Su candidatura a la Casa Blanca sufrió una avalancha de noticias inventadas y teorías de la conspiración. Ahora, Hillary Clinton, exsecretaria de Estado y exprimera dama de Estados Unidos, pide un “ajuste de cuentas global” con la desinformación que incluya limitar el poder de las grandes empresas tecnológicas.
Clinton alerta de que la ruptura de una verdad compartida, con la consiguiente división que ello genera, representa una amenaza para la democracia en un momento en el que China fomenta la noción de que la autocracia funciona.
Con motivo del bicentenario de The Guardian, Clinton ha concedido al periódico una entrevista por Zoom desde su casa en Chappaqua, Nueva York. “Creo que The Guardian ha sido durante 200 años un gran ejemplo de libertad de prensa”.
La exresponsable de la diplomacia estadounidense y esposa del expresidente estadounidense Bill Clinton, de 73 años, ha tenido más razones que la mayoría de los mortales para observar y estudiar con atención las tendencias de los medios de comunicación, desde los periódicos históricos hasta las últimas plataformas digitales.
En las elecciones de 2016, Clinton fue la primera mujer nominada por uno de los dos grandes partidos. Los principales medios de comunicación fueron criticados posteriormente por equiparar los errores de su carrera y los de su rival, Donald Trump, que había mantenido contactos sospechosos con Rusia y que se enfrentaba a múltiples agresiones sexuales.
Además, Moscú contribuyó a alimentar una campaña de desinformación en las redes sociales dirigida a potenciales votantes demócratas y que tuvo su máxima expresión en la teoría de la conspiración conocida como “Pizzagate”, que afirmaba absurdamente que Clinton dirigía una red de tráfico sexual de niños desde una pizzería de Washington.
Cinco años después, Trump ha dejado la Casa Blanca y Estados Unidos tiene ahora una vicepresidenta, Kamala Harris. Sin embargo, las peligrosas mentiras han seguido ganando terreno en Internet, sobre todo dentro del movimiento de la conspiración QAnon, que contribuyó al asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero, en el que varias personas perdieron la vida. Los republicanos de extrema derecha se han vuelto abiertamente antidemocráticos, respaldando las falsedades de Trump y tratando de suprimir el voto de afroamericanos.
Clinton asegura que la fórmula tradicional de los medios de buscar la verdad en un punto intermedio ya no sirve.
“Tienen que olvidarse del 'las dos caras de la historia'”, dice. “No es lo mismo mostrarse crítico con un rival que instar a un asalto al Capitolio y votar en contra de la certificación de los resultados electorales. No son comparables y es necesario que la prensa se dé cuenta de que la nueva filosofía política de la derecha está fuera de la realidad y lo peligrosa que es”.
Sin embargo, la prensa no puede restablecer por sí sola una verdad compartida, dice.
El poder de las empresas tecnológicas
“Las plataformas tecnológicas son mucho más poderosas que cualquier medio de comunicación tradicional y creo que tiene que haber no sólo un ajuste en Estados Unidos, sino un análisis global sobre la desinformación, el poder y los monopolios y la falta de rendición de cuentas con la que gozan esas plataformas en la actualidad”, señala Clinton.
“Particularmente Facebook, que tiene el peor historial permitiendo la desinformación y la divulgación de noticias falsas, ideas extremistas y teorías de la conspiración. Incluso el genocidio en Myanmar contra los rohingya, por Dios. Así que los gobiernos van a tener que decidir ahora que esas plataformas tienen que ceñirse a algún tipo de estándar. Y eso es complicado”, dice.
En 2018, Facebook encargó una auditoría independiente que concluyó que la red social no logró impedir ser utilizada para “fomentar la división y la violencia fuera de la red” en Myanmar.
En este sentido, una investigación reciente de The Guardian reveló también que lamentablemente la empresa fue demasiado lenta a la hora de atender las advertencias sobre los líderes políticos que utilizaban la red social para engañar al público o acosar a oponentes. Facebook tiene casi 2.800 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo y sus ingresos en el cuarto trimestre del año pasado fueron de 28.000 millones de dólares.
Hay indicios de que Joe Biden, el Congreso de Estados Unidos y la Comisión Federal de Comercio tienen intención de adoptar una línea más dura con las grandes empresas tecnológicas. Clinton reconoce que no será fácil: “Son increíblemente poderosas. Pero no veo otra alternativa si queremos intentar hacer frente a la amenaza real y la división que representa la desinformación para nuestras democracias”.
Si bien Trump ha arremetido contra las redes sociales, ha dirigido la mayor parte de su ira contra medios tradicionales, como la CNN y The New York Times. Durante su mandato, pidió la atención de los medios tradicionales, pero al mismo tiempo no dudó en llamarlos “el enemigo del pueblo”. Clinton, que como secretaria de Estado viajó por el mundo promoviendo la libertad de prensa, se ha sentido verdaderamente horrorizada con esta actitud de un presidente.
“El hecho de que un presidente de un país como Estados Unidos haya afirmado que la prensa es el enemigo del pueblo ha abierto la puerta a que todo tipo de autócratas hagan la misma afirmación”, señala.
“No conozco a ningún presidente estadounidense que haya pensado que ha recibido una cobertura mediática justa. Siempre creen que no se les entiende, que se les exige unos estándares imposibles o cualquier otra queja”, dice. “Nunca antes habíamos tenido un presidente que se haya alineado con el pensamiento y los posicionamientos de los gobiernos autoritarios”.
“Nos hizo daño como país porque alimentó la paranoia interna, las teorías de la conspiración y las diferencias partidistas en nuestro propio sistema político. Todo ello llevó a mucha gente a afirmar que la prensa era el enemigo del pueblo o al menos el enemigo de todo aquello en lo que creen”.
Trump, además, encontró cómplices dispuestos a alinearse con su discurso en algunos medios de comunicación, especialmente en Fox News, de Rupert Murdoch. En este sentido, Clinton señala que “ciertos medios de comunicación se convirtieron en portavoces de esta visión de la realidad de Trump y han alimentado la desconfianza y la visión negativa hacia cualquier opinión o noticia de la llamada prensa tradicional.
“Por otro lado, a la prensa tradicional le ha costado entender la magnitud del problema de la falsedad y la amenaza que representan Trump y aquellos que lo apoyan o siguen”, señala la exsecretaria de Estado.
“Fue muy difícil. Entiendo el reto al que se enfrentaron. Creo que tardaron demasiado en comprender que no se trataba de una diferencia de opiniones como otras veces del pasado, que no se trataba simplemente de un tipo de líder un poco distinto. Esto tiró por la borda la existencia de algunos límites que los líderes no deben cruzar”.
La amenaza para la democracia de estas realidades alternativas está bajo un escrutinio particular mientras China, una potencia en ascenso, promociona un modelo alternativo de mundo.
Biden ha sugerido en más de una ocasión que las generaciones futuras analizarán esta época y juzgarán si fue más acertada la autocracia o la democracia. Clinton coincide en que el presidente ha identificado el gran tema que define nuestro tiempo. Las democracias deben demostrar que aportan resultados a los ciudadanos y mostrarse cohesionadas.
“No hay duda de que los chinos argumentan que la democracia es caótica y lenta, que los dirigentes entran y salen de sus cargos, que no hay continuidad, que no se puede tener el tipo de objetivos fijos que permiten avanzar de forma socialmente cohesionada y que, por tanto, hay que elegir su modelo. Esta es la lucha a la que nos enfrentamos”.
Brexit
El compromiso de Clinton con la democracia incluye la relación “fundacional” entre Estados Unidos y Reino Unido. Muestra su oposición al Brexit, aprobado en referéndum menos de cinco meses antes de su derrota electoral, y sigue preocupada por sus consecuencias.
“Me preocupa la toma de decisiones por parte de Occidente porque, por muy complicadas que sean estas relaciones y por muy frustrante que pueda ser a veces la burocracia, es realmente importante que las democracias se mantengan unidas, sobre todo cuando hablamos de democracia frente a autocracia”, dice. “Así que espero que la separación del Reino Unido de Europa no suponga un debilitamiento del compromiso con la democracia y la fuerza para hacer frente a las amenazas tanto internas como externas”.
Clinton también se muestra alarmada por la incertidumbre creada por el Brexit en lo relativo con la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, una cuestión en la que se involucró personalmente. “Me preocupa la reciente violencia, ya que estuve muy comprometida en ayudar a mi marido y a George Mitchell y en trabajar con el Gobierno británico y el Gobierno irlandés en el acuerdo de paz del Viernes Santo. Odiaría ver que el Brexit socava ese logro: sería una tragedia de proporciones históricas”, señala.
En su opinión, será difícil alcanzar un acuerdo comercial bilateral entre el Reino Unido y Estados Unidos hasta que se resuelva la cuestión de la frontera, ya que uno de los incentivos del acuerdo de Viernes Santo fue la promoción de la inversión directa de Estados Unidos en Irlanda del Norte.
Los recuerdos de Clinton sobre sus visitas oficiales al Reino Unido incluyen haber visto el musical Evita en el West End londinense y haber dormido en el Palacio de Buckingham cuando acompañó a los Obama. Sobre la familia real, le dio el pésame a la reina por la muerte del Duque de Edimburgo, pero no quiso comentar la entrevista de Oprah Winfrey al príncipe Enrique y de Meghan Markle.
“Les deseo lo mejor a todos. Los conozco y puedo entender los retos a los que se enfrenta cualquier familia en el mundo actual y obviamente les deseo lo mejor”. Por algo fue la responsable de la diplomacia estadounidense.
Traducido por Emma Reverter