Una Hillary Clinton muy encendida se enfrentó este jueves a Bernie Sanders en el primer cara a cara entre ambos de estas primarias demócratas. La exsecretaria de Estado aprovechó su sorprendente posición como probable perdedora en New Hampshire para desviar la atención a la campaña insurgente de su rival.
En el que fue uno de los enfrentamientos más duros que se han visto hasta el momento en la carrera presidencial de 2016, Clinton acusó a Sanders de “difamarla ingeniosamente” con “indirectas e insinuaciones” que sugieren que las donaciones recibidas por la candidata por parte de Wall Street son un signo de corrupción. “Si tiene algo que decir, dígalo”, le pidió la candidata. La ausencia del tercer candidato, Martin O'Malley, que hace poco suspendió su campaña, dejó a Sanders contra las cuerdas en muchos momentos, con poco tiempo para respirar entre los golpes de Clinton y los de los moderadores de la televisión MSNBC.
Sanders, que en varios momentos se mostró afectado por las embestidas, hizo hincapié en su argumento de que el alto nivel de presión que ejercen las industrias energéticas, farmacéuticas y financieras son una de las principales razones por las que han disfrutado de una desregulación favorecida por el Congreso.
Clinton respondió que ella es enemiga, y no aliada, de Wall Street. “La gente de los hedge funds (fondos de alto riesgo) está intentando bloquearme por todos los medios”, aseguró. Pero un Sanders nervioso no atinó a decir que, la semana pasada sin ir más lejos, Clinton participó en Filadelfia en un acto de recaudación de fondos organizado por gestores de hedge funds.
El senador de Vermont también estuvo a la defensiva en el tema de la política exterior, sobre el que admitió que en su único discurso sobre el tema no consiguió explicar su estrategia con suficiente claridad. En su intento de llevar de nuevo el debate al apoyo de Clinton a las intervenciones en Irak y Siria, Sanders fue acusado del mismo problema que sus partidarios achacan a la exsecretaria de Estado: no conseguir defender una visión de futuro alternativa que sea sólida.
“Una votación de 2002 no es un plan para derrotar al ISIS”, criticó Clinton, refiriéndose al apoyo que dio a la guerra de Irak en su época de senadora por Nueva York, “tenemos que atender a las amenazas a las que nos enfrentamos ahora”.
En algunos momentos, pareció haber una estrategia coordinada para destacar la relativa falta de experiencia de Sanders en asuntos exteriores. Su posición de claro favorito entre los votantes de New Hampshire dio luz verde para que los moderadores se centraran en él, del mismo modo que Clinton se llevó la peor parte en los debates anteriores.
El moderador de la MSNBC Chuck Todd le pidió que ordenara Corea del Norte, Irán y Rusia en función de la amenaza que suponen para Estados Unidos. La exsecretaria de Estado asintió y sonrió, segura de que, fuera más o menos sólida su respuesta, no tendría nada que hacer contra el conocimiento de ella. “Corea del Norte es un país muy, muy extraño porque está muy aislado, y creo que un país con armas nucleares es algo con lo que hay que lidiar, con lo que hay lidiar de forma eficaz”, explicó Sanders sobre su elección de la mayor amenaza.
“Senador Sanders, explique entonces cómo ha pasado casi veinte años en el Senado y no ha aprobado ninguna de esas cosas”, le planteó Todd durante un interrogatorio similar sobre sus principales objetivos económicos de un sistema sanitario universal y una enseñanza universitaria gratuita. “¿Por qué cree usted que, como presidente, será capaz de conseguir programas tan, tan grandes como esos?”, le preguntó. “Bueno, no me había presentado antes a presidente”, respondió Sanders ante las risas compasivas del público reunido en el campus de la Universidad de New Hampshire en Durham.
Las encuestas indican que Sanders parece tener el doble de apoyo que Clinton en el Estado, considerado como su casa debido a su cercanía con Vermont y a pesar del pasado de la exsecretaria de Estado como senadora de otro estado cercano, Nueva York. Pero Clinton sigue siendo cómodamente la favorita en las encuestas a nivel nacional. Su equipo señaló el día del debate que si consigue rebajar la ventaja de Sanders a una sola cifra en las primarias de New Hampshire del próximo martes, habrá mitigado el efecto sorpresa que puso nerviosos a sus seguidores cuando el senador estuvo a punto de ganarle en Iowa.
Ambos candidatos declinaron volver a contar el resultado del disputado caucus del lunes, que el jueves fue calificado de “debacle” por el Des Moines Register, el periódico líder en el Estado, después de que la ventaja de Clinton sobre Sanders se quedara por debajo de 0,3 puntos porcentuales.
“Estoy de acuerdo con el Des Moines Register, pero no hagamos una montaña de eso”, manifestó Sanders. “No es el mayor problema del mundo. Creemos que podríamos tener por lo menos dos delegados más, pero a fin de cuentas, se cuente lo que se cuente, saldrá aproximadamente un empate”, concedió. Clinton dijo que le parecería bien si el Partido Demócrata de Iowa decidiera auditar el resultado: “Decidan lo que decidan hacer, me parecerá bien”.
Los dos candidatos se han mostrado reacios a que los medios se centren en las cuestiones de procedimiento que, según ellos, interesan poco a los votantes demócratas. Sanders declinó una vez más hablar de la polémica sobre los emails de Clinton: dijo que no debería “politizarse” ese tema.
La exsecretaria de Estado le devolvió el favor cuando le preguntaron a Sanders si estaba “perdiendo el control de (su) campaña”, debido a una cierta cantidad de infracciones menores cometidas por su equipo en relación con la publicidad. “¿Quiere 30 segundos para hablar sobre esto?”, preguntaron a Clinton. “No”, fue la respuesta que dio, ayudando a su rival.
A pesar de que los dos candidatos estuvieron de acuerdo en varios asuntos como la crisis del agua de Flint (Michigan), el debate –que Clinton solicitó tarde tras meses de críticas de sus rivales que decían que había demasiado pocos– se recordará como el momento en el que la candidata salió al ruedo. Los partidarios de Clinton esperarán que esto sea un punto de inflexión en su campaña, similar a la victoria de 2008 en las primarias de New Hampshire que siguió a su derrota frente a Barack Obama en Iowa. Los seguidores de Sanders, por su parte, esperarán que le permita presentarse como hombre de Estado y cercano a la gente.
Una vez más, la cuestión que más les enfrentó fue la de quién merece ser considerado el heredero progresista de Obama. “Yo no estoy haciendo promesas que no pueda cumplir”, disparó Clinton, en una dura respuesta a la acusación de que ella es progresista a tiempo parcial. “Un progresista es alguien que consigue progresos”.
Hasta ahora, se ha visto a Sanders como la voz airada, mientras que Clinton ha hecho gala de un tono más moderado y pragmático. La noche del jueves, ambos empataron en cuanto a pasión y mostraron poca afinidad. Cuando preguntaron a Clinton si veía a Sanders como un posible vicepresidente, ella se rió. Quizá consciente de no querer mostrarse victoriosa, pronto añadió que él sería la primera persona a la que pediría asesoramiento cuando gane.
Después del debate, los asesores de ambas candidaturas coincidieron en que Clinton llevaba ventaja ahora, pero no estuvieron de acuerdo en cuánto importaba eso. “Creo que el senador ha demostrado esta noche que puede enfrentarse con Clinton cara a cara en un debate”, valoró la jefa de prensa del candidato, Symone Sanders, “ella tiene mucha experiencia en debates, incluso más que el senador Sanders, pero él ha mantenido el tipo esta noche”.
El jefe de campaña de Clinton, Robbie Mook, rechazó la idea de que su candidata pueda haber dado una impresión demasiado agresiva al acusar a Sanders de “difamaciones ingeniosas”: “El senador Sanders ha hecho repetidas veces acusaciones veladas contra ella, que solo le pidió que fuera claro”. Y añadió: “Hemos visto con claridad un debate sólido sobre qué supondrá ser nuestro próximo comandante en jefe. La exsecretaria Clinton ha aprobado sin duda ese examen con nota. El senador Sanders ha tenido algunas dificultades”.
Traducido por: Jaime Sevilla