Los laboristas pondremos sobre la mesa dos opciones: una oferta de Brexit creíble y otra para quedarse

Boris Johnson y los Conservadores amenazan con lanzar a nuestro país por el acantilado de una salida sin acuerdo de la Unión Europea en apenas seis semanas. No tienen el mandato para hacerlo. Y la mayor parte de la ciudadanía se opone. Desde que llegó al cargo de primer ministro en Julio, Johnson ha sido derrotado en cada votación que ha llevado al Parlamento. Sus maniobras antidemocráticas y su decisión de cerrar el Parlamento para evitar la rendición de cuentas están siendo cuestionadas en el Tribunal Supremo. La visita de Johnson a Luxemburgo del pasado lunes no fue más que otra humillación. El Primer Ministro fue a Europa sin plan ni propuestas e hizo lo posible por evitar cualquier escrutinio mientras estuvo allí.

Hace tres años Johnson mostró su apoyo al Brexit porque pensó que daría impulso a su carrera política. Escribió un artículo a favor de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y otro apoyando la salida. Ahora opta por la salida sin acuerdo porque cree que le resulta conveniente recuperar votos del Brexit Party y mantener el apoyo de los ultras del Brexit en las filas conservadoras. Al mismo tiempo, necesita aparentar que intenta conseguir un acuerdo que mantenga unido su gabinete y su grupo parlamentario.

No hay nada nuevo en las maniobras de Johnson. Fue Theresa May quien planteó las primeras contradicciones sobre el Brexit para evitar que el Partido Conservador estallara en pedazos y David Cameron convocó originalmente el referéndum pensando que limitaría la amenaza de UKIP.

La saga del Brexit a lo largo de estos últimos años ha sido una letanía de fallos de los Tories. Cada primer ministro conservador, uno tras otro, ha añadido su cosecha propia, poniendo sus propios intereses y los del partido por delante de los de la gente y el país. Ahora nos enfrentamos a una salida conflictiva el mes que viene y sin acuerdo. De hecho, es difícil vislumbrar señal alguna de que se esté empeñando el más mínimo esfuerzo en evitarlo.

Sabemos por Amber Rudd, que dimitió del Gabinete este mes, que no se están haciendo demasiados esfuerzos para asegurar que se llegue a un acuerdo con la UE. De hecho, es difícil ver la más mínima señal de que se esté poniendo interés alguno. Y lo sabemos por la filtración de informes que aseguran que las negociaciones lideradas por el primer ministro no son más que impostura. Que tienen por objetivo real que no haya acuerdo.

Pero enfrentándose a la resistencia ejercida por el 10 de Downing Stret, el Parlamento se aseguró de que salieran a la luz los documentos de la Operación Yellowhammer, confidenciales y en los que se recogen los planes del Gobierno en caso de que no haya acuerdo. El análisis del propio Gobierno afirma que el Reino Unido se expondrá a un riesgo de escasez de medicamentos y comida o situaciones potencialmente caóticas en las entradas al país. También expone que algunos ministros han transmitido información incorrecta a la ciudadanía. Nos dijeron que no habría escasez de comida o medicamentos cuando los informes que manejaban decían lo contrario.

Los documentos de la Operación Yellowhammer no han hecho más que elevar el nivel de responsabilidad ante el que nos encontramos.

Una salida sin acuerdo, la opción temeraria del primer ministro, podría amenazar el empleo y el nivel de vida y elevar el precio de los alimentos. Dejaría el camino expedito para un acuerdo comercial unidireccional con el gobierno de Donald Trump que sería negociado desde una posición de inevitable debilidad.

No sería un Brexit sin acuerdo, sería un Brexit acordado con Trump que supondría una caída en picado de nuestros derechos y sistemas de protección, vendidos a empresas de Estados Unidos.

Un Brexit sin acuerdo tampoco sería esa “salida limpia” que algunos imaginan. No significaría un “seguir adelante, sin más”. En realidad supondría el comienzo de otro periodo de confusión y retrasos debido a que habría que negociar una serie de nuevos acuerdos con la Unión Europea, pero en un contexto de desempleo creciente, más pobreza y empresas que optarían por trasladar sus sedes a otros países.

El laborismo va a hacer todo lo necesario para evitar una salida sin acuerdo que supondría un desastre traducido en caos, problemas de todo tipo y un incremento del desempleo además de una amenaza grave al proceso de paz en Irlanda del Norte. Por eso, hemos acordado con otros partidos presentar una ley que impida que nos estrellemos cuando termine octubre.

Una vez que logremos eliminar la posibilidad de una salida sin acuerdo y que el primer ministro haya cumplido con esa ley, necesitamos que se convoquen elecciones generales para deshacernos del gobierno conservador de Boris Johnson. Esa convocatoria electoral irá mucho más allá del Brexit. Significará elegir entre un gobierno laborista que devuelva la riqueza y el poder a la mayoría y los conservadores de Boris Johnson, los nacidos para mandar, que defenderán a una minoría privilegiada.

Habrá que decidir sobre quienes serán los encargados de terminar con la austeridad y serán capaces de lograr los cambios que el país necesita, invirtiendo en cada región y nación de la unión y reconstruyendo los servicios públicos, la industria y las comunidades.

Los habitantes del Reino Unido merecen expresarse en unas elecciones generales. Sólo un gobierno laborista terminaría con la crisis generada por el Brexit devolviéndole a la gente la capacidad de decidir. Daremos a la gente la posibilidad de emitir su opinión final sobre el Brexit poniendo sobre la mesa dos opciones. Una oferta de salida creíble y otra para quedarse.

Un gobierno laborista podría garantizar un acuerdo respetuoso basado en los principios que hemos defendido a lo largo de los años: un nuevo acuerdo aduanero con la Unión, una relación de mercado único y cercanía y garantías en el ámbito de los derechos de los trabajadores y la protección del medio ambiente. Ofreceríamos votar esa opción y la de quedarse. Y como Primer Ministro laborista, me comprometería a llevar adelante lo que la gente decida

Somos el único partido de ámbito estatal que está preparado para confiar en la gente y en la decisión que tome. Johnson quiere salir de la Unión Europea sin acuerdo y eso es algo a lo que se oponen las empresas, los sindicatos y la mayoría de los ciudadanos. Incluso Michel Gove, uno de los responsables de la campaña para abandonar la Unión, dijo hace unos meses: “No votamos salir sin acuerdo”.

Además, ahora, los Liberal Demócratas quieren que los miembros del Parlamento anulen el resultado del referéndum y revoquen el artículo 50. Eso no sería más que un remiendo. No es democrático que se anule la decisión de la mayoría de los votantes sin preguntarles de nuevo.

Los laboristas somos los únicos con la determinación necesaria para unir a la gente de y darle voz de nuevo. Sólo votar al laborismo conseguirá que la ciudadanía vote de nuevo sobre el Brexit. Sólo un gobierno laborista devolverá el poder a manos de la gente. Detengamos un Brexit sin acuerdo y que decida la gente.