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La cruzada de Macron por el francés en África desata acusaciones de imperialismo

Angelique Chrisafis

Nantes (Francia) —

Alain Mabanckou, el aclamado escritor congoleño, ha rechazado el proyecto de Emmanuel Macron para fomentar el francés por todo el mundo, pidiendo en su lugar una revisión del club de países que utiliza el francés conocido como la Francophonie. Según Mabanckou, este club se ha convertido en un instrumento para el imperialismo francés que apoya a dictadores africanos.

La red institucional de países francófonos “no puede seguir siendo como es hoy en día porque va en contra de todo con lo que siempre hemos soñado”, explicó el escritor a the Guardian en Nantes, donde trabajó el pasado fin de semana como director artístico del festival internacional de literatura Atlantide.

“No es, y nunca ha sido, el gran crisol común que asegure la liberad cultural y el intercambio respetuoso. Hoy en día constituye uno de los últimos instrumentos que permiten a Francia decir que todavía puede dominar el mundo, que todavía tiene el control sobre sus antiguas colonias”, señala.

Nacido en la República del Congo, el galardonado novelista de 52 años está reconocido como uno de los mejores escritores en francés. Fue ganador del principal premio de literatura francesa, el Renaudot, y es profesor en la Universidad de California.

Además, Mabanckou ha provocado varias polémicas porque además de denunciar el colonialismo de Occidente, también ha cargado contra la victimización de los negros y la tendencia a echar la culpa de todos los males africanos al colonialismo. El escritor cree que para lograr el cambio en el continente africano hay que reconocer los errores y por eso critica las visiones idílicas de las sociedad africanas precoloniales. Por muchas de estas afirmaciones, algunos le acusan de estar al servicio de Occidente.

El día de Martin Luther King, Mabanckou publicó una carta abierta a Macron negándose a trabajar en los nuevos planes del presidente francés para promover el mundo francófono. Desde entonces, otros escritores se han unido a sus críticas en lo que describen como un enfoque francés imperialista y desfasado.

El presidente francés ha prometido un proyecto para el mes que viene con el objetivo de revitalizar la francophonie, la agrupación de más de 50 países donde el francés es una lengua oficial o importante y entre los que se encuentra Senegal, Canadá, Bélgica, Madagascar y Mauricio, entre otros.

Cuando Macron anunció en un discurso dirigido a estudiantes en Burkina Faso en noviembre de 2017 que el francés podría ser “el primer idioma de África y quizá también del mundo” en cuestión de décadas y que era responsabilidad de los africanos defenderlo, subestimó la disputa cultural que desencadenaría.

El francés es el sexto idioma más hablado del mundo –tras el chino mandarín, el inglés, indio, español y árabe– y actualmente hay más francohablantes fuera de Francia que en Francia. Con el crecimiento de la población, en 2050 habrá más de 700 millones de ellos, el 80% de ellos en África.

“Cómplices inútiles” de dictadores

Macron, que con 40 años nació mucho después de la independencia de la mayoría de las colonias francesas en la década de los 60, se presenta a sí mismo como alguien que da la espalda al viejo sistema, conocido como françafrique –en el que los sobornos, los petrodólares y las relaciones privilegiadas definían la política exterior de París hacia sus antiguas colonias–. Macron ha nombrado a la laureada novelista franco-marroquí Leïla Slimani como su “representante personal” ante el grupo de países francófonos.

Pero después de que Mabanckou acusase al presidente de no ir lo demasiado lejos en la transformación del grupo oficial de países francófonos, Macron se ha enfrentado a una reacción negativa de otros escritores internacionales en francés. Estos afirman que el presidente francés debería derribar y reinventar por completo el acogedor club institucional.

Mabanckou, que tiene la ciudadanía francesa y congoleña, sostiene que las cumbres internacionales permiten a los líderes franceses tener reuniones discretas con dictadores africanos y ser “cómplices inútiles” de los déspotas.

“No puedes hablar del mundo francófono si no te planteas la cuestión de la democracia en África”, sostiene el escritor. “Hay una incongruencia en querer hablar de la defensa del francés y después celebrar cumbres cuando seguimos viviendo en dictaduras en países que hablan francés. En la actualidad hay más países dictatoriales en el mundo francófono que en el angloparlante”.

Los grupos de sociedad civil en países como Chad, Congo-Brazzaville, Gabón, Guinea y Togo han advertido del pisoteo de los derechos democráticos.

Mabanckou argumenta que el club mundial de países francófonos “sigue definido por Francia desde un punto de vista diplomático” como una continuación de ideas de política exterior viejas y confusas; como una forma de “sostener el imperialismo francés”.

La brecha literaria

El escritor también habla de una brecha literaria perjudicial que no se ha abordado. Lamenta que mientras la literatura en inglés ha abrazado su diversidad global, Francia ha estado lenta en hacerlo. En algunas librerías comerciales en Francia, escritores clave en francés, incluso con doble nacionalidad, están colocados en las estanterías de “literatura extranjera”.

Mabanckou critica también lo que él denomina la tendencia de la jerarquía parisina a mirar por encima del hombro a escritores en francés de otros países, apartarlos y considerarlos como “autores que escriben con acento”.

“Hoy Hanif Kureishi es tan válido como cualquier otro escritor en inglés”, sostiene Mabanckou, “pero en Francia seguimos con la sutil distinción en literatura. En otras palabras, la discriminación no es solo social, también es literaria”, añade.

Mabanckou señala que es una oportunidad perdida que la literatura global en francés no se enseñe actualmente en el currículo escolar de Francia. Sin embargo, destaca la importancia creciente que esta literatura está adquiriendo en universidades estadounidenses y su amplia traducción al inglés, como es el caso del trabajo del ya fallecido Ahmadou Korouma, aclamado novelista de Costa de Marfil, o el franco-libanés Amin Maalouf.

El autor congoleño cree que los retos al club institucional de países francófonos son parte del “final de una época” en la cual se cuestionan todas las instituciones “que sirven como recordatorio de la dominación colonial”, incluido el franco CFA, una moneda ajustada al euro utilizada en 14 países africanos, que ha sido criticada por ser una reliquia del colonialismo.

Para Mabanckou, la solución sería crear una nueva asociación en el mundo francófono encabezada por la sociedad civil, escritores y artistas que proteja las lenguas locales africanas, que apoye más la libertad de movimiento y la eliminación de fronteras. En su discurso de apertura en el festival Atlantide, Mabanckou habló de un mundo francófono donde ninguno sería percibido como “extranjero” ni necesitaría un visado.

Slimani insistió la semana pasada en una convención sobre el mundo francófono celebrada en París en que quería modernizar el francés global y abrir el lenguaje a “objetivos reales en derechos humanos, igualdad de género y la defensa de la democracia”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti