El primer ministro francés ha levantado polémica por insinuar que los pechos desnudos son más representativos de Francia que un pañuelo en la cabeza, en el que ha sido el último brote del agitado enfrentamiento político sobre el burkini.
Manuel Valls, que ha confrontado con el ministro de Educación por apoyar a los alcaldes que han prohibido los trajes de baño de cuerpo completo en las playas, dio este lunes por la noche un discurso entusiasta en el que hizo referencia a los pechos desnudos de Marianne, un símbolo nacional de la república francesa.
“¡Marianne tiene un pecho desnudo porque está alimentando al pueblo! ¡No tiene velo, porque es libre! ¡Esa es la república!”, bramó en un mitin.
La conclusión de que los pechos desnudos son un símbolo de Francia mientras que el pañuelo musulmán es problemático ha desatado el desdén entre los políticos y la burla entre los historiadores y las feministas.
Mathilde Larrere, historiadora de la Revolución y la ciudadanía francesas, tuiteó: “¡Marianne tiene un pecho desnudo porque es una alegoría, bobo!”. Después explicó en una larga serie de tuits que las imágenes de Marianne con un seno descubierto se remontan a referencias clásicas.
Otros historiadores han cuestionado el conocimiento que tiene Valls sobre la historia republicana de Francia. La figura de Marianne se convirtió oficialmente en símbolo de la república francesa en 1848, tras la caída de la monarquía. Su imagen se sigue mostrando en los servicios públicos franceses, en los documentos oficiales y en los sellos. Hay estatuas de Marianne adornando los ayuntamientos.
El historiador Nicolas Lebourg ha manifestado al periódico francés Libération que Valls parece haber confundido a Marianne con el cuadro anterior de Delacroix La libertad guiando al pueblo, de 1830, en el que el personaje tiene los pechos descubiertos.
Muchos han destacado que Marianne suele tener la cabeza tapada con un gorro frigio: un sombrero blando de fieltro que simbolizaba la libertad y la revolución. Ha sido representada de diferentes maneras, tanto con los pechos desnudos como tapada por completo.
La exministra del Partido Verde Cécile Duflot ha opinado que el elogio de los senos al descubierto de Marianne por parte de Valls da una indicación de la lamentable visión de las mujeres que tienen algunos políticos franceses.
La ONU ha pedido a los municipios playeros de Francia que levanten sus vetos al burkini. Los ha tachado de “reacción estúpida” que no mejora la seguridad pero alimenta la intolerancia religiosa y la estigmatización de los musulmanes, especialmente de las mujeres.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU valoró positivamente la decisión que tomó la semana pasada el máximo tribunal administrativo de Francia: suspendió uno de los decretos de prohibición del burkini por considerarlo “manifiestamente ilegal”. Es probable que esa decisión siente un precedente legal, aunque la mayoría de los alcaldes que han prohibido los burkinis siguen negándose a retirar esas restricciones. Cuatro de ellos se enfrentan esta semana a más acciones legales interpuestas por colectivos de derechos humanos.
También ha suscitado controversia la creación de un organismo estatal, la Fundación del Islam Francés, con el fin de organizar mejor la religión en el país e integrar a su población musulmana. La elección del exministro de Defensa Jean-Pierre Chevènement para dirigir la fundación ha llevado a muchos observadores a preguntarse por qué no se ha nombrado a alguien musulmán.
Unas declaraciones de Chevènement de esta semana, en las que pareció insinuar que no quedan franceses en Saint-Denis (una localidad de la periferia norte de París), han llevado al diputado socialista de esa zona Mathieu Hanotin a lanzar una recogida de firmas para pedir el bloqueo de su nombramiento. Según este diputado, Chevènement ha mostrado “una retórica racista insoportable” y “ha cruzado una línea roja”.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo