Los demócratas de la Cámara de Representantes han empezado el miércoles el impeachment contra Donald Trump por su papel en el asalto mortal al Capitolio de EEUU presentando nuevas imágenes de la violencia desatada en una insurrección que, según dicen, llevó a que los legisladores fueran las “presas de caza” perseguidos por una turbulenta multitud de partidarios del expresidente.
En una pieza fílmica con imágenes nunca antes mostradas se puede ver al oficial de policía del Capitolio Eugene Goodman alejando al senador Mitt Romney de los insurrectos, con el propósito de salvarle la vida.
Los congresistas demócratas designados por la Cámara de Representantes -llamados “gerentes” del impeachment - explicaron que rastrearon metódicamente la campaña que Trump llevó a cabo durante meses para revertir su derrota electoral y argumentaron que el expresidente no era un “espectador inocente” arrastrado por el caos del 6 de enero, sino el “incitador en jefe”.
Los gerentes del impeachment utilizaron su primer día completo de exposición de pruebas acusatorias para argumentar que la invasión del Capitolio no fue un hecho caótico que sucedió por azar, sino que fue una acción “ensamblada, encendida e incitada” por Trump en el transcurso de varios meses previos.
Acompañados por la exhibición filmada de imágenes de seguridad nunca antes vistas, argumentaron que Trump violó su juramento presidencial al no actuar para detener la violencia y alegaron que, por el contrario, observó con “alegría” cómo sus partidarios irrumpieron en el Capitolio, la sede del legislativo estadounidense donde cinco personas murieron.
“Trump cometió un crimen brutal contra nuestra Constitución y nuestro pueblo, además de la peor violación del juramento presidencial en la historia de los Estados Unidos de América”, dijo el congresista demócrata Jamie Raskin, gerente principal del impeachment.
Los senadores -quienes ocupaban sus sillas como jurados en la Cámara que fue el escenario mayor de la invasión del 6 de enero- observaron y escucharon en silencio mientras los videos de seguridad y los despachos policiales ofrecían vívidamente una completa secuencia de imágenes de aquella tarde, mostrando con asombrosa claridad cuán cerca estuvo de los legisladores la turbulenta multitud. Algunos coreaban “Cuelguen a Mike Pence”, mientras que otros perseguían a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
En un despacho del Departamento de la Policía Metropolitana, se escucha a un oficial sin aliento pidiendo ayuda frenéticamente, mientras la insurrección avanza más allá de las barricadas hacia el Capitolio.
“¡Nos están tirando postes de metal!”, dice un oficial en un momento. “Están empezando a lanzar explosivos.”
A las 13.49 del 6 de enero, el oficial que respondió a la indagatoria declaró que el amotinamiento era violento.
El congresista Joe Neguse, otro gerente del impeachment, analizó el discurso que pronunció Trump durante un mitin del mismo 6 de enero, argumentando que Trump tenía toda la intención de incitar a sus seguidores allí presentes para que atacaran al Capitolio -mientras se contaban los votos electorales- e impidieran que Joe Biden fuera certificado como el ganador en la carrera presidencial.
Señaló que Trump había invitado públicamente a sus seguidores a venir a Washington DC ese día específico y que fijó la manifestación para el horario exacto en que el Congreso se reunía a contar los votos electorales. Cuando Trump habló, dijo Neguse, los animó a “luchar”, un lenguaje que les indicaba inequívocamente que debían atacar.
“Esas palabras fueron elegidas cuidadosamente. Tenían un significado específico para esa multitud”, dijo Neguse. “Él no solo les dijo que pelearan con uñas y dientes. Les dijo cómo, dónde y cuándo. Se aseguró de que tuvieran un aviso previo.”
Los fiscales demócratas acompañaron sus comentarios con imágenes de la violencia visceral que estalló y se desplegó ese día. Fue una continuación de la estrategia elegida por los demócratas para la presentación que habían iniciado el día martes y estaba destinada a mostrar la evidencia inequívoca de la responsabilidad de Trump en el ataque.
Los demócratas señalaron los meses de declaraciones falsas que Trump hizo sobre el robo de las elecciones previas al 6 de enero. Esas mentiras, dijeron, fueron un esfuerzo deliberado para sembrar la desconfianza sobre la elección que estalló en el ataque al Capitolio. Reprodujeron clips de entrevistas televisivas y discursos en los que Trump negó repetidamente que se comprometiera a aceptar una transición pacífica del poder.
“Él fue construyendo este grupo multitudinario de adeptos a lo largo de muchos meses y repetidos mensajes, hasta que finalmente todos creían que el fraude electoral los había robado y los había despojado de sus votos”, dijo el congresista Eric Swalwell of California, otro integrante del equipo acusador demócrata. En un video exhibido, pudo verse a Trump reclamando tan tempranamente como el mes de mayo que él sólo podría perder la elección presidencial de 2020 si se la robaban.
Cuando mucho más adelante ya había quedado en claro que Trump era el perdedor en la elección presidencial del 3 de noviembre, su equipo legal inició acciones ante la Justicia. De las 62 demandas presentadas ante los tribunales, todas salvo una fueron desestimadas por los jueces o derrotadas por las defensas de los estados. Entonces, Trump incrementó su presión. Instó a los funcionarios a cargo del proceso electoral para que hicieran todo cuanto fuera posible y acrecentaran el caudal de votos propios en los resultados finales, reprendiéndolos en público si se rehusaban. Los senadores oyeron el miércoles el audio de la conversación telefónica de Trump con el secretario de Estado de Georgia, en la cual lo exhortaba a “encontrar” los votos que les faltaban para revertir la victoria de Biden en ese estado del sur de EEUU.
“Senadores, no podemos ser insensibles ante esto”, dijo la congresista por Pensilvania, Madeleine Dean, una de las legisladoras demócratas encargadas de la acusación. “Trump hizo lo mismo, estado por estado, demasiadas veces, en voz demasiado alta, y demasiado en público.”
El proceso del juicio político a Trump fue abierto cuando el presidente 45 de EEUU estaba aún en funciones. La Cámara de Representantes le hizo un único cargo. Lo acusó por un solo ‘artículo de impeachment’: haber incurrido en “incitación a la insurrección” por el papel que desempeñó en el asalto al Capitolio del 6 de enero.
Raskin hizo a un lado, también, el argumento desarrollado por la defensa legal de Trump según el cual aquel día miércoles, cuando el ex presidente arengaba a sus partidarios, estaba protegido por la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana. Según Raskin, cualquier ciudadano de a pie, al pronunciar cualquier discurso contra el gobierno, está ejerciendo un derecho que la Primera Enmienda garantiza. Pero no ocurre lo mismo, distinguió, con el presidente de EEUU, que tiene la obligación de proteger él a la Nación. Comparó a Trump con el jefe de un destacamento de bomberos que encaminara a una multitud a quemar un teatro, y después no hiciera nada para detenerla.
Hasta ahora, los acusadores demócratas han cosechado halagos por su exposición de ayer, incluyendo a algunos senadores republicanos que un día antes habían votado ponerle fin al juicio político y no avanzar con el proceso. En cambio, no ha habido elogios para el equipo legal encargado de defender a Trump. Bruce Castor, un ex fiscal del estado de Pensilvania, abrió la defensa del ex presidente con una argumentación digresiva y tortuosa que provocó muchas ironías y burlas. Según fuentes que le son cercanas, el propio Trump -que miró en vivo por televisión el primer día del juicio político en su contra desde su club Mar-a-Lago club en Florida- se habría enfurecido ante el desempeño de sus abogados en el Capitolio.
“Cualquiera que haya escuchado la exposición del equipo legal del presidente Trump pudo ver que no lograba focalizar las cuestiones que debían, que eran evasivos y que hablaron de mil cosas menos de aquella que debían enfrentar”, dice Bill Cassidy, senador republicano por el estado de Louisiana que el martes votó con los demócratas a favor de seguir adelante con el proceso.
El voto de Cassidy del martes fue significativo, porque el mes pasado este mismo senador había votado que el juicio no se podía iniciar porque era inconstitucional. Los acusadores demócratas de la Cámara de Representantes se ilusionan, y buscan hacer valer el giro del senador como prueba de que todavía se puede persuadir a legisladores republicanos de que Trump es culpable de haber incitado a sus partidarios a levantarse contra el gobierno.
Pero los demócratas necesitan convencer a 17 senadores republicanos. Necesitan 17 votos más de los que ya tienen para condenar a Trump, y es extremadamente improbable que los consigan.
“Los acusadores de la Cámara de Representantes van a seguir adelante y van a conmover los corazones, las mentes, y, pienso, también las conciencias de las 100 bancas del Senado, que es el Senado que en este juicio político debe pronunciar el veredicto. Hasta ahora, nadie votó si Trump es inocente o culpable”, dijo un asesor de la parte acusadora a los periodistas reunidos en el Capitolio mientras el Senado se convertía en escenario del tribunal del impeachment. Y agregó, “Estamos convencidos de que al final la acusación se va a imponer.”
Traducción: Alfredo Grieco y Bavio