Existe el mito de que que quienes viven en grandes ciudades tienen menos posibilidades que quienes viven en ciudades más pequeñas de ayudar a desconocidos en situación de necesidad. Pero las investigaciones recientes sugieren que la probabilidad de obtener ayuda está asociada a factores socioeconómicos y tiene poco que ver con el anonimato y el ritmo acelerado de la vida urbana.
Un grupo de Investigadores del University College de Londres (UCL) hizo un experimento para averiguar si los ciudadanos enviaban una carta perdida, devolvían un objeto abandonado o paraban sus coches para que alguien cruzara la calle en 37 barrios diferentes de 12 ciudades y 12 pueblos de todo el Reino Unido.
La autora principal de la investigación, Elena Zwirner, fue quien dejó los objetos perdidos y cruzó las calles. Las cartas, dirigidas a ella, con un post-it decían: “¿Podría enviar esto por mí, por favor? Gracias”. Se dejaban en la calle o en los parabrisas de algunos coches.
En total, se presentaron 1.367 oportunidades de ayuda. En 643 (el 47% de las ocasiones) se prestó la ayuda. Los datos mostraron que se devolvieron 485 de 879 cartas (el 55,1%); 130 de 398 personas colaboraron al recoger objetos perdidos (el 32,7%) y 28 de 90 coches, (el 31,1%) se detuvieron.
Renta y no densidad
La variable que más peso tuvo a la hora de ofrecer ayuda fue el nivel de renta del barrio y no la densidad de población. A diferencia de lo descubierto por estudios anteriores, en esta ocasión se investigaban comportamientos en el mundo real y no encuestas online o juegos preparados.
El autor del estudio, Nichola Raihani, experto y profesor en evolución y comportamiento, concluyó que la sabiduría popular de que en los lugares más pequeños se tiende más a ayudar a los extraños se basa en viejos estudios que tienden a comparar un barrio céntrico de una ciudad con un pueblo. Pero su enfoque, que midió comportamientos colaborativos en barrios con mayor y menor poder adquisitivo, llegó a conclusiones diferentes.
Más ayuda en los barrios más ricos
“Las variaciones más amplias en cuanto a las ofertas de ayuda se explican por el nivel de renta del barrio. La ayuda es más probable en los barrios de mayor poder adquisitivo”. Así lo recogen los autores de la investigación en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Raihani advirtió, no obstante, de que aún no tiene claro si es la privación experimentada por algunas personas lo que disminuye la probabilidad de que ayuden a alguien que lo necesite y a quien no conocen.
Un aspecto que el estudio no investigó -ya que el experimento fue realizado en gran medida por la propia Zwirner en persona, que es una mujer blanca- fue el papel potencial del sexo, la etnia y el acento en la petición de ayuda a desconocidos.
Raihani subrayó que las conclusiones del estudio no indican que las personas que viven en barrios pobres no ayuden. La literatura existente sugiere que cuando las personas carecen de seguridad material, en necesidades básicas como comida y techo, tienden a invertir en redes sociales pequeñas y estrechas y la ayuda y la cooperación es muy alta dentro de esas redes, pero no necesariamente fuera de ellas.
Añadió que “ya que ayudar a otra persona es de por sí... un riesgo, pagas un precio por ayudar a alguien y puedes o no obtener un retorno de la inversión”.
“Así que si queremos que estas normas imparciales de [la llamada] tendencia a la socialización sean altas en el sentido de que siempre se ayude a los extraños, y que la gente siempre ayude a los necesitados, la mejor manera de lograrlo en cierto modo podría ser aumentar el nivel de vida de las personas”.
Traducido por Alberto Arce