La primera ministra socialdemócrata de Suecia, Magdalena Andersson, cree que el país se encuentra en un momento crucial ante las elecciones que se celebran este domingo, las más críticas en años, con un posible ascenso hasta la segunda posición de los Demócratas Suecos, un partido populista de derechas y con raíces neonazis.
Andersson reemplazó en noviembre a Stefan Löfven convirtiéndose así en la primera mujer en liderar el Gobierno sueco. En una entrevista concedida a The Guardian durante un acto de campaña cerca de Estocolmo, pronosticó que una victoria de los partidos de derecha en la votación del domingo tendría repercusiones considerables. Si los Demócratas Suecos quedan en segundo lugar, podrían pactar una coalición con el Partido Moderado, una formación tradicional de centro-derecha que se ha movido para acercarse a los populistas.
“En muchos países europeos hay partidos populistas de derechas, pero los Demócratas Suecos tienen raíces profundas en los neonazis suecos y en otras organizaciones racistas de Suecia”, dijo Andersson durante la entrevista en un autobús de campaña adornado con la frase Vårt Sverige kan bättre, es decir, “nuestra Suecia puede hacerlo mejor”. “Todavía hoy, es decir, hace tan poco como una semana, un empleado de su sede central invitó a los demás empleados a celebrar la invasión de Polonia por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, o sea, no es como los otros partidos”, recuerda.
Andersson cita como ejemplo una entrevista televisada de febrero en la que el líder del partido, Jimmie Åkesson, se negó a responder si prefería a Joe Biden o a Vladímir Putin. La primera ministra también menciona las recientes críticas que Åkesson hizo al tono empleado por la líder del Partido del Centro, Annie Lööf, después de que la política fuera el presunto objetivo de un ataque terrorista. “Que ese partido tenga voz y voto en todas las decisiones del Gobierno significaría mucho, por supuesto; y también significaría mucho para Suecia y para el tono del debate político”, dice Andersson.
La líder socialdemócrata insiste en que la mayoría de los votantes de Demócratas de Suecia es “gente decente” que se siente decepcionada con el statu quo, pero denuncia la existencia de un círculo reducido, en el que hay diputados, que “tienen actuaciones y tienen ideas muy alejadas de la mayoría del pueblo sueco”.
Las elecciones llegan en un momento convulso para Suecia, en un contexto de creciente hostilidad de Rusia mientras el país se prepara para el ingreso en la OTAN, hay crisis energética en toda Europa y violencia en las calles. Según las estadísticas policiales, desde el comienzo de enero hasta los primeros días de septiembre se han producido 273 tiroteos, 47 de ellos mortales. La pandemia ha dejado al descubierto las graves desigualdades en las condiciones de vida de inmigrantes y refugiados.
El ingreso en la OTAN
Andersson no considera a Rusia una “amenaza militar directa” pero añade: “Es muy importante que tengamos estas garantías de seguridad que obtuvimos del Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania y muchos otros países durante la solicitud de ingreso a la OTAN. Estamos muy agradecidos por eso, significa mucho para nosotros”.
Para reducir la dependencia de Europa del gas ruso, dice que el precio del gas debe “desvincularse” del precio de la electricidad. “Todos nos vemos afectados por la guerra energética que Putin libra contra Europa con el bajo nivel de suministro de gas ruso; la lección a aprender es, a largo plazo, no ser tan dependientes del gas ruso; y en el corto plazo, en la Unión Europea tenemos que desacoplar el precio del gas del de la electricidad, es absolutamente necesario”.
Entre su visita a Norrtälje y a Botkyrka, dos localidades cercanas a Estocolmo, Andersson responde que quiere ayudar al país en tiempos difíciles cuando le preguntan por qué seguir en el puesto ante desafíos internacionales y nacionales tan complejos.
Bien provisto de caramelos, el autobús es recibido en los actos de campaña con su retrato en pancartas circulares y el cántico de la liga juvenil del partido: Fyra nya år [¡Cuatro años más!]. En uno de los actos, un pequeño grupo de mujeres le dedica una canción a “Magda”, como la llaman, con la melodía de Yellow Submarine.
Su primera parada es un centro comunitario de Norrtälje. Allí advierte a los votantes de que las elecciones están muy igualadas y les dice que su voto servirá para decir “qué tipo de Suecia queremos y cómo queremos que se desarrolle nuestro país”. En la segunda, un acto con familias en Botkyrka, pide a cientos de padres que vayan a votar.
La transición verde
Si sigue siendo la primera ministra después de las elecciones de este domingo, Ucrania será “lo primero en la agenda”, asegura. Sus prioridades en casa incluyen reducir la violencia de las bandas, construir una sociedad más inclusiva, aumentar los niveles de empleo en las zonas marginadas, proteger el estado de bienestar, impedir que las empresas privadas se benefician del sistema escolar, y acelerar la transición ecológica. “Ahora mismo lo que vemos en Suecia es fantástico, con miles de puestos de trabajo en la nueva industria verde, como fábricas de baterías y acero producido sin combustibles fósiles, por lo que también tenemos potencial para mostrarle al mundo que la transición verde se puede acelerar y conseguir un desarrollo próspero con muchos nuevos puestos de trabajo”, dice.
Habla positivamente de Boris Johnson, porque “mostró mucho liderazgo” con relación a Ucrania y por unas garantías de seguridad a Suecia que ella agradece. “Si sigo en el cargo, espero trabajar junto a Liz Truss”, añade. Andersson dice que no fue muy importante para ella ser elegida como la primera mujer en liderar el Gobierno sueco (reemplazó a Löfven tras una votación en el Parlamento), aunque reconoce que era “bueno para Suecia” por lo que significaba, para otras mujeres y niñas, verla como primera ministra. “Están contentas de que por fin lo hayamos conseguido, así que es un símbolo importante, quizá más importante de lo que pensaba antes de ser elegida, para ser sincera”, dice. “Y, por supuesto, sería otro paso importante para Suecia si también pudiera ser elegida en unas elecciones generales”.
En su opinión, el trato dado a la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, después de que se divulgaran imágenes de ella bailando, pone de manifiesto el trato injusto que reciben las mujeres en puestos de liderazgo. “No creo que hubiera sido la misma noticia mundial en el caso de un hombre”, subraya. Cree que la relativa juventud de la primera ministra finlandesa, que tiene 36 años, también contribuyó a los ataques contra Marin, junto a la que ha trabajado estrechamente.
En Botkyrka, Ingalill Strömqvist, de 76 años, dice estar satisfecha con el desempeño de Andersson como primera ministra. “Muy fuerte y clara sobre lo que piensa”, explica.
Las prioridades de Serkan Elcen, de 37 años, para decidir el voto son la política energética y la seguridad. Ingeniero de profesión, Elcen dice que han sido tiempos difíciles por Ucrania pero que Andersson ha “manejado bien las circunstancias”. “Ella es querida, pero todo está muy polarizado ahora”, añade.
Traducción de Francisco de Zárate