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The Guardian en español

¿Dónde está Jacinda Ardern?

La ex primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, en una foto de 2022.

Serena Solomon

Auckland —

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Tras el arranque del último mes de campaña para las elecciones generales de Nueva Zelanda, los observadores extranjeros han notado la ausencia de una destacada figura política: la ex primera ministra Jacinda Ardern. Durante cinco años, Ardern dominó la vida política del país, hasta su inesperada dimisión en enero de 2023. Ahora, como ella misma publicó en Instagram en abril, se encuentra “servicialmente” en Harvard.

Ardern ganó las elecciones en 2017 gracias a una ola de “Jacindamanía” y su altísima popularidad se mantuvo a lo largo del primer mandato, lo que llevó al Partido Laborista bajo su liderazgo a una victoria histórica por mayoría absoluta en 2020. También gozó de una popularidad estratosférica en el extranjero: apareció en la portada de la revista Vogue y fue una invitada habitual en los programas nocturnos en horario de máxima audiencia de Estados Unidos.

Si bien algunos exdirigentes neozelandeses han tenido un papel activo con el fin de movilizar a los incondicionales del partido antes de unas elecciones, lo cierto es que los últimos predecesores de los candidatos a primer ministro se han mantenido distantes y Ardern ha demostrado, al menos públicamente, no querer involucrarse en esta campaña para las elecciones generales del 14 de octubre.

Sue Moroney, exdiputada laborista, señala que Ardern se convirtió en los últimos meses de su segundo mandato en un “pararrayos de comportamientos muy tóxicos y de cualquier descontento que la gente sintiera por razones de todo tipo”. En este sentido, Moroney recuerda que Ardern sufrió acoso, insultos y amenazas de muerte. “Imagino que para ella es un alivio no estar en el país” agrega.

La política subraya que también es cierto que Ardern sigue una pauta habitual en la política neozelandesa, en la que los ex primeros ministros suelen dejar espacio a sus sucesores para que puedan definir sus propios mandatos y estilos de liderazgo.

Richard Shaw, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Massey, apunta que una aparición de Ardern en la campaña podría unir a la derecha política contra los laboristas más de lo que uniría a los incondicionales del partido laborista. “Táctica y estratégicamente, los laboristas no pueden permitirlo”, y añade: “Tiene que poner distancia entre su propio legado y lo que venga después”.

Mandato marcado por la pandemia

Ardern dejó el cargo a principios de este año, alegando agotamiento debido, en parte, a una serie de crisis durante su liderazgo. Como la erupción de un volcán en la isla Whakaari, donde murieron 22 turistas a causa del desastre natural; los atentados de Christchurch en marzo de 2019, en los que falleció medio centenar de personas en dos mezquitas; y la crisis por la gestión de la pandemia de la COVID-19 en Nueva Zelanda.

En aquel momento, su popularidad entre los votantes neozelandeses empezó a caer. Sin embargo, su popularidad internacional se mantuvo alta. En las 48 horas siguientes a la dimisión de Ardern, Shaw mantuvo entrevistas consecutivas con periodistas internacionales en las que, de distinta forma, le hicieron la misma pregunta: '¿Por qué Nueva Zelanda había permitido la marcha de una líder de tan alto nivel?'.

Ardern “era una figura realmente extraordinaria y ahora somos simplemente irrelevantes”, dice Shaw, en referencia al escaso interés por las elecciones neozelandesas en el extranjero.

Shaw cree que en Nueva Zelanda el mandato de Ardern ha quedado “totalmente relacionado con la pandemia de la COVID-19, las medidas para frenarla y la radicalización y la polarización que la siguieron”. El resultado de la respuesta frente la pandemia, aplaudida en todo el mundo, fue una de las tasas de mortalidad más bajas a nivel global.

Sin embargo, el coste de esas restricciones, como familias separadas debido al cierre de las fronteras internacionales, empresas en crisis y el aislamiento mundial, minaron la popularidad de Ardern en el país. “La pandemia desgastó prematuramente el Gobierno de Ardern en Nueva Zelanda”, afirma Ben Thomas, comentarista político.

A los pocos días de convertirse en primer ministro tras la dimisión de Ardern en enero, el líder laborista Hipkins dinamitó muchos de los ejes de su política -como las medidas contra la crisis climática y para erradicar la pobreza infantil- para centrarse en el coste de la vida y “asuntos de primera necesidad”.

Ahora, el primer ministro se está posicionando como un “candidato del cambio” respecto a su predecesora, siendo del mismo partido, según Thomas. Mientras, Ardern se encuentra en la Universidad de Harvard desempeñando tres roles diferentes durante un semestre.

“Fue muy inteligente al dimitir cuando lo hizo”, indica Danny Osborne, profesor asociado de psicología en la Universidad de Auckland. De esa forma, “dio a los laboristas la oportunidad de luchar”, añade. Sin embargo, las encuestas políticas más importantes de Nueva Zelanda han mostrado una continua tendencia a la baja para los laboristas en los últimos meses. El partido cayó 2,5 puntos, hasta el 26,9%, en el sondeo realizado por The Guardian, Guardian Essential New Zealand, de este mes. Ese periódico se ha puesto en contacto con Ardern para este artículo pero no ha obtenido respuesta.

Traducido por Emma Reverter.

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