Jeff Bezos, el multimillonario propietario del periódico The Washington Post, no tenía ningún motivo de sospecha cuando recibió un mensaje de WhatsApp del príncipe de Arabia Saudí. Era el 1 de mayo de 2018 y unas semanas antes Bezos había estado con Mohammed bin Salmán en una cena organizada por el productor Brian Grazer, ganador de un Oscar, y por el destacado representante de artistas Ari Emanuel.
Conocido en todo el mundo como MBS, el joven príncipe estaba de gira por Estados Unidos. Según algunos analistas, su objetivo era relanzar y dar un nuevo rumbo al reino. Al entonces heredero de 32 años lo habían recibido con los brazos abiertos desde Los Ángeles hasta Nueva York, con escalas en la Casa Blanca, el MIT y Harvard. Entre las celebridades con las que se había codeado figuraban desde Oprah hasta Dwayne “The Rock” Johnson.
Parecía una campaña de relaciones públicas para el príncipe heredero, al que los defensores de los derechos humanos criticaban por su decisión de librar una sangrienta guerra en Yemen, así como por el encarcelamiento y supuesta tortura en el Ritz-Carlton de Riad de acaudalados ciudadanos saudíes.
Aquella cena pudo haber sido el comienzo de una prometedora relación entre dos de los hombres más poderosos del mundo. Amazon incluso había negociado la posibilidad de abrir centros de datos en Arabia Saudí. Pero muy pronto se estropeó de la manera más sorprendente.
Según las fuentes consultadas por el periódico The Guardian, en el mensaje enviado desde la cuenta personal del príncipe heredero a Bezos ese martes 1 de mayo había un archivo de vídeo. No está claro de qué era el vídeo, pero un análisis técnico forense del archivo consideró “altamente probable” que contuviera un malware para penetrar en el teléfono móvil de Bezos y extraer, en cuestión de horas, una gran cantidad de datos. Aparentemente, Bezos había sido hackeado.
Tras hackear el teléfono, el informe forense del dispositivo de Bezos señala que el multimillonario recibió mensajes que sugieren que Arabia Saudí tenía acceso a su iPhone sin su conocimiento. El primero de ellos es una imagen de una mujer que se parece a la mujer con la que Bezos mantenía una relación extramatrimonial. La foto se envió precisamente cuando Bezos y su mujer estudiaban el divorcio. La imagen iba acompañada del siguiente mensaje: “Discutir con una mujer es como leer los acuerdos de licencia de un Software”.
Más de tres meses después, llegó un nuevo mensaje. El 14 de febrero Bezos tuvo una reunión de seguridad sobre el alcance de la campaña de Arabia Saudí en la red contra él. El Whatsapp enviado desde la cuenta del príncipe heredero sugiere que Arabia Saudí tuvo acceso al teléfono: “Jeff todo lo que escuches o te digan no es verdad y es cuestión de tiempo hasta que sepas la verdad, no hay nada contra ti o contra Amazon de mi parte o de parte de Arabia Saudi”.
The Guardian no tiene conocimiento sobre el material supuestamente robado o sobre lo que se hizo con él, pero tener el teléfono de Bezos como objetivo parece encajar en un patrón de comportamiento generalizado de Arabia Saudí: tanto el príncipe heredero como su círculo íntimo han recibido críticas por desacreditar a las personas que perciben como opositoras a su régimen en todo el mundo.
¿Era Bezos uno de ellos? Al fin y al cabo era el dueño del periódico The Washington Post, donde trabajaba el elocuente disidente saudí Jamal Khashoggi. Lo cierto es que entre todos los supuestos enemigos del príncipe heredero, Khashoggi era considerado uno de los más peligrosos. Conocía la corte porque había trabajado en ella y escribir en un periódico tan respetado le daba peso a sus artículos.
En la corte saudí, Khashoggi estaba provocando mucha agitación. De acuerdo con una información publicada en 2019 por el periódico The New York Times, MBS estaba cada vez más alarmado por sus críticas. Según funcionarios estadounidenses y extranjeros citados por el periódico estadounidense, después de que Khashoggi escribiera en septiembre de 2017 que Arabia Saudí se estaba volviendo “insoportable” por la represión, MBS le dijo en privado a un ayudante que usaría una “bala” contra el periodista.
Casi al mismo tiempo, el príncipe heredero desarrollaba su relación con otro editor estadounidense que publicaría un retrato mucho más halagador. Según The New York Times, en septiembre de 2017 MBS se reunió en Arabia Saudí con David Pecker, director ejecutivo de American Media Inc (AMI), la empresa que publica el periódico sensacionalista National Enquirer.
Pecker es un jugador de peso en Washington. Dos meses antes había asistido en la Casa Blanca a una cena privada con Donald Trump. Entre los demás invitados figuraba Kacy Grine, un experto en negocios que según se dice asesora a la realeza saudí.
Pecker y Trump eran viejos conocidos. Una investigación del Departamento de Justicia revelaría más tarde que Pecker había desempeñado un papel fundamental en la maniobra del candidato Trump para “liquidar” las historias negativas sobre sus aventuras extramatrimoniales pagando a las mujeres a cambio de su silencio.
Cuando MBS voló en marzo de 2018 a Estados Unidos en aquel primer viaje como príncipe heredero, fue la empresa de Pecker la que publicó una revista ilustrada presentándolo como un gran líder que transformaría el mundo. Pecker, Grine y MBS se encontraron una segunda vez cuando el príncipe se quedó en Nueva York.
Unas semanas después del supuesto hackeo a Bezos, se lanzó otro presunto ciberataque. El objetivo era el influyente disidente saudí Omar Abdulaziz, muy amigo de Khashoggi y residente en Canadá.
Según un análisis del grupo de investigación independiente Citizen Lab, Abdulaziz recibió un enlace falso relacionado con una entrega que esperaba para finales de junio de 2018 y así fue como se infectó su teléfono con el malware. The Guardian entiende que, en los meses siguientes, Khashoggi y Abdulaziz se enviaron “cientos” de mensajes.
En su demanda, Abdulaziz denuncia que sus comunicaciones fueron probablemente interceptadas por Arabia Saudí, una acusación que el reino niega. Pero Abdulaziz teme que sus mensajes a Khashoggi puedan haber dado pistas a la gente que después lo mató.
No fue el único. Según los expertos, en ese período otros dos disidentes fueron objeto de ciberamenazas saudíes: el cómico londinense Ghanem Almasarir y Yahya Assiri, que mantenía contacto frecuente con Khashoggi.
“Ciertos poderosos concluirán erróneamente que soy su enemigo”
Dos meses después del 2 de octubre de 2018, cuando asesinaron a Khashoggi, apareció otra historia sin relación aparente y mucho más procaz. El 10 de enero el National Enquirer publicaba una edición especial con la noticia de un affaire extramatrimonial de Bezos.
En lo que parecía una campaña contra el CEO de Amazon, varias publicaciones de AMI le dedicaron al tema una decena de artículos. Las crónicas incluían detalles íntimos, como los mensajes de texto enviados por Bezos a su novia después de que su teléfono móvil recibiera el mensaje de WhatsApp con malware.
A Trump, crítico acérrimo de Bezos, The Washington Post y Amazon (en una información se dijo que estaba “obsesionado” con Amazon), pareció encantarle la noticia. “Lamento mucho escuchar la noticia de que Jeff Bozo [sic] haya sido vencido por un competidor cuyo reportaje, según tengo entendido, es mucho más preciso que el de su periódico conspirador, el Amazon Washington Post”, publicó en Twitter. “¡Espero que el periódico pase pronto a mejores y más responsables manos!”.
La historia no termina ahí. Unas semanas más tarde, el 7 de febrero, Bezos publicaba un post extraordinario con el título “No, gracias, señor Pecker” en el que describía un elaborado intento de “extorsión” por parte del propietario del National Enquirer. En varios correos electrónicos, amenazaban con publicar fotografías íntimas de Bezos y su novia si el CEO de Amazon no detenía una investigación sobre la forma en que el National Enquirer había obtenido la información. En los correos, AMI insistía en que no había sido “instigada, ordenada o influenciada de ninguna manera por fuerzas externas, políticas o de cualquier tipo”.
Bezos rechazó la oferta y publicó la correspondencia electrónica, que incluía descripciones bochornosas de las fotografías que AMI decía tener en su poder. “Es inevitable que ciertas personas poderosas que sufren la cobertura de noticias de The Washington Post concluyan, por error, que yo soy su enemigo”, escribió Bezos. “El Presidente Trump es una de esas personas, como queda claro por sus abundantes tuits. Además, no hay dudas de que la implacable e indispensable cobertura del Post sobre el asesinato de su columnista Jamal Khashoggi es impopular en algunos círculos”.
Otros expertos intervinieron. John Brennan, que fue director de la CIA y de las oficinas de la CIA en Riad, dijo en la cadena MSNBC: “No tengo dudas de que MBS intentaría desacreditar, avergonzar y dañar financieramente a Bezos si pudiera, teniendo en cuenta la firme y apropiada condena que el Post ha hecho de MBS por el asesinato de Khashoggi”.
Unas semanas más tarde, el jefe de seguridad de Bezos, Gavin de Becker, publicó un artículo de opinión en The Daily Beast diciendo que la conclusión de su investigación sobre las filtraciones del National Enquirer era que Arabia Saudí había accedido al teléfono de Bezos. Se negó a publicar más detalles, pero dijo que había dado información sobre su investigación de las filtraciones a las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley. Tanto Arabia Saudí como la empresa de Pecker, AMI, negaron rotundamente las acusaciones así como cualquier sugerencia de que Arabia Saudí estuviera implicada.
Según Bruce Riedel, exanalista de la CIA y experto en Arabia Saudí, el posible 'hackeo' del teléfono de Bezos demostraría premeditación por parte de la monarquía. “Ahora podemos unir los puntos”, dijo. “En verdad, piratearon el teléfono de Bezos para publicar algunas partes muy íntimas de su vida, supongo que en un intento de calumniarlo y difamarlo... [pensando] que podrían necesitar ensuciarlo más adelante”, añadió.
En última instancia, refleja una falta de comprensión de cómo funciona Estados Unidos, dijo Riedel, y de cómo reaccionaría el propietario del Washington Post ante una amenaza así. En su opinión, el episodio también pone en duda lo que el servicio de espionaje de EEUU puede haber sabido sobre el hackeo. Otro ejemplo de cómo la Administración Trump no hizo responsable de los supuestos abusos a MBS y a los saudíes, añadió.
En octubre de 2019, Bezos rinidió homenaje a Khashoggi frente al consulado saudí en Estambul durante una vigilia por el primer aniversario de su asesinato. “Nadie debería tener que pasar por lo que tú has pasado”, le dijo a Hatice Cengiz, la prometida de Khashoggi. “Estuviste caminando durante horas por esa calle, caminando y esperando, y [él] nunca salió; es algo inimaginable y debes saber que estás en nuestro corazón; estamos aquí y no estás sola”.
Tanto Arabia Saudí como AMI niegan que el reino haya estado involucrado en la publicación de los artículos sobre Bezos.
“No tengo ningún comentario al respecto, excepto que el señor Bezos está cooperando con las investigaciones”, señala un abogado de Bezos contactado por The Guardian. El periódico también ha consultado a la embajada saudí en Washington sobre las acusaciones, pero no ha recibido respuesta.
Traducido por Francisco de Zárate
Un informe forense sobre el hackeo al teléfono de Jeff Bezos, propietario de Amazon y The Washington Post, citado por los relatores especiales de la ONU en ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, y en libertad de opinión y expresión, David Kaye, señala que Arabia Saudí utilizó probablemente Pegasus, el malware más temido por activistas y periodistas que trabajan e informan sobre la situación de los derechos humanos en zonas calientes como Arabia Saudí o México.
Pegasus es el espía definitivo contra los smartphones: una vez llega al dispositivo permite leer en tiempo real qué está escribiendo su usuario, conectar el micrófono y oír las conversaciones, rastrear su ubicación o ver qué archivos contiene, como las fotografías.
“El análisis forense [elaborado en 2019 sobre el iPhone de Bezos] concluye que la intrusión se llevó a cabo probablemente a través de un conocido producto de spyware identificado en otros casos saudíes de vigilancia, como malware Pegasus-3 de NSO Group, un producto que ha sido comprado y utilizado por las autoridades saudíes, según apuntan varías informaciones”, señala la nota de prensa publicada por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en la que se recogen las declaraciones de los expertos.
“Esto sería coherente con otras informaciones. Por ejemplo, el uso de WhatsApp como plataforma para permitir la instalación de Pegasus en los dispositivos está bien documentado y es objeto de una demanda de Facebook/WhatsApp contra NSO Group”, añade.
El hackeo al teléfono del señor Bezos ocurrió en un periodo en el cual los teléfonos de dos personas cercanas a Jamal Khashoggi [asesinado por enviados saudíes en su consulado en Estambul], Yahya Assiri y Omar Abdulaziz, también fueron hackeados, supuestamente utilizando Pegasus, señalan los relatores de la ONU.