La Iglesia católica de Filadelfia pide a los divorciados que vuelven a casarse que renuncien al sexo

Stephanie Kirchgaessner

Las parejas católicas de Filadelfia que se hayan divorciado y vuelto a casarse por lo civil serán bienvenidas a tomar la Sagrada Comunión, siempre y cuando se abstengan de tener sexo y vivan el resto de su vida como si fueran “hermanos”.

En las nuevas pautas publicadas este mes, el conservador arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, también pide a todos los sacerdotes de la archidiócesis que ayuden a los católicos atraídos por personas del mismo sexo, a los que la “castidad les resulta muy difícil”, aconsejándoles que se confiesen regularmente. Teniendo en cuenta que la atracción por personas del mismo sexo tiene “diversas formas”, la archidiócesis también publicó que algunas de estas personas podrían seguir una vocación de matrimonio heterosexual y tener hijos, aunque tengan “cierto grado de atracción por personas del mismo sexo”.

Las pautas entraron en vigencia el 1 de julio y llegan tres meses después de que el papa Francisco instara a los obispos a ser más tolerantes con los católicos que viven fuera de la doctrina y de las enseñanzas sociales de la Iglesia, incluyendo a los divorciados que se vuelven a casar y a los que tienen relaciones con personas del mismo sexo. Publicado en abril en el documento Amoris Laetitia (La alegría del amor), el texto del Papa fue recibido como potencialmente revolucionario. Por un lado pedía a los obispos más misericordia y flexibilidad para que los católicos vuelvan a acercarse a la Iglesia, pero por otro los instaba a no salirse de la doctrina eclesiástica, dando oportunidad así a los dos grupos, progresistas y tradicionales, de interpretar los preceptos como les pareciera conveniente.

El arzobispo de Filadelfia es conocido por ser uno de los líderes conservadores más devotos de la Iglesia católica de Estados Unidos, como se refleja en las normas que publica la archidiócesis.

Según el periodista veterano en temas del Vaticano John Allen, Filadelfia es una de las primeras archidiócesis en establecer este tipo de pautas tras la publicación del Amoris Laetitia: “Sospecho que aquellos que se inclinan por una lectura más progresista del Amoris Laetitia no van publicar un documento para manifestarlo. Discretamente, le dirán a los sacerdotes que bajo ciertas circunstancias está bien permitir que algunas personas regresen sin hacer mucho ruido a la comunión”.

De acuerdo con Allen, “la línea tradicional adoptada por algunos obispos es la que se hará más pública”. En su opinión, la lectura que hizo Chaput del documento papal no será una sorpresa para el Papa Francisco, consciente de que su texto también admite esa interpretación tradicional.

En su reconocimiento de la homosexualidad, las pautas de Filadelfia afirman que dos personas del mismo sexo con una “relación activa y pública, por muy sincera que sea, representan un contratestimonio a la fe católica, y lo único que eso puede provocar es una confusión moral en la comunidad”.

“Por lo tanto –dicen las normas– a aquellos que se sienten atraídos predominantemente por personas de su mismo sexo se les pide esforzarse por vivir castamente para el reino de Dios. Para ese esfuerzo, necesitan apoyo, amistad y comprensión en el caso de que no puedan lograrlo”.

Los divorciados castos

Pero lo que más parece importar en las pautas es el caso de los divorciados que se vuelven a casar por lo civil sin haber obtenido la anulación canónica de su primer matrimonio.

A pesar de que la comunidad católica debería dar la bienvenida a los divorciados que se vuelven a casar, en vez de pensar que están fuera de la Iglesia, la archidiócesis cree que las enseñanzas de la Iglesia los obligan a abstenerse de cualquier tipo de intimidad sexual.

Según la archidiócesis, “esto se aplica incluso si (por el bien de sus hijos) la nueva pareja tiene que vivir bajo el mismo techo”. “Para recibir la reconciliación en el sacramento de la Penitencia, que luego les permitirá el de la Eucaristía, es necesario que los divorciados y vueltos a casar por lo civil se comprometan a vivir como hermanos”.

También ordena a los sacerdotes a prestar atención a los que conviven sin estar casados, incluyendo a los que tuvieron hijos dentro de esas “uniones irregulares”. Si el sacerdote presiente que uno de los miembros de la pareja no está decidido a dar el siguiente paso, la archidiócesis recomienda tratar de separar a la pareja.

“A menudo, las parejas que ya conviven se abstienen de comprometerse seriamente porque uno de ellos, o los dos, es muy inmaduro o tiene otras objeciones importantes que impiden conformar una unión verdadera. En este caso, la prudencia es fundamental. Si una de las dos personas no es capaz de asumir el compromiso que implica el matrimonio, o no está dispuesto a hacerlo, el sacerdote debería instarlos a que se separen”, dicen las reglas.

Si la pareja que se encuentra conviviendo parece estar dispuesta a dar el sí pero simplemente tarda en hacerlo, el sacerdote debería instarlos a que practiquen el celibato.

“Les resultará difícil pero una vez más, con la ayuda de Dios es posible dominarse a uno mismo. Este ayunar de la intimidad física será un elemento fundamental en la preparación espiritual necesaria para toda una vida juntos”.

Traducción de Francisco de Zárate