércoles pasado, el Parlamento finlandés comenzó a debatir un informe del Gobierno en el que se exponen las implicaciones y los riesgos de la pertenencia a la OTAN, lo que marca el inicio simbólico del debate oficial sobre una posible solicitud de ingreso en el bloque defensivo.

Las personas implicadas en este debate ya han avanzado que no esperan que el procedimiento se demore. De hecho, la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, dijo hace unos días que su país decidiría si solicitaba la adhesión “bastante rápido, en semanas, no en meses”.

Ikonen, la barista, dice que apoya plenamente la adhesión a la OTAN y que su opinión es compartida por otros ciudadanos en las calles de la ciudad.

Hace tan solo cinco años, el apoyo de Ikonen a entrar en la OTAN la habría situado entre la minoría de finlandeses partidarios de esta opción, ya que las encuestas mostraban que solo el 21% de la población apoyaba la adhesión a la alianza, una cifra que no fluctuó mucho durante décadas.

Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania ha provocado un cambio radical en la opinión pública hacia el bloque y este viraje podría dar lugar a que las fuerzas de la OTAN se desplieguen en la extensa frontera noroccidental de Rusia.

“Finlandia decidió que quería unirse a la OTAN el 24 de febrero a las 5 de la mañana, cuando las fuerzas rusas entraron en Ucrania”, dice el exprimer ministro finlandés Alexander Stubb.

En las encuestas realizadas tras la invasión, aproximadamente el 60% de los finlandeses se han mostrado a favor de solicitar la adhesión a la OTAN, un nivel de apoyo que Stubb cree que aumentará en las próximas semanas. “Si Rusia está dispuesta a masacrar a sus hermanos eslavos en Ucrania, ¿por qué no iba a hacer lo mismo con Finlandia? Muchos finlandeses se han levantado y han dicho: '¡Basta! Ha llegado el momento de unirse a la OTAN”, dice.

Stubb, que ha sido durante mucho tiempo un defensor de la OTAN, considera lógico que los finlandeses hayan cambiado su postura en respuesta a las acciones de Rusia.

“Los finlandeses son personas muy racionales y pragmáticas. Ajustan su opinión según cambian las circunstancias. Se han percatado de que Rusia es un agresor imprevisible y aislado”, dice.

Sin embargo, la rapidez con la que han cambiado las opiniones ha sorprendido incluso a quienes siguen de cerca la política finlandesa.

“Nadie que yo conozca puede pensar en un momento remotamente similar en la historia de Finlandia en el que la opinión pública haya cambiado tan rápidamente, tan radicalmente”, señala Charly Salonius-Pasternak, experto en seguridad del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales. “Pensábamos que serían las élites políticas las que impulsarían una entrada en la OTAN, pero es todo lo contrario. Los finlandeses han elegido este camino”.

La invasión soviética de Finlandia

Los expertos sostienen que los sentimientos actuales de Finlandia tienen su origen en su propia guerra con Moscú, que tiene ecos de la invasión de Ucrania. En 1939-40, la cruenta “Guerra de Invierno” hizo que Finlandia cediera una parte significativa de su territorio a la Unión Soviética, incluida la ciudad de Vyborg, a solo 30 minutos en tren de Lappeenranta.

“La solidaridad del pueblo finlandés con Ucrania es enorme. Estamos viendo muchas comparaciones entre Ucrania y la Guerra de Invierno en los medios de comunicación, en los debates públicos”, explica Arkady Moshes, del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales. Según Moshes, muchos finlandeses “evocan instintivamente las historias” de la Guerra de Invierno cuando ven a Ucrania luchando contra un vecino más grande y poderoso que ellos. “Los finlandeses no muestran sus emociones abiertamente, pero lo que está ocurriendo en Ucrania ha sacado a relucir sentimientos que parecían haber estado guardados durante décadas”, dice Moshes.

Una encuesta reciente muestra que el 84% de los finlandeses consideran que Rusia representa una amenaza militar considerable.

“Mi generación no vivió ninguna guerra, pero mis padres y abuelos se vieron obligados a huir al oeste del país durante la guerra con los soviéticos”, dice Heli Pukki, propietario de una tienda de manualidades en Lappeenranta. “Crecimos con el relato de sus experiencias, las llevamos en el corazón”.

Pukki aclara que no siente ninguna aversión hacia los rusos y que siempre los recibe “con gusto” en su tienda, pero la guerra de Ucrania ha marcado un antes y un después de la noche a la mañana. “Es la primera vez en mi vida que empiezo a pensar en mi seguridad, en la vida apacible que he tenido. Siempre supimos que teníamos una gran potencia en nuestra frontera, pero ahora tenemos la sensación de que algo se cuece y de que Rusia no avanza en la dirección correcta. Nadie sabe lo que va a pasar”.

Las amenazas de Rusia

Rusia ha advertido a Finlandia y Suecia de que no se adhieran a la OTAN, alegando que ello desestabilizaría a Europa.

Hace unos días, el expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, lanzó la amenaza más fuerte contra el país hasta el momento, advirtiendo que Rusia tendría que reforzar sus fuerzas terrestres, navales y aéreas en el Mar Báltico si Finlandia y Suecia se unen a la OTAN. 

Medvédev también elevó la amenaza nuclear al advertir que no se podía hablar más de un Báltico “libre de armas nucleares”, donde Rusia tiene su enclave de Kaliningrado, entre Polonia y Lituania.

Pero mientras los habitantes de la zona han expresado cierta preocupación por las posibles reacciones rusas a los planes del país de unirse a la OTAN, los expertos y funcionarios finlandeses han instado a la calma, diciendo que su país está preparado para cualquier agresión.

“La amenaza nuclear no es nada nuevo”, dice Stubb, que recuerda la existencia de información sobre el hecho de que Rusia ya tiene armas nucleares en Kaliningrado. “Esperamos más ciberataques rusos y violaciones del espacio aéreo. Pero nos hemos estado preparando para esto durante mucho tiempo”.

“Sabemos lo que hacemos”

Stubb y otras voces expertas descartan la posibilidad de que Rusia pueda amenazar militarmente a Finlandia en un futuro próximo.

“Rusia no puede luchar en dos frentes, y se enfrentaría a uno de los ejércitos más sofisticados del mundo. Como siempre, mantenemos la calma y la tranquilidad. Sabemos lo que hacemos”, asegura el exprimer ministro.

Finlandia ha mantenido un fuerte gasto en defensa durante los últimos 30 años, a diferencia del resto de Europa, que ha optado por hacer muchos recortes, aunque ha cambiado de tendencia en los últimos años, con cifras récord de gasto. El país nórdico es también uno de los pocos países europeos que han mantenido el servicio militar obligatorio y casi un tercio de su población adulta es reservista.

El alcalde de Lappeenranta también ha precisado que no espera ninguna amenaza militar procedente de Moscú y afirma que la frontera “nunca ha estado más tranquila”. No obstante, poco después del inicio de la invasión rusa, la ciudad revisó todos sus refugios antibombas.

“Esto es lo que hacemos siempre, estamos preparados. La guerra nos motiva un poco más a hacerlo”, dice.

Traducción de Emma Reverter

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