Por si lo habéis olvidado o si los políticos que nunca lo mencionan os han confundido, dejadme recordaros por qué Julian Assange estuvo encerrado en la embajada de Ecuador durante siete años antes de ser entregado y arrestado la semana pasada. No creo que haya sido por ser periodista o por decir la verdad sobre el poder, y no fue por sacar a la luz la evidencia de los crímenes de guerra estadounidenses. Estuvo en la embajada porque en 2010 Suecia emitió una orden de arresto internacional para que respondiera ante las acusaciones de abuso sexual y violación. Assange no aceptó la extradición, así que eludió a las autoridades del Reino Unido y se fugó de la justicia.
Por eso fue llamativo escuchar a la diputada británica Diane Abbott, preguntada por la ferviente objeción de la izquierda a la posible extradición de Assange a Estados Unidos para ser juzgado por conspiración informática, asegurar que esas acusaciones por abuso sexual “nunca progresaron”. Las acusaciones existieron, admitió Abbot generosamente, pero los cargos nunca llegaron a juicio.
¿Por dónde comenzamos? ¿Qué tal por el obvio agujero lógico de ese argumento? Los cargos nunca llegaron a juicio porque Assange huyó de la justicia y nunca pudo ser juzgado. Parece que la respuesta de Abbott implica que los cargos fueron desestimados por alguna otra razón aparte de que Assange escapó. Da a entender que las acusaciones no eran lo suficientemente creíbles o que fueron retiradas voluntariamente y que, por eso, estos cargos no deberían ser el foco principal del caso de Assange. Defender su inocencia con el argumento de su ausencia es, en el mejor de los casos, ignorante y, en el peor, deshonesto. Assange ha logrado que prescriba uno de los cargos solo con dejar pasar el tiempo.
No es necesario que las cosas sean así. Es posible creer en las dos cosas a la vez, que Assange no debería ser extraditado a Estados Unidos pero que quizá sí que se debería investigar por qué eludió la justicia y se escondió durante siete años. Más de 70 parlamentarios británicos y colegas han escrito a Sajid Javid y a Abbott, pidiéndoles que les presten atención a las investigaciones suecas.
Pero Abbott prefiere enfocarse en la política antes que en la justicia. “Todos sabemos de qué se trata esto”, continuó, cuando le insistieron sobre el tema. “No se trata de las acusaciones por violación, aunque estas sean graves”. Ahí está. Las acusaciones por violación son una distracción (“aunque sean graves”, claro). El argumento conspirativo de “todos sabemos de qué se trata esto” es revelador. Abbott está diciendo que no seamos ingenuos y creamos que esto es sobre algo tan periférico como un acusación por abuso sexual cuando existe otro tema serio de verdad. La mujeres suecas son un ardid, una estratagema, una forma de ensuciar La Causa. Son una fachada. El tema aquí es un hombre que se enfrentó al Sistema, todos sabemos de qué trata esto.
Y sí que lo sabemos, se trata de relegar a las mujeres y al abuso sexual al final de la fila de asuntos importantes. La izquierda tiene la tendencia a establecer una jerarquía de causas importantes. Al principio del todo están los temas de gran cartel: Estados Unidos, el imperialismo, el neocolonialismo, la política exterior. Después, la justicia social y la redistribución económica. Y ya al final de la lista están aquellos temas que no encajan bien ni de un lado ni del otro del abismo ideológico entre el bien y el mal. Las mujeres plantean cuestiones de género incómodas que afectan a la solidaridad entre hombres. Si queremos proteger a los trabajadores, ¿dónde metemos en esa idea a todos los inmigrantes?
Assange activa todos los botones de los grandes temas. ¿Por qué sino Jeremy Corbyn, un hombre que fue indiferente al Brexit, la cuestión más importante de la última generación, ha salido tan rápido a pedir al gobierno británico que impida la extradición de Assange? Esta ha sido la última prueba de algo que siempre he sospechado: que a Corbyn no le interesa el Brexit ni ninguna cuestión que no sea claramente un “David contra Goliat”. El caso de Assange ha dado en el corazón de la resistencia contra los poderes monopólicos que victimizan a los individuos.
A las mujeres también les gusta la película del “macho contra el Sistema”. Entre los defensores de Assange han estado Jemima Khan, Vivienne Westwood, que aprovechó para atacar a Khan por abandonar a Assange, y -reciente y extrañamente- Pamela Anderson. Para participar en la resistencia liderada por hombres, estas mujeres deben hacer la vista gorda y pensar que los hombres de la izquierda están de su lado y que por eso hay que protegerlos, incluso de otras mujeres. La amenazas de Estados Unidos contra Assange son un antecedente preocupante y serían razón para no extraditarlo, pero eso no significa que las acusaciones de abuso sexual deban ser dejadas a un lado. “En este país tenemos formas de proteger a los informantes”, tuiteó Abbott. “Julian Assange no está siendo perseguido para proteger la seguridad nacional de Estados Unidos. Está siendo perseguido porque ha expuesto los delitos de los gobiernos estadounidenses”. Al parecer, en Reino Unido, mientras tengamos los mismos enemigos, también protegemos a los que han sido acusados de abuso sexual y han eludido a la justicia.
Traducido por Lucía Balducci