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The Guardian en español

Il Padrone di Merda: los activistas enmascarados dedicados a avergonzar a jefes que explotan a sus trabajadores

Activistas del grupo italiano Il Padrone di Merda.

Giorgio Ghiglione

Una cálida tarde de verano en la ciudad italiana de Bolonia, un grupo de unos 15 jóvenes marchan por el atestado centro de la ciudad hacia una pastelería de lujo en la Calle Mayor.

Una vez allí, se colocan las máscaras de plástico blanco y algunos de ellos comienzan a pegar pegatinas en las ventanas y puertas del comercio con el lema: “Esta tienda tiene un patrón de mierda”. Mientras, un activista con un megáfono lee el testimonio de un empleado que asegura que hace meses que no recibe su salario.

Los transeúntes curiosos se detienen a mirar la escena, el propietario de la tienda sale a enfrentarse a los activistas, intentando arrebatarles el megáfono y quitarles las máscaras a algunos de ellos. Cuando llama a la Policía, el grupo se dispersa rápidamente.

Esta protesta en la Calle Mayor es una de las tantas organizadas desde que se conformó el grupo Il Padrone di Merda este enero en Bolonia, una ciudad rica famosa por su gastronomía y su universidad. Durante los siguientes meses, el grupo actuó contra 16 comercios, principalmente restaurantes y bares.

Famosa por su lasaña, sus tortellinis y sus tagliatelle al ragù (de los cuales en el exterior se conoce una falsa imitación conocida como “espaguetis a la boloñesa”, para fastidio de muchos italianos, incluido el alcalde de Bolonia), la ciudad tiene una boyante y animada vida gastronómica, con más de 400 restaurantes, bares y cafeterías en la zona céntrica, lo cual equivale a uno por cada 37 habitantes.

Esta combinación de educación y gastronomía le ha ganado a Bolonia el apodo de la dotta, la grassa ('la culta, la gorda') y se traduce en una gran cantidad de estudiantes disponibles para convertirse en mano de obra barata y fácilmente explotable. Un informe oficial de 2017 calculó que la economía ilegal alcanzaba al 72,6% de los empleos de la ciudad, un récord incluso para Italia, donde el empleo no registrado es algo común.

Los estudiantes universitarios son especialmente vulnerables frente al empleo ilegal y sin derechos porque necesitan dinero para sus estudios y lo ven como algo transitorio, explica Francesco Devincenti, del sindicato Filcams. En la última década, la situación ha empeorado porque las familias están más ajustadas y los estudiantes cuentan con menos dinero, afirma uno de los activistas de Il Padrone di Merda bajo el seudónimo Davide.

El movimiento Il Padrone di Merda comenzó después de que un grupo de jóvenes residentes en Bolonia comenzara a compartir sus experiencias laborales. Pronto notaron “que eran muy similares”, dice una de las fundadoras, una estudiante universitaria que utiliza el seudónimo de Bárbara.

La primera acción del grupo apuntó contra un bar acusado de acosar sexualmente a sus empleadas. “Entonces abrimos una página de Facebook y recibimos muchos más testimonios”, relata Bárbara. “Por ejemplo, había una pizzería que cambiaba sus empleados cada tres meses y la dueña insistía en que se le llamase 'la señora'”.

Además de recibir quejas a través de la página de Facebook, los activistas rastrean acusaciones contra malos empleadores en la prensa local y en las redes sociales. Antes de organizar una protesta, Bárbara afirma que primero corroboran las acusaciones, en parte porque temen que algunos propietarios utilicen cuentas falsas para descubrir sus identidades.

El grupo utiliza pegatinas para alertar al público de que un comercio está acusado de explotar a sus trabajadores, para desalentar a potenciales clientes y también porque creen que esta advertencia puede hacer que los empleadores actúen de forma más justa en el futuro. “Las colocamos con la esperanza de no tener que regresar”, dice Bárbara. “Cuando eres una víctima, todos te apoyan, pero no cambia nada. Pero si abres una caja de Pandora y los propietarios temen por su imagen pública, entonces las cosas pueden cambiar”.

Aunque los activistas llevan máscaras en las protestas y ocultan su verdadera identidad en las redes sociales para no poner en peligro sus propios empleos, el camarero cuya denuncia generó la protesta en la pastelería en la Calle Mayor, Andrea Paci, hizo público su verdadero nombre y su testimonio. En marzo, Paci escribió en su página personal de Facebook que hacía cuatro meses que no le pagaban. “Decidí hacerlo después de ver una entrevista patrocinada al propietario que me debía cuatro salarios”, afirma.

La publicación fue compartida por más de 1.700 personas y llegó hasta el grupo, que decidió organizar la protesta. Paci cree que las acciones de Il Padrone di Merda “ponen en evidencia un problema generalizado” en Bolonia, aunque rechazó la invitación a participar porque afirma que no se siente identificado con los métodos del grupo.

Los críticos del grupo no tardaron en responder. Umberto Bosco, político de la Liga, presentó en el Ayuntamiento una queja formal contra el grupo. “Contamos con herramientas para luchar contra las injusticias. Hay muchas leyes contra la explotación. Colocar una cámara oculta puede ser una forma de registrar injusticias”, asegura. “Pero en este caso, el grupo no presenta pruebas. No realiza una labor de justicia social sino que lleva a cabo vendettas contra comercios cuya imagen pública quieren perjudicar, quizá injustamente”.

Este verano, una cafetería acusada por Il Padrone di Merda de no pagar a sus empleados pidió a las autoridades de la ciudad que bloqueen la página de Facebook del grupo, argumentando que las acusaciones son falsas. Aunque el caso nunca llegó a los tribunales, las autoridades le pidieron a Facebook que cierre la página de forma preventiva.

Pero la página de Facebook sigue activa. En 2016, el Departamento de Estado de EEUU les envió un mensaje a los fiscales italianos advirtiéndoles que no sigan pidiendo que Facebook revele las identidades detrás de los perfiles anónimos porque no iban a responder a esos pedidos. “Las publicaciones en las redes sociales, aunque sean difamatorias, están protegidas por el principio de libertad de expresión”, publicó el periódico Il Fatto Quotidiano citando a autoridades estadounidenses.

Il Padrone di Merda también tiene un grupo cerrado de Facebook para que sus miembros puedan coordinar acciones con activistas de otras ciudades, como Turín, Pisa y Roma, con la esperanza de expandir las protestas. “Nos han contactado muchas personas que quieren realizar acciones similares en otras ciudades”, afirma Davide, añadiendo que habrá más protestas en Bolonia, probablemente este mismo mes. “Seguiremos adelante, con o sin las redes sociales”.

Traducido por Lucía Balducci

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