Detrás de la declaración pública en la que más de 1.000 científicos dieron su apoyo a la producción y al consumo de carne hay muchos vínculos con la industria ganadera, según ha revelado el periódico británico The Guardian. Desde que se publicó el año pasado, la declaración ha sido respaldada por el comisario de Agricultura de la Unión Europea (UE) y presentada ante altos cargos europeos como un argumento contra las políticas medioambientales y sanitarias del bloque.
“La Declaración de Dublín de los científicos sobre el papel social de la ganadería” dice que el ganado “es demasiado valioso para la sociedad como para ser víctima de la simplificación, el reduccionismo o el fanatismo”. También exige una “visión equilibrada del futuro de la ganadería”. Entre los autores de la declaración figura un economista para el que el veganismo es un “trastorno alimentario que requiere tratamiento psicológico”.
Publicada hace un año, en la declaración no se dice nada sobre su procedencia. En su gran mayoría, los firmantes parecen ser investigadores en ciencias animales, agrícolas y de la alimentación. El periódico The Guardian tuvo acceso a documentos obtenidos por 'Unearthed' (un proyecto periodístico de Greenpeace en Reino Unido), en los que se muestra la importancia que tuvieron la industria ganadera y sus consultoras en la creación, difusión y promoción de la declaración.
Destacados científicos medioambientales han dicho que la declaración y sus estudios asociados son “propaganda”. “El consenso científico es que, en las regiones que pueden permitírselo, tenemos que reducir rápidamente el consumo de carne”, dijo el profesor Matthew Hayek, de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos.
La mejor manera de reducir el impacto personal en el medio ambiente es reduciendo el consumo de carne y de productos lácteos en los países ricos. Esa es la conclusión de los estudios publicados en las revistas científicas más prestigiosas, en los que también se advierte de que sin esos recortes no podremos superar la crisis climática. En la mayoría de los países desarrollados ya se come más carne de lo que recomiendan las autoridades sanitarias.
Aunque la UE venía tomando medidas para reducir el consumo de carne por razones medioambientales y sanitarias, en los últimos tiempos se han abandonado algunas de ellas.
Científicos con conflictos de intereses
La Declaración de Dublín se presentó en octubre de 2022 durante una cumbre organizada por Teagasc (la agencia de Agricultura y Alimentación de Irlanda) que costó 45.000 euros. En ella se dice que “los alimentos derivados de la ganadería son la fuente de proteínas de alta calidad de más fácil alcance” y que “los sistemas ganaderos bien gestionados (...) pueden generar muchos otros beneficios, como el secuestro de carbono, la mejora de los suelos, la biodiversidad y la protección de las cuencas hidrográficas”.
En abril, la revista académica Animal Frontiers publicó un número especial en apoyo de la declaración. Los profesores Peer Ederer y Frederic Leroy, editores de la revista, formaban parte del comité organizador que había iniciado la declaración, compuesto por un total de seis miembros.
Ederer, que dirige la empresa de investigación y asesoramiento del sector cárnico y ganadero Global Food and Agribusiness Network (GFAN), escribió hace poco en las redes sociales que el veganismo era comparable a la secta Heaven's Gate y un “trastorno alimentario que requiere tratamiento psicológico”. Ederer también es un crítico de las “políticas de histeria climática” de la UE. Durante una charla que dio en 2020 en la Global Warming Policy Foundation (el grupo negacionista del cambio climático más conocido de Reino Unido), dijo que “las vacas no son la razón de ningún cambio climático que podamos tener”.
En virtud de las leyes de transparencia, Teagasc ha puesto a disposición pública los correos electrónicos relacionados con la Declaración de Dublín. En uno de ellos, la también integrante del comité organizador Collette Kaster (que en EEUU dirige la American Meat Science Association) describe a Ederer como el “autor principal” de la declaración, una afirmación que él desmiente.
“La autoría de la declaración corresponde a todo el grupo de 36 científicos coautores que contribuyeron con los artículos científicos de la edición especial de Animal Frontiers”, aseguró Ederer. Después de que el periódico The Guardian contactara con Ederer, el sitio web de la Declaración de Dublín añadió una página en la que se nombra a los autores. “No habíamos informado sobre nuestros posibles conflictos de intereses, como es habitual en la práctica científica, así que eso es lo que hemos arreglado”, aclaró Ederer.
“Tengo clientes en el sector ganadero”, afirmó. “En mi opinión, y en la de mucha gente, este énfasis en determinar si algunos de los investigadores tienen clientes en la industria privada carece de todo sentido porque la investigación libre de conflicto de intereses no existe”, agregó el científico. Según Ederer, las personas que participaron en la cumbre o en la Declaración de Dublín no recibieron ningún pago.
Por su parte, Leroy, coeditor de Animal Frontiers junto a Ederer, trabaja como científico de los alimentos en la Universidad Libre de Bruselas y es el presidente de la Asociación Belga de Ciencia y Tecnología de la Carne. Ha dicho que las carnes alternativas de origen vegetal son una “comedia dietética” y que los ecologistas “disfrutarían en secreto con un apocalipsis salvaje”, y que los políticos que incluyen las políticas verdes en su agenda son “simplones desfasados entregados al postureo”.
Vínculos con el sector cárnico
Los documentos de 'Unearthed' muestran que Leroy habló sobre la Declaración de Dublín con el Copa Cogeca, principal lobby agrícola de la UE –que, a su vez, ha dicho que “apoya” la iniciativa de Leroy de información en favor de la ganadería–. Copa Cogeca no respondió a las preguntas de The Guardian sobre dichas conversaciones.
La declaración comparte algunos textos y temas con el documento para la cumbre de sistemas alimentarios de la ONU de 2021. Entre las decenas de grupos que prepararon aquel documento figuran nueve asociaciones de la industria privada, como la Secretaría Internacional de la Carne, el Consejo Internacional de Aves de Corral y la Federación Internacional de Lechería. Sin embargo, Ederer dijo que “el aporte de las asociaciones de la industria privada en el documento fue mínimo”.
Declan Troy, asistente a la dirección en Teagasc y miembro del comité organizador de la cumbre de Dublín, escribió en un correo electrónico que algunos de los miembros tenían “vínculos estrechos” con el sector cárnico, “pero eso es algo que también tiene Teagasc”. Según un portavoz de Teagasc, “en los contratos con las empresas alimentarias se establece que no ejercerán ninguna influencia en la publicación de las conclusiones de los programas de investigación o de transferencia de conocimientos”.
La AMSA, representada por Kaster en el comité organizador de Dublín, es una sociedad de científicos de la carne que cuenta con apoyo financiero de muchos de los mayores productores de carne del planeta.
La web de la Declaración de Dublín está alojada en el portal de la Fundación G3 de Investigación Internacional de la Carne, un proyecto de investigación de la industria cárnica que dirige el presidente de la Asociación Polaca de la Carne de Vacuno (PBA) y que comparte domicilio legal en Varsovia con la PBA.
La Declaración de Dublín contó con la promoción de la Global Meat Alliance (un grupo financiado por la industria ganadera) y la agencia de relaciones públicas Red Flag, que ha trabajado para el North American Meat Institute [Instituto Norteamericano de la Carne] y para la US National Cattlemen's Beef Association [Asociación Nacional de Ganaderos Vacunos de EEUU]. Ederer dijo que no sabía quién había pagado a Red Flag.
Siguiendo el manual de la industria de hidrocarburos
En la declaración se dice que “los más altos estándares de (...) evidencia subrayan que es beneficioso para los seres humanos el consumo regular de carne, huevos y lácteos, como parte de una dieta bien equilibrada”. También, que “la reducción drástica en el número de cabezas de ganado podría provocar problemas medioambientales a gran escala”. Como prueba, la declaración señala siete artículos que se incluyen en el número especial de Animal Frontiers de abril de 2023.
Esa publicación es la “revista oficial” de la Asociación Mundial de Producción Animal (WAAP, por sus siglas en inglés) y cuatro sociedades de ciencias animales, que figuran entre sus financiadores. Una de ellas es AMSA, que ha puesto a Kaster dentro del consejo de la revista. En la página web de la WAAP se dice que “representantes de la industria participan en sus actividades”.
El contenido de la revista corrió a cargo de Ederer y Leroy como editores invitados. Según Ederer, el número especial de abril fue obra de los seis miembros del comité organizador de Dublín.
“La Declaración de Dublín parece más propaganda del sector ganadero que ciencia”, dice Peter Smith, profesor de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, y autor principal en ocho de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). “Es una burla a las publicaciones científicas independientes y objetivas, no se trata de reprimir el debate, sino de proteger la integridad de la ciencia”, agrega.
Para Smith, que está trabajando junto a otros expertos en una refutación exhaustiva, la Declaración de Dublín y los estudios publicados por Animal Frontiers representan un tipo de ciencia extremadamente pobre y selectiva. Dijo que generaliza en exceso evidencias que son sólo aplicables a una parte muy pequeña de la ganadería mundial y que no se reconocen los daños graves y trascendentales que la ganadería genera en la salud pública y el medio ambiente.
“De las pruebas revisadas por expertos independientes durante las últimas dos décadas se desprende, de una manera clara, que la producción y el consumo de carne es insostenible, tal y como hasta ahora, y va en aumento”, señala Hayek, de la Universidad de Nueva York. “Siempre es posible y bueno cuestionar el consenso científico, pero hacerlo requiere pruebas sólidas, novedosas y de gran calidad, algo que el número de Animal Frontiers no hace”. En su opinión, muchos de los artículos son “meras reseñas sesgadas que repiten viejos debates”.
“La Declaración de Dublín es otra muestra de la manera en que la industria ganadera está siguiendo el ejemplo de los hidrocarburos para resistirse a la lucha contra el cambio climático”, afirma Jennifer Jacquet, profesora en la Universidad de Miami (EEUU). “Intentan aprovecharse de la profesión académica, y de sus instituciones, para quitarle importancia al papel que juega la ganadería en el cambio climático”.
“Animal Frontiers publica artículos de debate y tomas de posición que representan perspectivas internacionales sobre cuestiones globales de gran impacto en la ganadería”, se lee en una declaración de la junta directiva de la revista, en la que también se afirma que “exige a todos los autores que revelen cualquier posible conflicto de intereses en el momento de enviarlos”.
En junio de 2023, Leroy y Ederer publicaron una carta en la revista Nature Food donde cargaban contra los “argumentos hiperbólicos” que se presentan contra la producción y el consumo de carne, y subrayaban la Declaración de Dublín y los documentos de Animal Frontiers.
La misma revista Nature Food publicó hace poco una respuesta. Los 16 científicos que la firman acusan a la carta de contener “generalizaciones y afirmaciones sin fundamento”, así como de “pasar por alto y restar importancia a investigaciones que demuestran la incompatibilidad del nivel de consumo de productos animales, actual y previsto, con el imperativo de mantener a la economía humana dentro de los límites biofísicos del planeta”.
Influir en las políticas de la UE
La Declaración de Dublín se ha empleado para tratar de influir sobre altos cargos de la UE. Ederer y otros llevaron los mensajes principales de la declaración a una reunión que la PBA celebró en Varsovia en enero de 2023 y en la que participaron Janusz Wojciechowski, comisario de Agricultura de la UE, y sus autoridades. Wojciechowski ya había dado su apoyo en octubre a la Declaración: “Una contribución muy valiosa a los debates actuales en la UE”, había escrito en las redes sociales.
“Garantizar que las pruebas presentadas en el Encuentro de Dublín sean visibles para el comisario europeo tiene una importancia enorme”, publicaron en su blog los responsables de la Alianza Mundial de la Carne (GMA, por sus siglas en inglés) tras la reunión de Varsovia. Ederer dijo a la GMA que la reunión había “resultado fructífera”. La persona que escribió en el blog de la GMA dijo que habían seguido la reunión a través de Zoom, “con un vaso de vino en la mano y un filete bastante grande”.
Poco después de esa reunión en Varsovia, Ederer escribió a Leroy, a Troy y al resto del comité organizador: “He hablado con el jefe de gabinete del comisario y con su coordinador de prensa. Los dos dijeron que la Cumbre de Dublín y la Declaración de Dublín representaban el primer pedazo de ciencia susceptible de ser usado que habían recibido durante sus cuatro años de trabajo en la Comisión. Están más que entusiasmados con la claridad y la profundidad, la relevancia y la evidencia de la ciencia que hemos recopilado. Nos apoyarán en cualquier otro acto que queramos organizar, sobre todo si hacemos algo en Bruselas. Vamos por buen camino”.
El Animal Task Force (ATF), un grupo respaldado por la industria ganadera, celebró en abril en Bruselas un acto para promocionar la Declaración de Dublín. “Estamos apuntando directamente a la burbuja de la UE en Bruselas”, escribió Leroy sobre el evento.
En conversaciones que mantuvo por correo electrónico antes de la reunión, Leroy sugirió la posibilidad de involucrar a ATF, por tratarse de una “red de científicos”. Ana Granados Chapatte, vicepresidenta de ATF en representación de los organismos del sector, la consideró una buena idea y aseguró que contribuiría a que el evento “siguiera siendo una iniciativa científica (...) lejos del uso que el sector privado o las ONG pueden hacer de la ciencia por sus propios intereses”. “Aunque ATF también sea sector privado”, añadía, con el emoji de un ojo guiñado.
“ATF es una asociación que une a la investigación pública y al sector privado para definir las prioridades de investigación e innovación dentro de los programas de investigación de la Comisión Europea cuyo objetivo es mejorar la sostenibilidad del sector ganadero, dirigiéndose especialmente a los responsables políticos y a las partes interesadas de la UE en Bruselas”, declaró Chapatte a The Guardian.
En noviembre de 2022, los principales lobbies del sector agroalimentario en la UE usaron la Declaración de Dublín para argumentar, en una carta a Wojciechowski, contra un plan que proponía terminar con la financiación pública de la promoción de la carne roja. Después de que la UE haya gastado cientos de millones de euros en publicidad de carne y productos lácteos, el plan para poner fin a la financiación sigue estancado en Bruselas.
La Declaración también se empleó cuando el grupo formado por los principales asesores científicos de la Comisión Europea elaboraba sus consejos para avanzar “hacia un consumo sostenible de alimentos”. Septiembre era el mes de publicación previsto para la legislación de la UE sobre sistemas sostenibles de alimentación, que desde entonces se ha abandonado.
“En lo que respecta a la alimentación y a la agricultura, está claro que esta Comisión empezó con un compromiso muy alto, al menos de palabra, pero básicamente ha acabado en nada”, lamenta Marco Contiero, responsable de la división de Políticas Agrícolas en Greenpeace.
“La Comisión parece haber dado un giro de 180 grados en su prometida reforma de la política agrícola de la UE”, dice Olga Kikou, de la ONG Compassion in World Farming [Compasión en la agricultura mundial]. “Está claro que hace falta más transparencia en el uso que se da a herramientas como la Declaración de Dublín”.
Según Contiero, “resistirse a la necesaria reducción en la producción y consumo de ganado significa apoyar grandes cantidades de deforestación, una pérdida de biodiversidad gigantesca y la garantía de que se termine con la posibilidad de un clima estable”.
Traducido por Francisco de Zárate.