Los principales vecinos de Alemania contemplan la formación de su nuevo Gobierno con una mezcla de esperanza y temor por la posibilidad de que el político de línea dura en materia fiscal que se perfila como el próximo ministro de Hacienda pueda arrastrar al continente de nuevo a enfrentamientos tan duros como los de la crisis de la eurozona.
El Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP) ya han llegado a un principio de acuerdo para negociar una coalición, aunque quedan por definir los detalles que sellarán el pacto.
El próximo canciller alemán bajo un acuerdo de este tipo, el ministro de Hacienda socialdemócrata saliente, Olaf Scholz, es una figura popular entre los gobiernos de París y Roma, tras desmarcarse de la postura 'frugal' de su país durante la pandemia. “Scholz no es dogmático, es pragmático, está a favor del endeudamiento común en el plan de recuperación de la COVID-19”, dice Stéphanie Yon-Courtin, eurodiputada francesa alineada con Emmanuel Macron.
El historial de Christian Lindner
Pero quien tiene “a media Europa temblando”, como dice la revista alemana Focus, es el político liberal que puede ocupar, según se prevé, el puesto de Scholz en el Ministerio de Hacienda.
Christian Lindner, líder del FDP –que en campaña dejó claro que su aspiración es ocupar esta cartera clave, aunque aún se desconoce quién se la quedará–, pidió hace apenas cuatro años que Grecia fuera expulsada temporalmente de la eurozona. También criticó los planes económicos de Macron porque consideraba que la UE se convertiría en un “sistema al estilo de la Unión Soviética”.
En el invierno de 2015 y 2016, la visión despectiva de este político de 42 años sobre los principales vecinos de Alemania causó un incidente diplomático menor en una cena en Berlín, a la que había asistido como invitado de honor. Según otro de los comensales presentes, Lindner dijo: “No podemos usar las cuentas corrientes de los trabajadores alemanes para rescatar los ahorros de los italianos”.
Fue un golpe que despertó una respuesta gélida del embajador italiano en Berlín. El diplomático alzó su mano y recordó a Lindner que Italia había contribuido a los fondos de rescate de Grecia, lo cual en última instancia benefició a los bancos franceses y alemanes, e hizo una observación ácida: “Si no recuerdo mal, fueron los italianos quienes pagaron las deudas alemanas”.
Francia e Italia sostienen que es hora de cambiar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que establece límites estrictos al endeudamiento de los gobiernos. Estas normas fiscales, que fijan que los déficits presupuestarios no deben superar el 3% del PIB, fueron suspendidas al comienzo de la pandemia hasta finales de 2022.
El FDP se ha posicionado a favor de los ocho países del norte de Europa, entre ellos Austria, Dinamarca y Países Bajos, que quieren que las normas vuelvan a estar en rigor cuando termine la suspensión por la pandemia. En su programa, el partido rechaza la idea de aplicar nuevos impuestos en la UE por ser “incompatible con los tratados europeos”.
Perro guardián fiscal
No se sabe, sin embargo, si el FDP será tan duro cuando esté en el Gobierno como lo es fuera de él.
Aunque sus diputados se sientan en el mismo grupo del Parlamento Europeo que los de la lista de Macron, el Partido Democrático Libre tiene un estilo marcadamente alemán: proempresarial y contra los impuestos, pero muy crítico con los libertarios al estilo estadounidense; socialmente liberal, pero alérgico al gasto gubernamental keynesiano.
Durante su última coalición con los socialdemócratas, entre 1969 y 1982, los liberales definieron su papel como el de perro guardián fiscal del Gobierno. “Vigilar la deuda pública y las tasas de inflación está en el ADN del FDP, y de todos los partidos liberales alemanes anteriores”, dice Karl-Heinz Paqué, presidente de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, un think tank afiliado al FDP.
Pero durante su última etapa en el Gobierno, el FDP, como socio menor de los conservadores de Merkel, se dio cuenta por las malas de que una postura inflexible en los asuntos económicos europeos también puede jugar en su contra. Al final de una legislatura marcada por las rencillas parlamentarias sobre la crisis de la eurozona, su apoyo entre los votantes cayó cerca de 10 puntos porcentuales y el partido se quedó fuera del Parlamento.
“Las dos razones principales por las cuales el FDP sufrió tanto tras estar en el Gobierno entre 2009 y 2013 fueron que el partido no llevó a cabo ninguna reforma fiscal y se sumió en peleas internas sobre los programas inevitables de rescate, necesarios para afrontar la crisis de la eurozona”, dice Paqué. “Desde entonces, la minoría libertaria del partido ha sido desplazada”. Paqué dice que, bajo Lindner, que tomó las riendas como líder del partido tres meses después de la derrota de 2013, el FDP se ha vuelto “más integrador y pragmático”.
El debate cambia
El resultado de los liberales en las elecciones del mes pasado fue sólido –11,5% de los votantes, una leve mejora con respecto a 2017– pero no fue un triunfo, una de las razones por las cuales el partido está prestando cada vez más atención a su popularidad entre quienes votaron por primera vez. Y aunque a los jóvenes partidarios del FDP también les preocupa la deuda intergeneracional, no se sienten necesariamente apegados a los fetiches fiscales a los que el partido se ha aferrado en el pasado.
“Estamos viendo que los jóvenes alemanes exigen a la política sostenibilidad a largo plazo”, dice Paqué. “Pero no todos ellos definen la sostenibilidad de un modo puramente ecológico como el Partido Verde, sino también de forma más amplia, en un sentido tecnológico, social y económico. Y a esos jóvenes votantes les atrae nuestra filosofía”.
Puede que el FDP haya asegurado que tiene la intención de volver a las normas fiscales de la UE de antes de la pandemia, pero hasta voces destacadas de las poderosas organizaciones empresariales y los institutos económicos alemanes han manifestado recientemente una opinión distinta.
“El próximo Gobierno alemán se está formando dentro de un debate político que cambia rápidamente”, dice Christian Odendahl, economista jefe del think tank Centre for European Reform. “Los tipos de interés negativos han reducido el temor alemán al endeudamiento. Y lo que es más importante, el próximo Gobierno estará obligado por ley a cumplir objetivos climáticos específicos”.
“La promesa actual del FDP es que estos objetivos pueden alcanzarse a través de un programa intersectorial de comercio de derechos de emisión. Lo que no dice es que esa estrategia llevará inevitablemente a que los precios del carbono crezcan, algo que tampoco desean. En algo tendrá que ceder”, dice.
Odendahl espera que la inversión nacional fijada como necesaria por el próximo Gobierno alemán sea una referencia para el resto de Europa. “La expectativa de actuar como garante de consensos dentro de Europa pesa sobre todos los ministros de Hacienda alemanes, sin importar el partido. Puede que el cargo de ministro de Hacienda moldee más a Christian Lindner que él al cargo”.
Traducción de Ignacio Rial-Schies