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La industria internacional de los cruceros frente a la tormenta del coronavirus: “Va a ser desastroso”

Richard Luscombe

Fort Lauderdale, Florida (EEUU) —

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Ya se acerca la temporada alta en Port Everglades, el segundo puerto de cruceros más importante de Florida, pero en los desérticos muelles y terminales de salida la atmósfera es de profunda preocupación. La industria de cruceros está tratando de encontrar su camino para atravesar las turbulentas aguas del coronavirus, con las principales navieras interrumpiendo operaciones, los países cerrando los puertos a sus grandes embarcaciones y miles de trabajadores siendo despedidos sin fecha de reincorporación.

Segun las autoridades, hasta 50.000 pasajeros pueden haber estado en contacto con trabajadores del puerto de Fort Lauderdale contagiados por coronavirus. Un capítulo más en la pesadilla iniciada unos días antes en California, cuando negaron el permiso para atracar a un transatlántico con 3.500 personas a bordo y a dos buques de Florida les ordenaron permanecer en el mar mientras se examinaba a los tripulantes.

Una a una, las grandes navieras de cruceros han ido anunciando que interrumpían sus operaciones y dejaban en el muelle a los barcos, desde Princess Cruises, que con 18 cruceros es una de las principales clientes de Port Everglades, hasta Viking Cruises y Disney Cruise Lines el pasado jueves. Otras harán lo mismo este sábado por la mañana. Por primera vez desde los atentados del 11 de septiembre, los concurridos puertos de Miami, Puerto Cañaveral, Galveston, Nueva York, Seattle y Nueva Orleans se han sumido en el silencio.

El valor de las acciones de Carnival, Royal Caribbean y Norwegian, las tres mayores líneas de cruceros de EEUU, ha continuado cayendo en Wall Street hasta llegar a niveles “totalmente ridículos”, según apunta el analista de mercados Rick Munarriz en The Motley Fool .

Las acciones de Carnival Cruise Lines, la empresa con sede en Miami propietaria de Princess, cayeron el jueves más de un 31%. Dos días antes, Royal Caribbean había retirado sus propias predicciones de mercado y reorganizado las finanzas para aumentar la liquidez en 500 millones de dólares. Los despidos de trabajadores del puerto, contratistas, tripulantes de cruceros y trabajadores de hoteles se han producido rápida y masivamente.

Según los expertos, estamos ante el mayor desafío que enfrentan las empresas de cruceros desde el 11 de septiembre, con la supervivencia de las más pequeñas en peligro. Hasta el brote del coronavirus, el crecimiento de la industria de los cruceros en América del Norte era constante: las estimaciones de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros hablaban de más de 14,2 millones de pasajeros para 2020 y 19 barcos haciendo su viaje inaugural.

Christopher Muller, profesor titular de la escuela de Gestión de Servicios de Hostelería en la Universidad de Boston, afirma que “va a ser un momento desastroso para la industria”. “Cuando tienes a 3.500 personas con una reserva en uno de estos mega cruceros y el barco no sale, es un gasto enorme. Alguien está pagando por ese barco ocioso en el puerto y es muy difícil recuperar esas pérdidas continuas en los costes fijos. Las aerolíneas tienen naves con una capacidad mucho menor, así que pueden reaccionar mucho más rápido por mucho que sea caro dejar en tierra un avión de 150 asientos, o incluso de 400”.

Incluso antes del cierre de esta semana, muchos clientes estaban reconsiderando sus planes o cancelándolos por completo. Después de que el gobierno de Estados Unidos aconsejara evitar los cruceros como medida preventiva ante el coronavirus, casi todas las compañías suavizaron sus políticas de cancelación permitiendo a los clientes retrasar sus fechas de salida para no perderlos.

Aunque hay que mencionar el lado oscuro en la venta de pasajes. Según un artículo del periódico Miami New Times, se ordenó a los comerciales de los cruceros Norwegian proporcionar información falsa sobre el coronavirus para no perder potenciales clientes y asegurar las ventas.

“Si estás atrapado en tu camarote, es como una prisión”

Muller cree que la industria se recuperará con vigor en cuanto pase la crisis: “Lo lógico es que ofrezcan grandes descuentos, y esos grandes descuentos estarán especialmente presentes durante la próxima temporada de cruceros en septiembre. El público será tentado a volver a los cruceros en agosto y septiembre porque los precios serán escandalosamente buenos, con descuentos enormes”, afirma.

Pero Muller también opina que llevará un tiempo olvidar la imagen de los pasajeros atrapados en barcos infectados de coronavirus y confinados en camarotes diminutos, como fue el caso del Diamond Princess en Japón. “El problema es que la idea de los cruceros es lujo y seguridad en el mar, pero la reciente mala publicidad ha puesto de relieve que las habitaciones son en realidad muy pequeñas y que la mayor parte de ese lujo se encuentra en lugares muy concurridos y acotados”, asevera.

Para campañas futuras, “subrayarán las cosas que puedes hacer en el crucero y que en ningún otro lugar se pueden hacer, el lujo de ese hotel flotante que va de un lugar a otro”, asegura. “Pero hay que tener en cuenta lo que pasó con el barco que atracó en Oakland. Si estás atrapado en tu camarote, es como una prisión de zombis, y así es la percepción en este momento sobre los cruceros”.

Según Vicky García, directora de operaciones y copropietaria de la empresa de Florida Cruise Planners, los efectos económicos de la crisis se sentirán mucho más allá de las navieras y de los trabajadores de cruceros. “Tiene un efecto derrame sobre todos los que nos rodea, incluso las empresas de muebles que venden a los cruceros, o las que sean... todos van a recortar y a hacer las cosas de otra manera”, lamenta.

En su opinión, “se está dañando el empleo y, por tanto, se están produciendo despidos de manera significativa”. “Probablemente la situación se pondrá peor antes de mejorar, pero no va a durar para siempre”. Aconseja a los viajeros que “no se apresuren a cancelar, esperen a que pase, mantengan ese gran camarote, a menos que específicamente quieran reservar otra cosa”.

García cree que las navieras saldrán con ofertas atractivas para atraer a los clientes de cruceros cuando las cosas vuelvan a la normalidad. “Siempre digo que hay un precio por el miedo, en este momento pueden decir 'no quiero ir, siento temor ante el coronavirus', pero una vez que las tarifas empiecen a bajar, las mismas personas que dijeron no dirán que, por ese precio, sí”.

“Por compararlo con algo real, cuando sucedió el 11 de septiembre, todo se detuvo, el mundo casi dejó de moverse. Yo trabajaba como teleoperadora para una línea de cruceros y el teléfono dejó de sonar. Tan pronto como las tarifas bajaron, esas mismas personas volvieron a llamar. Todo esto se dará la vuelta. Eso es lo maravilloso de la industria de los cruceros: es flexible”.

Traducido por Francisco de Zárate