Me quedé sin palabras el día en que nos hicimos las fotos que se hacen todos los congresistas que entran por primera en la Cámara de Representantes. Estábamos de pie en las escaleras del Capitolio. Desde ahí tenía una buenas vistas del río Potomac hasta la ciudad de Arlington, Virginia, a donde llegamos mi familia y yo como refugiados hace poco más de 20 años.
Tenía 12 años cuando llegué. Estábamos emocionados y teníamos la esperanza de que todos seríamos aceptados algún día como estadounidenses. Salimos de Somalia en 1991, cuando estalló la guerra civil, en busca de una vida mejor. Pasamos cuatro años en un campo de refugiados en Kenia hasta que nos concedieron el asilo.
Saber que ahora voy a servir en el Gobierno de Estados Unidos, la primera persona estadounidense y somalí en conseguirlo, es un claro mensaje de optimismo para los niños de todo el mundo. Niños que pueden estar en campos de refugiados, viviendo en orfanatos, en situaciones duras y devastadores... Con suerte esto les enseñará que su presente no determinará su futuro y que todavía tienen una oportunidad para tener un nuevo comienzo y nuevas oportunidades.
Creo que mi elección en los comicios del 6 de noviembre fue un rechazo a la forma de pensar de Donald Trump. Como persona que creció negra y musulmana tras el 11-S, estoy acostumbrada a que la gente reaccione mal ante mi presencia. Pero fue sorprendente ver a gente gastando tiempo y dinero intentando difundir odio contra mí y mi campaña. La respuesta del electorado en mi distrito, Minnesota, fue elegirme como su representante con el mayor margen jamás obtenido en este estado.
Como una de las dos primeras mujeres musulmanas en entrar a la Cámara de Representates –Rashida Tlaib, de origen palestino, representará a Michigan– en un momento en el que nuestro país está en una peligrosa encrucijada y en el que hay gente creando alarmismo en torno a nuestra fe, esta es una maravillosa oportunidad para crear una narrativa sobre lo que significa ser musulmán en la sociedad estadounidense.
Tengo esperanzas en lo que el Congreso puede lograr en 2019. La primera pieza legislativa del Partido Demócrata es HR1: una propuesta de ley que pretende contener la influencia del dinero en la política y ampliar el derecho a voto. Una vez que lo logremos, tendremos la oportunidad de organizarnos en torno a otras cosas que queremos aprobar. Nuestro objetivo de proporcionar Medicare a todo el mundo tiene el apoyo de los dos grandes partidos a nivel nacional y nuestros otros objetivos, tales como unas leyes migratorias más humanas y hacer la universidad más accesible, se verán ayudados por la aprobación de HR1.
Cuando la Cámara de Representantes se reúna por primera vez el 3 de enero, será la cámara más diversa y con más mujeres de la historia. Con otras mujeres que se estrenan como congresistas como Tlaib, Alexandria Ocasio-Cortez, Sharice Davids, Ayanna Pressley, Pramila Jayapal y Deb Haaland, estamos intentando asegurarnos de que nuestras pioneras abran el camino a muchas más. Queremos servir de ejemplo para que las jóvenes como nosotras se digan a sí mismas: “Puedo hacerlo. Puedo ir y convertirme en representante de todos los estadounidenses”.