Israel se prepara para la tercera fase de la guerra en Gaza, que durará al menos seis meses

Emma Graham-Harrison

Jerusalén —
2 de enero de 2024 10:51 h

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Israel está retirando algunas tropas de Gaza, pero se prepara para una intensa campaña que se alargará “al menos seis meses”, además de ampliar los preparativos para una guerra en el Líbano, según ha declarado un alto funcionario.

Crece la presión internacional para frenar una ofensiva que hasta ahora ha matado a más de 22.000 palestinos en Gaza, la mayoría mujeres y niños. Incluso el aliado más firme de Israel, Estados Unidos, que rechaza las peticiones de alto el fuego, ha empezado a presionar al Gobierno para que reduzca la crueldad de sus ataques.

Los planes de devolver a algunos reservistas a casa desde Gaza, confirmados en Nochevieja, marcan el comienzo de una nueva fase en la guerra, según ha señalado un alto cargo a la agencia Reuters, y pueden presentarse como una respuesta parcial a esas demandas.

Israel sigue esperando intensos combates en Gaza durante gran parte de 2024 mientras persigue a altos dirigentes de Hamás, aunque haya menos tropas sobre el terreno. La primera fase consistió en bombardeos masivos para preparar el terreno a los soldados y la segunda, la invasión y control terrestre de buena parte de la Franja.

“Esto llevará seis meses como mínimo e implicará intensas misiones de limpieza contra los terroristas. Nadie habla de palomas de la paz volando desde Sheyaiya”, ha señalado el alto cargo, refiriéndose a un distrito de Gaza que ha sido escenario de intensos combates.

No todos los que regresen de Gaza volverán a casa. Algunos rotarán a la frontera norte con Líbano en medio de temores de una escalada más amplia del conflicto, ha dicho el funcionario a Reuters.

“No se permitirá que continúe la situación en el frente libanés. Este próximo período de seis meses es un momento crítico”, ha señalado el alto cargo, añadiendo que Israel transmitirá el mismo mensaje a un enviado estadounidense que realiza misiones de enlace en Beirut.

Mientras las tensiones parecían intensificarse, Estados Unidos declaró que el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R Ford, enviado a la región tras los atentados del 7 de octubre para disuadir a actores como Irán de entrar en el conflicto, regresaría a casa. Sin embargo, será sustituido por el buque de asalto anfibio USS Bataan y los buques de guerra que lo acompañan, el USS Mesa Verde y el USS Carter Hall.

Israel y el poderoso Hizbulá, respaldado por Irán, han intercambiado casi a diario ráfagas de misiles, ataques aéreos y bombardeos a través de la línea azul que separa Líbano de Israel, controlada por la ONU, desde los atentados del 7 de octubre en los que militantes de Hamás mataron a alrededor de 1.200 personas, la mayoría civiles.

El lunes, el Ejército israelí declaró que cinco soldados habían resultado heridos por ataques desde Líbano y que las fuerzas israelíes habían atacado “emplazamientos militares” y “puestos de lanzamiento” de Hizbulá al otro lado de la frontera. Por su parte, el grupo chií libanés afirmó que cuatro de sus combatientes habían muerto en el sur del país, sin dar más detalles.

Fuentes de seguridad han confirmado a Reuters que tres murieron en un ataque israelí a dos casas en el pueblo libanés de Kafr Kila, cerca de la frontera. No quedó claro si el cuarto combatiente, cuya muerte se sumó al número de víctimas horas más tarde, murió en el mismo asalto.

Cualquier escalada podría poner al mundo al borde de un conflicto regional que podría llevar a Israel a un enfrentamiento abierto con Irán y arrastrar a Estados Unidos.

Israel y Estados Unidos afirman que la guerra es existencial y que hay que “destruir” a Hamás. Transcurridos tres meses de guerra, aunque el Ejército israelí ha arrasado gran parte de Gaza persiguiendo a Hamás, el grupo sigue siendo una gran fuerza militar.

Las tropas israelíes no han capturado ni matado a ninguno de los altos dirigentes de Hamás que buscan y, aunque el Ejército afirma que ha matado a 8.000 combatientes, eso representa menos de un tercio de los 30.000 hombres que estimaba que Hamás podía desplegar al comienzo del conflicto.

El Gobierno israelí tampoco ha explicado cómo definirá en términos prácticos y políticos la victoria contra una organización ideológica que opera más allá de Gaza.

De confirmarse, medio año más de intensos combates atenuaría la esperanza de un alivio a gran escala para los civiles de Gaza, casi todos desplazados y muchos desesperadamente hambrientos y sin cobijo, agua potable ni saneamiento. La ONU ha descrito la situación en el enclave como una “catástrofe humanitaria”.

El primer día de 2024, el número de muertos por los ataques israelíes ascendió a 21.978 personas, la mayoría mujeres y niños, y 57.697 heridos, según las autoridades sanitarias dirigidas por Hamás. Este martes la cifra ha aumentado a 22.185 y se cree que miles de personas más están sepultadas bajo los escombros de los edificios bombardeados.

El Gobierno de Israel no ha explicado qué futuro ve para Gaza o su población cuando declare el fin de las operaciones de combate. Pero los ministros de extrema derecha del gabinete han manifestado cada vez más su deseo de enviar colonos judíos a la Franja y desplazar a los palestinos.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, declaró el lunes en una reunión del partido que Israel “controlará permanentemente la Franja de Gaza para garantizar la seguridad”, informó el diario Haaretz. Esto debe hacerse con presencia militar permanente y “estableciendo asentamientos judíos, que es la columna vertebral de la seguridad”, dijo.

Su aliado, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, pidió a los palestinos que viven en Gaza que se trasladen a otros países. La migración forzosa es ilegal según el derecho internacional humanitario; Ben-Gvir planteó su visión para la población desplazada y hambrienta de Gaza como una elección.

La guerra presenta una “oportunidad para concentrarse en fomentar la migración de los residentes de Gaza”, dijo Ben-Gvir, según el Times of Israel.

El regreso de algunos reservistas a la vida civil obedece en parte al deseo de reforzar la economía de Israel, que se ha visto afectada por las secuelas de la guerra.

“Algunos de los reservistas volverán con sus familias y a sus puestos de trabajo esta semana”, declaró el portavoz militar, R Adm Daniel Hagari, en un comunicado la víspera de Año Nuevo.

“Esto aliviará significativamente la carga sobre la economía y les permitirá reunir fuerzas para las próximas actividades del próximo año, ya que los combates continuarán y seguirán siendo necesarios”.

El gasto militar, la caída de los ingresos de sectores como el turismo y el ocio y el apoyo a decenas de miles de personas evacuadas de sus hogares en el norte y a lo largo de la frontera sur de Gaza han pasado factura, a lo que se ha sumado la abrupta pérdida de muchos empleados civiles a manos del Ejército.

“Tenemos claro que el impacto adverso sufrido por la economía es sustancial”, declaró el lunes en rueda de prensa Amir Yaron, gobernador del Banco de Israel.

“Los costes civiles y de defensa de la guerra ascienden a unos 210.000 millones de shekels [53.000 millones de euros]”, dijo, y además del gasto actual, “se espera que el futuro presupuesto de defensa crezca de forma permanente”.

No obstante, Yaron añadió que tras varios meses de guerra la economía se estaba ajustando y que la vuelta al trabajo de algunos reservistas probablemente ayudaría. Se calcula que los 300.000 israelíes llamados a filas representan entre el 10% y el 15% de la población activa.

En términos generales, la opinión pública israelí está unida en su apoyo a la campaña contra Hamás, a pesar del impacto económico y del rápido aumento del número de soldados israelíes muertos. Desde el inicio de la invasión terrestre, 171 soldados han muerto en Gaza, 30 de ellos en accidentes o incidentes de fuego amigo, dijo el Ejército en un comunicado.

Traducción de Javier Biosca