Haití se enfrenta a una nueva era de violencia tras el asesinato de su presidente
El asesinato de Jovenel Moïse pone al borde del caos a la empobrecida nación caribeña. El cargo de presidente en funciones le correspondería ahora al presidente del Tribunal Supremo, pero falleció en junio por COVID-19
A Robert Fatton, profesor de política haitiana en la Universidad de Virginia, lo ocurrido le ha dejado “sencillamente anonadado”. “No entiendo cómo es posible entrar en la residencia del presidente, matarlo, y luego irse; es todo muy extraño; no estoy seguro de quién se va a beneficiar de esto, no tenemos ni idea”. “En nuestra era no habíamos tenido asesinatos de presidentes”, dice. “Habíamos tenido golpes de estado y golpes frustrados, pero matar a un presidente es otra cosa, es algo que va más allá de lo que se había visto en Haití”.
“Estado de incertidumbre total”
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha calificado de “acto atroz” lo ocurrido. Sea quien sea el responsable del ataque, los analistas coinciden en que el asesinato de Moïse es un mal presagio para el futuro de una nación profundamente empobrecida que ya venía lidiando con una serie de crisis interconectadas de política, economía, crimen organizado y coronavirus. “Lo que tenemos ahora es un estado de incertidumbre total”, dice Fatton.
En la Constitución de Haití, según Fatton, el cargo de presidente en funciones le correspondería ahora al presidente del Tribunal Supremo. “Pero el presidente del Tribunal Supremo murió por COVID-19 [en junio], así que evidentemente no hay nadie a cargo”, dice.
Tampoco está claro para quién será el cargo de primer ministro. Tras destituir a Claude Joseph, el plan de Moïse era nombrar a Ariel Henry el miércoles. En la mañana del miércoles, fue Joseph quién anunció el asesinato de Moïse.
“No tenemos Parlamento, tenemos un primer ministro que ya no lo es, un presidente del Tribunal Supremo muerto, la policía desmoronándose, y las pandillas vagando por las calles de Puerto Príncipe”, dice Fatton. “No hay nadie verdaderamente a cargo, creo que va a llevar a más caos”.
Una Presidencia conflictiva
Moïse, un empresario exportador de plátanos sin experiencia política, fue elegido presidente a finales de 2016 tras una campaña en las redes sociales donde se presentaba como el Hombre Plátano de Haití (Nèg Bannann nan). Cuando en febrero de 2017 asumió la Presidencia, había quien confiaba en que trajera un mínimo de estabilidad a la turbulenta política del país. Con 11 millones de habitantes, graves carencias y aún recuperándose del terremoto y posterior brote de cólera del año 2010, Haití es una de las naciones más pobres del hemisferio occidental.
En vez de estabilidad, Haití se sumió aún más en el conflicto político y económico. Moïse afrontó un descontento creciente por la corrupción, la incompetencia, la supuesta erosión de la democracia, la incapacidad de vacunar a los ciudadanos contra la COVID-19, y el reciente aumento de una violencia que, en muchos casos, tenía motivos políticos.
Moïse llevaba más de un año gobernando por decreto. Ante el incremento de las protestas por lo que, según sus críticos, era un intento autoritario de aferrarse al poder, en febrero ordenó la detención de 23 personas y dijo que había frustrado un complot para asesinarlo y dar un golpe de Estado. En el último año han aumentado el número de asesinatos, secuestros y actos violentos de las pandillas, con algunas personas acusando a Moïse de fomentarlos.
“Hoy en día no hay ningún lugar seguro en Haití”, dice Pierre Espérance, un conocido activista por los derechos humanos. Desde noviembre de 2018, su organización ha registrado 13 masacres relacionadas con pandillas en las que 437 personas fueron asesinadas y 129 siguen desaparecidas. “Es una situación muy complicada”, dice.
Miedo e incertidumbre
Fulton Armstrong, que en los 90 fue el responsable de la CIA en Haití, dice estar conmocionado pero no sorprendido por el asesinato de Moïse. “Cuando se producen estas escaladas de violencia tolerada, en las que se dispara, se mata o se secuestra a personas inocentes, sin que haya una reacción, entonces uno de estos matones a sueldo de los políticos haitianos va a tratar de jugársela”, dice Armstrong, que actualmente es especialista en Haití de la American University. “Estas cosas siempre tienen su desenlace”.
El especialista en Haití del Center for Economic and Policy Research Jake Johnston también dice que no estaba del todo sorprendido por la “descarada” agresión tras la serie de asesinatos de gente muy conocida, entre ellos el de un periodista y el de un activista de derechos humanos. “Es un ataque que lleva un tiempo gestándose”, dice. “En una situación en la que la policía no ha dado seguridad a la población, todo es posible”.
Según Espérance, el clima de miedo y de incertidumbre palpable en Puerto Príncipe se ha intensificado en las horas transcurridas tras el asesinato del presidente. “Todo el mundo está sin salir de casa”, dice el activista, que teme por la posibilidad de una intervención extranjera para imponer una solución política en Haití.
En los más de 100 años transcurridos desde el último asesinato de un presidente, el país ha sido intervenido en repetidas ocasiones. La invasión y ocupación estadounidense que siguió al asesinato del presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam en julio de 1915 duró hasta 1934.
Según Fatton, una intervención similar a la polémica misión de estabilización de la ONU entre 2004 y 2007 no se puede descartar si la situación de seguridad empeora tras el asesinato del presidente. “Ahora todo esto es pura conjetura, pero lo que creo que está bastante claro es que la situación se va a deteriorar pronto, porque va a haber mucha gente luchando por el poder.”
Traducido por Francisco de Zárate
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