En dos tensas conversaciones telefónicas, Muamar el Gadafi alertó a Tony Blair de que su cesión de la jefatura de Libia abriría las puertas a Al-Qaeda para tomar por la fuerza el país e incluso lanzar una ofensiva contra Europa. La transcripción de las llamadas ha sido publicadas, tras previo consentimiento del ex primer ministro, por el Comité de Asuntos Exteriores del Reino Unido. Gracias a este testimonio se ha abierto una investigación sobre la campaña occidental que condujo al derrocamiento y posterior asesinato de Gadafi en octubre de 2011.
En ambas conferencias, Blair suplicó a Gadafi que permaneciese a un lado o acabase con el pico de violencia. La transcripción reafirma la falta de entendimiento entre el líder libio y Occidente acerca de lo que estaba ocurriendo en su país, y la relación de esta incertidumbre con las amenazas recibidas.
Durante la primera de estas llamadas, a las 11:15 de la mañana del día 25 de febrero de 2011, Gadafi lanzó una advertencia posteriormente corroborada por los hechos: “Ellos [los yihadistas] quieren hacerse con el control del Mediterráneo y después atacarán a Europa”.
“Esto no es una lucha cualquiera, estamos sufriendo un asalto. Quiero contarte toda la verdad. No estamos ante una situación difícil, es tan simple como que una organización parecida a Al-Qaeda ha establecido células durmientes en el norte de África. Estos núcleos son similares a los que existieron en Estados Unidos antes del 11S”, explicó el mandatario libio en la segunda llamada, a las 15:25 de ese mismo día. “Voy a tener que armar al pueblo y prepararlo para una guerra. La población libia morirá y los daños se extenderán hacia el Mediterráneo, Europa y la totalidad del planeta. Estos grupos paramilitares justifican sus acciones en las circunstancias del país y es nuestra obligación hacerles frente”, añadió Gadafi.
El mensajero de la paz
Tres semanas después de la conversación, una coalición de la OTAN, que incluía a Gran Bretaña, inició un ataque aéreo que culminó con el derrocamiento de Gaddafi. El dictador fue finalmente destituido en agosto y asesinado por los opositores a su régimen en octubre.
En cierto punto de la llamada, Gadafi presionaba a Tony Blair para ir a Libia a constatar con sus propios ojos el descenso de violencia en Trípoli. Justo después, acercaba el teléfono a una pantalla de televisión de forma que el primer ministro británico pudiera escuchar al gentío demostrando a voz en grito su apoyo al líder.
Blair ha afirmado que, cuando gobernaba en el Reino Unido, quiso actuar de intermediario gracias a su contacto con Gadafi. También ha asegurado que tanto Washington como Londres estaban al tanto de sus llamadas. Durante las conversaciones, propuso orquestar una salida pacífica para el dictador si este accedía a abandonar el poder de forma voluntaria. El ex primer ministro también le garantizó que no había intención de colonizar Libia. “Aquí no ocurre nada. No hay lucha ni derramamiento de sangre. Ven a verlo tú mismo”, insistió Gadafi, que sin embargo mantuvo su temor ante una ocupación inminente.
Tony Blair apretó a Gadafi para que le diese un número de teléfono donde poder contactarlo de manera urgente y le pidió que “hiciera algo para frenar el baño de sangre y empezar una nueva constitución”. El político también se comprometió a intentar detener la intrusión de los Estados Unidos y la Unión Europea en Libia si hacía las declaraciones correctas, acababa con la violencia y disminuía la tensión política.
“Encuentra un lugar a salvo donde esconderte porque, aunque debe comenzar una fase de cambio, esto no va a terminar bien. Este proceso no puede escapar a nuestro control, tenemos que encontrar la forma de dominarlo”, le aconsejó Blair. “Los EEUU y la UE se encuentran en una posición complicada ahora mismo y necesito darles algo a cambio de que esto culmine de la mejor manera posible. Será suficiente si ven al líder manteniéndose alejado de la gente. Si esto sigue así durante uno o dos días más, no habrá escapatoria, llegaremos a un punto sin retorno. Hay que conseguir salir de esta situación antes de que sea totalmente destructiva para los libios”, añadió. “Me gustaría ofrecerte una solución pacífica...seguiremos en contacto”, concluyó la llamada.
Un profeta en Libia
El presidente del Comité de Asuntos Exteriores, Crispin Blunt, se ha pronunciado acerca de este intercambio de llamadas. “Las transcripciones que facilitó el Sr. Blair muestran la perspectiva inédita sobre una dictadura que se desmoronaba alrededor de Muamar el Gadafi. Las razones del fracaso de aquellas primeras conversaciones para iniciar un acuerdo pacífico necesitan ser aclaradas”.
“Es el turno del Comité de averiguar si la advertencia profética de Gadafi sobre el alzamiento de los grupos paramilitares fue inconvenientemente desatendida por ser otra de sus delirantes declaraciones políticas. Las pruebas que hemos obtenido hasta ahora sugieren que nuestros diplomáticos fueron menos conscientes que Gadafi sobre el riesgo que suponía aquella intervención, tanto para Libia como para los países occidentales”, ha sentenciado Blunt.
El pasado martes 5 de diciembre, docenas de personas fueron asesinadas en uno de los ataques más cruentos desde la caída del dictador. El autor del atentado es un supuesto terrorista que se inmoló en el centro de la ciudad libia de Zliten.
Traducción de: Mónica Zas