Durante más de cuatro años, el periódico Daily Stormer ha utilizado Internet para ofrecer un menú diario de carne neonazi y supremacista blanca, cocinada con odio. El domingo, un puñado de empresas que hacían esto posible decidieron que ya es suficiente.
Go Daddy anunció que ya no funcionará como registro del dominio Dailystormer.com, argumentando que, a la luz de los sucesos violentos de Charlottesville, la web había “ido demasiado lejos y estaba promoviendo y fomentando la violencia”.
En pocas horas, el Daily Stormer llevó su registro a Google, pero la empresa se dio prisa en anunciar que rechazaba al sitio por “violar las condiciones de uso del servicio”.
Tras años de fomentar el odio, parece que el Daily Stormer no tiene sitio en Internet (este miércoles volvió a la red con un dominio .ru radicado en Rusia).
Hace tiempo que Internet es campo fértil para extremistas que se juntan y reclutan a otras personas. Pero si bien las grandes empresas de Internet como Facebook, Twitter y Google se han tomado en serio la tarea de combatir a grupos terroristas yihadistas como el Estado Islámico y Al Qaeda, los grupos de odio locales han continuado creciendo. Sin embargo, los eventos de este pasado fin de semana en Charlottesville parecen haber logrado que al menos algunas de estas empresas evalúen si de verdad quieren ser servidoras de la actividad de supremacistas blancos, neonazis y otros grupos de extrema derecha.
El lunes, la aplicación de chat sobre juegos de vídeo Discord anunció que estaba cerrando un servidor y varias cuentas “asociadas con los eventos en Charlottesville”, incluyendo el servidor AltRight, afiliado al conocido nacionalista blanco Richard Spencer y su sitio web.
“Rechazamos rotundamente el movimiento de supremacía blanca, los neonazis y cualquier otro grupo, término o ideología basada en esas creencias”, dijo en un comunicado el director de marketing de Discord, Eros Resmini. “Seguiremos teniendo políticas agresivas para asegurarnos de que Discord existe para la comunidad que queremos apoyar: los gamers”.
Aunque todavía no es muy famoso, Discord lleva recaudados más de 25 millones de euros en capital riesgo de grandes inversores como Benchmark Capital y Greylock Partners. Un servidor de Discord es un canal particular en el que los usuarios pueden juntarse a hablar de un videojuego o de otros temas.
La medida es un punto de inflexión para la empresa, que hace varios meses que evalúa cómo manejar su popularidad entre grupos de extrema derecha.
“En los últimos seis meses, o más, Discord ha ejercido un monopolio en la comunicación entre miembros de grupos de odio de extrema derecha”, dice Keegan Hankes, analista de inteligencia del Centro Legal para la Pobreza Sureña. “Casi todos los líderes de este movimiento tienen una cuenta allí. Mucha de la coordinación y organización de Charlottesville se realizó en Discord”.
Un bot llamado “Adolf Hitler” les daba la bienvenida
El lunes, un servidor de Discord que continuaba activo, “Refugio étnico ARIO - Red de Alianza de Identidad ‘Alt-Right’”, se llenó de solicitudes de ingreso de exiliados de extrema derecha. Allí, un bot llamado “Adolf Hitler” les daba la bienvenida a los nuevos miembros y explicaba el proceso de confirmación, mientras los usuarios se quejaban de que los grupos “Alt-Right” estaban sufriendo una “Shoah”, utilizando la palabra hebrea para el Holocausto. Finalmente, el servidor cambió su nombre a “Amigos Unidos”, en un aparente intento de que no lo cierren.
Otras empresas de Internet tomaron medidas antes de Charlottesville para ponerse duros con los grupos de odio de derecha. Airbnb prohibió a sus usuarios utilizar la plataforma para alquilar habitaciones para asistir a la convocatoria. Plataformas de pago como PayPal y Patreon han prohibido a algunas figuras de la extrema derecha tener cuentas para recaudar dinero.
Este tipo de medidas ha llevado a algunas personas de extrema derecha a crear sus propias plataformas, como Hatreon, WeSearchr, y Gab – alternativas a Patreon, GoFundMe y Twitter, respectivamente.
Pero los líderes de la extrema derecha no quieren quedar excluidos del resto de Internet, dice Hankes, porque eso les impide obtener la atención de los medios de comunicación y reclutar nuevos miembros. “Enfatizan mucho el hecho de que quieren estar donde están las personas normales”, explica. “¿Qué sentido tiene convencer a los que ya piensan como tú?”
Por esto, grandes sitios como Facebook, Twitter y YouTube siguen siendo las plataformas más importantes para los grupos de odio, y todavía está por ver si estos sitios están comprometidos a tomar medidas contra el discurso de odio de los supremacistas blancos.
Como the Guardian informó en julio, el Centro Legal para la Pobreza Sureña entregó a Facebook enlaces de más de 200 páginas afiliadas a grupos de odio, incluidos algunos de los grupos que organizaron el evento de Charlottesville en 2016. The Guardian comprobó que al menos 175 de esas páginas seguían activas en julio, aunque Facebook eliminó otros nueve enlaces tras haber recibido información de the Guardian.
Entre los grupos que Facebook no consideró que violan las condiciones de uso están el grupo neonazi Partido de los Trabajadores Tradicionalistas, que ayudó a organizar la reunión de Charlottesville, y el Consejo de Ciudadanos Conservadores, identificado por Dylann Roof como una fuente de inspiración en la masacre que cometió en la iglesia afroamericana de Charleston.
“Todas las personas afectadas por los trágicos sucesos en Charlottesville están en nuestros corazones”, dijo un portavoz de Facebook en un comunicado. “Facebook no permite discurso de odio ni alabanzas al terrorismo y a los crímenes de odio, y estamos eliminando activamente cualquier publicación que ensalce el horror cometido en Charlottesville”.
Figuras prominentes de los grupos autodenominados como “Alt-right”, como Richard Spencer y Baked Alaska, tienen cuentas verificadas en Twitter, que sigue siendo una plataforma importante para realizar acoso y llamar la atención de periodistas. Y YouTube tiene un papel importante a la hora de difundir las ideologías extremistas, ya que sus algoritmos ofrecen un sinfín de vídeos enganchados de lo que Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California, llama “intolerancia pseudo-intelectualizada”.
Hankes argumenta que estas grandes plataformas ya tienen el poder de ser proactivas a la hora de cerrar las cuentas de grupos de odio, gracias a sus condiciones de uso.
“El problema más grande es que no ponen en práctica las condiciones de uso que ya tienen, ya sea porque no quieren o porque no pueden”, dice. “La pregunta que les hacemos a los Googles del mundo es: ¿queréis ser partícipes de lo que está pasando en estas webs?”.
Traducido por Lucía Balducci