Antes de hacer un viaje a Trinidad y Tobago para visitar a su hija, la escritora jamaicana Melanie Schwapp debía vacunarse de la fiebre amarilla. Cuando llegó a su cita en una clínica de la sanidad pública, un guardia de seguridad se lo impidió y le dijo que no podía entrar porque llevaba una camisa sin mangas.
“Me pareció ridículo”, dice Schwapp. “Si vas vestida decentemente, ¿qué problema hay en que se vean tus hombros?”.
Su experiencia refleja la de muchas mujeres en Jamaica a las que se les niega con frecuencia el acceso a hospitales, bibliotecas, clínicas y edificios del Gobierno porque su ropa infringe una 'regla de decoro'.
El Gobierno del país ha ordenado ahora una revisión de las políticas no oficiales que prohíben la entrada a ciertos sitios a las mujeres por llevar camisetas sin mangas, así como chanclas, faldas cortas o pantalones cortos.
El primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, anunció a principios de este mes que había ordenado a Babsy Grange, ministra de Deportes, Cultura y Asuntos de Género, que revisase tal práctica. “Como sociedad moderna, debemos evolucionar”, escribió en Twitter.
El debate sobre la 'regla de decoro' se avivó después de que Theresa May luciese un vestido sin mangas durante la visita de Donald Trump a Reino Unido. Las mujeres en el país señalaron que vestida así, con ese mismo vestido, a la primera ministra británica no se le permitiría entrar a una escuela o a un hospital jamaicano.
Esta costumbre genera mucha frustración a las mujeres del país. Este código de vestimenta es un gran inconveniente si se tiene en cuenta que en este país caribeño a menudo se superan los 30 grados.
Tras presentar una serie de solicitudes de acceso a la información, la activista local Susan Goffe halló que no existía ninguna base legal o política gubernamental que justificase dicha norma, que para muchos no es más que un legado de las actitudes coloniales.
“Siempre me ha parecido una regla ridícula para un país tropical”, apuntó Goffe. Pero más allá del absurdo, Goffe advirtió de que dicha norma puede traducirse en que las mujeres no puedan acceder a los servicios públicos.
“Negar servicios públicos por la vestimenta debe ser un motivo de violación de la carta de derechos de nuestra Constitución”, asegura la activista local por los derechos humanos Carol Narcisse. Algunas de las iglesias del país apoyan la práctica, asegurando que es un requisito de modestia.
Pero en otros casos, la norma arbitraria puede llegar a ser cruel. A Shawn Gregory no se le dejó visitar hace poco a su padre enfermo en un hospital porque llevaba un top sin mangas. “Fue la cosa más tonta que he oído en mi vida”, concluyó.