Todas las mañanas, cuando suena el himno nacional en las escuelas tailandesas, se espera que los estudiantes permanezcan quietos, en señal de respeto, mientras se iza la bandera del país. La semana pasada, sin embargo, algunos enviaron un mensaje desafiante y levantaron su mano en un gesto de saludo con tres dedos que han tomado prestado de 'Los Juegos del Hambre' y que el movimiento prodemocrático de Tailandia utiliza con frecuencia. Otros se dieron cita en el recinto de la escuela para sostener folios de papel en blanco.
Durante más del último mes se han celebrado casi a diario mítines liderados por estudiantes en todo el país, incluyendo una manifestación en Bangkok el pasado fin de semana a la que asistieron más de 10.000 personas. Los observadores están asombrados por la rapidez con que se han extendido las protestas, por la forma en que los jóvenes están desafiando las jerarquías tradicionales y por el atrevimiento de sus peticiones, algunas de las cuales hacen referencia a la poderosa familia real.
“Todo el mundo en la sociedad tailandesa observa con asombro lo que está sucediendo”, señala Kanokrat Lertchoosakul, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Chulalongkorn. “Nunca hemos visto un fenómeno como este”. La profesora explica que, además de los estudiantes universitarios, adolescentes de tan sólo 13 o 14 años han organizado flash mobs.
El movimiento de protesta no tiene una estructura centralizada. Diferentes grupos han utilizado las redes sociales para coordinar manifestaciones en todo el país, impulsados por la indignación con un gobierno respaldado por los militares al que acusan de erosionar la democracia y de impedir el progreso del país.
Los manifestantes piden que el primer ministro, Prayuth Chan-ocha, que llegó al poder por primera vez durante un golpe de Estado en 2014, disuelva el Parlamento, que se ponga fin al acoso a los activistas y que se reforme la Constitución, que fue redactada bajo el régimen militar y que ha consolidado el poder del Ejército. Algunos también han pedido cambios para limitar el poder de la monarquía y lo han hecho con discursos que hasta hace poco parecían impensables.
Hacer comentarios de este tipo conlleva un enorme riesgo. Aunque de momento el rey no ha solicitado ningún procesamiento de acuerdo con las estrictas leyes de lesa majestad del país, al menos diez manifestantes han sido detenidos por otros cargos, incluida la sedición, que conlleva una sentencia de hasta siete años de cárcel.
El grupo Thai Lawyers for Human Rights (Abogados Tailandeses por los Favor de los Derechos Humanos) afirma que ha documentado 103 casos en los que se ha acosado a estudiantes o se les ha impedido expresar sus opiniones políticas, lo que incluye hacer el saludo con tres dedos, llevar cintas blancas o sostener folios en blanco. La semana pasada, UNICEF emitió un comunicado en el que pedía que se respetara “el derecho de los niños y jóvenes a la libertad de expresión”.
El Ministro de Educación de Tailandia, Nataphol Teepsuwan, ha indicado que los estudiantes tienen derecho a expresar sus opiniones. Kanokrat, que ha entrevistado a docenas de jóvenes manifestantes, cuenta que aunque el derecho de los estudiantes a expresar sus opiniones políticas está protegido por la Constitución, la mayoría de las escuelas están tratando de impedir cualquier forma de protesta: “En realidad, en una sociedad tan conservadora y moralista como la tailandesa, el poder de control dentro de la escuela está en manos de los profesores”.
En un mitin frente al Ministerio de Educación el pasado miércoles, Nataphol fue abucheado por los estudiantes; un gesto muy alejado del trato respetuoso que se espera que los estudiantes den a sus mayores. Nataphol se sentó con los activistas para hablar sobre sus preocupaciones, declarando más tarde que “el Gobierno siempre está dispuesto y preparado para escuchar a todos sus ciudadanos”.
Un estudiante de 11º curso que estaba entre los que protestaron en la escuela y que ha pedido no ser identificado explica que los jóvenes querían que se respetara su libertad de expresión. “Queremos una verdadera democracia en la que podamos expresarnos sin miedo a que nos detengan”, afirma. Había seguido las protestas en Twitter y decidió participar con sus amigos. “Al principio, cuando lo pensé, tuve miedo, pero como había mucha más gente, después, la sensación fue que quería luchar”, explica. No se ha tenido que enfrentar a represalias.
Kanokrat indica que las redes sociales son uno de los factores que habían llevado a los estudiantes a envalentonarse en sus protestas. En la red encontraron una comunidad de usuarios con opiniones similares que se unieron para apoyarse unos a otros. “Entrevisté a un estudiante de medicina y me dijo que aunque dedica muchas horas a sus estudios, por la noche se esfuerza por dar visibilidad al hashtag”, señala.
Los manifestantes están usando todos los medios a su alcance, desde Tinder hasta TikTok, para difundir su mensaje, a menudo usando simbología de la cultura popular y el humor. En la red y en las manifestaciones, se comparten carteles amarillos de “desaparecidos” que muestran los rostros de activistas desaparecidos. Los estudiantes hacen un uso subversivo de las referencias culturales, desde Harry Potter hasta Hamtaro, un hámster de dibujos animados japonés. En lugares públicos, los jóvenes cantan una versión adaptada de la canción de los dibujos de Hamtaro mientras corren en círculos, como en una rueda de hámster. Mientras corren, cantan: “La comida más deliciosa es el dinero de los contribuyentes”.
“Esto sucede cuando se crece en una dictadura”
Tailandia tiene una larga tradición de protestantes que han utilizado el simbolismo. “Esto sucede cuando se crece en una dictadura o en un régimen altamente represivo”, subraya Aim Sinpeng, profesor de la Universidad de Sídney. Explica que los jóvenes tienen referencias y sátiras que son “muy compartibles y adecuadas para los medios de comunicación social”.
Los discursos se han vuelto cada vez más directos y algunos oradores han pedido que se limite al poder del rey, Maha Vajiralongkorn. El primer ministro Prayuth ha pedido a los manifestantes que dejen de lado a la monarquía y ha dicho que considerará sus preocupaciones respecto a la reforma de la Constitución.
Algunos han cuestionado por qué, si hacen el gesto de escuchar las peticiones, las autoridades están deteniendo a los activistas pacíficos. “El Gobierno está tratando de ganar tiempo arrestando a los activistas uno por uno”, señala Tattep Ruangprapaikitseree, secretario general del grupo de protesta Free People Movement (Movimiento de Liberación de las Personas), quien se enfrenta múltiples cargos. “Creen que la protesta se desvanecerá, pero se equivocan.”
Traducido por Emma Reverter