Durante la campaña por el liderazgo del Partido Conservador en Reino Unido, los candidatos han trazado un patrón común que se manifiesta en el aparente deseo de ser más duros con los solicitantes de asilo, en una defensa más intensa de los recortes fiscales y en el escepticismo sobre las medidas para la huella de carbono cero. Este es un partido que parece haberse desplazado claramente hacia la derecha.
Algunos sostienen que la competición agresiva de políticas populistas entre Liz Truss y Rishi Sunak refleja un nuevo tipo de conservadurismo, uno fundamentalmente alterado por el Brexit y Boris Johnson, que ha absorbido gradualmente las prioridades de quienes solían apoyar al Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, otros dicen que hablar enérgicamente sobre inmigración no es nada nuevo para un partido que estuvo entre los primeros en utilizar la inmigración para crear hostilidad y que ya estaba tratando de deportar a los solicitantes de asilo a Ruanda. Y que hablar de recortes de impuestos es casi obligatorio para los tories cuando eligen un nuevo líder.
“Ahora todo ha cambiado”
Pero, ¿se podría estar perdiendo de vista lo importante? Algunos expertos se preguntan si la avalancha de propuestas políticas de derecha dura, en particular en lo que refiere a la inmigración y el asilo, simplemente muestra a un partido alejado de un público que hoy se encuentra claramente más preocupado por otras cuestiones, como el coste de la vida.
Un cambio sí parece evidente. Aunque entre los conservadores siempre han existido ideas de derecha autoritaria, estas se equilibraban con un ala más liberal, que prácticamente ha desaparecido desde que Boris Johnson se convirtió en líder del partido.
Anna Soubry, la secretaria de Estado conservadora y que abandonó el partido, sostiene que personas con opiniones como ella, Kenneth Clarke, David Gauke y Dominic Grieve eran entonces “la corriente principal”.
“No éramos los radicales, éramos la norma, y ahora todo ha cambiado”, dice. “Casi ninguno de nosotros está ya en el Parlamento, y los que quedan son ahora los marginales. Y los locos dirigen el Gobierno”.
En cuanto a si la contienda por el liderazgo muestra una mayor deriva hacia la derecha de Boris Johnson, ha habido algunas señales en esa dirección en la primera fase de la carrera por el liderazgo en junio, cuando políticos como Kemi Badenoch y Suella Braverman hablaron de manera grandilocuente, al estilo de la derecha estadounidense, de políticas identitarias y de reducir drásticamente el Estado.
Tras la reducción de la carrera al duelo entre Truss y Sunak, la atención a menudo se ha centrado en la inmigración y el asilo, y ambos han prometido endurecer aún más la política de devolución a Ruanda.
Un cambio en las encuestas
Nick Lowles, el director ejecutivo de la organización Hope Not Hate, que analiza las opiniones de la derecha populista y de la extrema derecha, señala que las encuestas realizadas para el grupo muestran lo que él llama un “cambio notable” en los miembros de Partido Conservador respecto de la inmigración y asuntos relacionados entre 2018 y 2020.
“El centro de gravedad del Partido Conservador se ha desplazado hacia la derecha de forma bastante considerable”, dice. “No es de extrañar que, más allá de que los candidatos apoyen o no en privado la política de Ruanda, adopten una posición pública de línea dura”.
Del mismo modo, en la contienda por el liderazgo se han multiplicado las promesas de reducción de impuestos, e incluso Sunak, que hasta hace poco se oponía a la reducción impositiva, ha dado un giro de 180 grados al decir que eliminaría el IVA en las facturas eléctricas.
Ninguno de los dos finalistas ha dado cabida de forma explícita al ethos de reducción del Estado en la línea de políticos como Badenoch, pero las repetidas declaraciones sobre la eficiencia y la simplificación de las estructuras suponen un papel reducido de los servicios públicos.
Ambos se han mostrado notablemente cautelosos con respecto a la emergencia climática, ya que Truss se ha comprometido a suspender los gravámenes verdes en las facturas eléctricas, mientras que Sunak ha descartado casi por completo cualquier papel para los nuevos proyectos eólicos terrestres en Inglaterra.
Desconectados de sus votantes
La sustitución de Boris Johnson ha dependido de la votación dentro del Partido Conservador, lo que en gran medida explica el desplazamiento ideológico. Sin embargo, hay algunos indicios de que los candidatos pueden haber malinterpretado incluso a su propio público.
Un nuevo sondeo realizado por el think tank Onward muestra que los votantes conservadores están especialmente interesados en el objetivo de cero emisiones netas para 2050, y casi una cuarta parte afirma que dejaría de apoyar al partido si este compromiso fuera abandonado.
Rob Ford, profesor de política de la Universidad de Manchester, sostiene que en materia de inmigración y fiscalidad el partido corre el riesgo de “desviarse cada vez más de la opinión pública, e incluso del público que vota a los conservadores”.
El experto destaca una investigación dirigida por Tim Bale, profesor de política en la Universidad de Londres, que muestra que mientras los miembros del Partido Conservador son, como cabría esperar, notablemente más de derechas en cuestiones económicas, los diputados tories tienden a inclinarse aún más hacia la derecha.
“Este thatcherismo de ‘Singapur sobre el Támesis’ que quiere reducir impuestos siempre ha sido una especie de pasatiempo de la élite”, dice Ford. “Nunca ha habido un apoyo electoral masivo para esas cosas. Pero a la gente que le gusta, le gusta tan intensamente que en cierto modo proyecta esta idea sobre los miembros de su partido”.
Políticas migratorias
En cuanto a la inmigración, el seguimiento a largo plazo realizado por la encuestadora YouGov de los tres temas que los votantes consideran más importantes muestra cómo el porcentaje que escoge la inmigración se ha visto reducido a más de la mitad desde antes del referéndum del Brexit en 2016, mientras que el porcentaje que cita la economía se ha disparado.
“Durante mucho tiempo, y no sin razón, el Partido Conservador ha considerado que ser autoritario en materia de inmigración y asilo es esencialmente una posición que no trae pérdidas”, dice Ford. “Y no sé si eso sigue siendo cierto”.
“La actitud hacia la inmigración es más positiva ahora de lo que ha sido en cualquier momento de la política moderna para el que tengamos encuestas. Es un contexto extraño para lanzar políticas migratorias muy duras. Tampoco es una cuestión que apremie a los votantes en general, ni a los votantes del Partido Conservador, ni siquiera a los votantes socialmente conservadores del Partido Conservador. Esta es la respuesta a una pregunta que ya nadie se hace”, dice. “A la gente le preocupa pagar la factura de la luz. Lo que les preocupa del Ministerio del Interior es conseguir un pasaporte a tiempo para ir de vacaciones. Todo esto hace que los políticos conservadores corran el riesgo de parecer desconectados de la realidad con estos temas, algo que no era así en el pasado”.
Traducción de Julián Cnochaert.